Ana Belén la invocó minutos antes del estreno. La flamante Premio Corral de Comedias 2020 del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro reivindicó la capacidad transformadora del teatro. “He salido mejor de la piel de los personajes que he interpretado de como entré”, señaló.
Es una facultad que se ha acentuado en tiempos de pandemia y en un duro e inesperado confinamiento que los componentes de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico (JCNTC) han aprovechado para alumbrar ‘En un reino extraño’.
Las reuniones virtuales en la plataforma zoom compusieron el marco, y los versos de Lope de Vega hicieron de vehículo para que los trece jóvenes profesionales (la quinta generación de la JCNTC), comandados por David Boceta, pusieran toda su fuerza y talento al servicio de las artes escénicas.
Ha sido el primer montaje ‘hijo del coronavirus’ y, como icono de una inopinada época distópica, ha arrancado la temporada del ciclo almagreño y se ha convertido en “faro de esperanza” para otros certámenes de teatro clásico, en palabras del director Nacho García.
El teatro Adolfo Marsillach acogió la propuesta, que une tradición y modernidad, y que al final recibió una cerrada ovación. Ofrece una mirada renovada a la hora de sacar la esencia del sentimiento más universal que da sentido a la vida humana: el amor.
Desde el principio, el cuerpo actoral interactúa con el público y recuerda que la creatividad aflora incluso en escenarios extremos, y más en el caso del teatro que sigue presente con más fuerza para seguir removiendo emociones. Ellos lo consiguen puntualmente, con risas y guiños hacia el ‘reino extraño’ que toca vivir.
A través del verso, la música en directo y las conversaciones en vivo los actores profundizan y refuerzan los contenidos de la arcadia que sustanció el Fénix de los Ingenios hace 400 años. Las materializan con las técnicas del siglo XXI: conciertos de pop, punk y rap, proyecciones audiovisuales, imágenes de divertidas webinars de trabajo, sugerentes montajes audiovisuales o transparencias escenográficas. Los juegos de luces y la interpretación coral hacen el resto, y en el estreno consiguieron calentar la primera y fría noche de teatro almagreño.
El espectáculo combina de manera acertada la dicción de textos –que mejorarán conforme se sucedan las sesiones- con la interpretación escénica de esos escritos en torno al amor, tanto hacia uno mismo como en las infinitas formas de relación con otros iguales.
Con guitarra, batería, piano y oboe, los actores demuestran su versatilidad y su aprendizaje sobre las claves de teatro clásico.
Y todo salpicado con efectos de los recientes meses de confinamiento, una etapa de la que la obra no rehúye, como dijo el propio Boceta, y cuyos conceptos popularizados –pandemia, nueva normalidad. virus, desescalada,…- forman parte de una manera u otra del entramado dramático.
De hecho, la docena de actores guarda las distancias de seguridad y mantiene una dinámica de diálogo alejada, a veces difícil de observar, pero siempre a favor de la dramatización y con un esquema variado adaptado a las especiales circunstancias del momento.
El amor, con Lope de Vega como excusa intelectual, es también correa de transmisión para analizar otras claves del universo del Siglo de Oro. Es el caso de la mujer y su tratamiento como sujeto dramático. Cuatro actrices ofrecen una interesante escena en la que como solistas con sus micrófonos relatan en cortos titulares el destino trágico de los perfiles femeninos. Su cuerpo como objeto de deseo y como centro de cualquier guerra y rencilla. Los hombres escriben y componen el honor femenino y, como una vasija, lo rompen según sus particulares esquemas, para volver a recomponerlo apelando a su esfuerzo y hombría. Es la redención de la eterna provocación de la mujer. Un tratamiento desigual todavía presente.
En conjunto, el espectáculo online ha dado el salto a las tablas con dignidad, y sobre todo con la defensa como bandera del valor de la cultura, al margen de pequeños detalles errados o desajustes, propios del estreno de un insospechado proyecto que estuvo rodeado de medidas de seguridad y con un aforo al 50 por ciento.