“Hay que mantener vivo el rito de teatro en la calle, en el que todos los que participamos nos transformamos”. Son palabras de Paco Paricio, fundador de la histórica y reconocida compañía oscense ‘Los Titiriteros de Binéfar’, un grupo de teatro de animación que durante 40 años no han parado de llevar la magia del teatro popular por la geografía nacional e internacional. Caracteriza su trabajo la música en vivo a través de sonidos de instrumentos tradicionales -gaitas, dulzainas o alterios- y la investigación dela cultura tradicional, que complementan con el uso de nuevas tecnologías. Este legado recalará el próximo domingo en el XIX Festival Iberoamericano de Teatro Contemporáneo de Almagro, donde la compañía interpretará en la sección infantil la obra ‘Antón Retaco’ (a las 13 horas en el Teatro Municipal), un espectáculo adaptado del libro del mismo nombre escrito hace más de 50 años por María Luisa Gefaell (Premio Nacional de Literatura 1952). Valores como la empatía, la solidaridad y el respeto a lo diferente destilarán por una puesta en escena que dejará risas y mucha complicidad.
PREGUNTA.- ¿Cree que está en peligro el viejo oficio de titiritero, al ser una de las artes escénicas menos promocionadas?
RESPUESTA.- No. Es verdad que hemos tenido que evolucionar y se habla de la crisis permanente del teatro y de los títeres, pero están muy vivos, al menos por lo que vemos en los espectáculos como ‘Antón Retaco’, donde hemos quitado la tela del retablo y el público, sobre todo al infantil y juvenil l, ve cómo cogemos los muñecos, cómo se desdoblan los actores en varios personajes, y cómo se construye la magia. Esa verdad de la creación en directo y en vivo interesa mucho porque no se ve en el cine y la televisión. Además, nosotros trabajamos siempre con música en vivo de carácter tradicional y también llama la atención.
P.- Pero no me negará que a los más jóvenes les interesan más los personajes de Disney, Marvel, Star Wars… que los de las fábulas tradicionales como el lobo, la bruja, el gigante, el bandido, el duende,…. ¿Cómo consiguen atraparlos?
R.- Todo es complementario. La prueba es que nosotros hemos sobrevivido, somos una compañía estable, hemos crecido, hemos impulsado un museo de los títeres en el Pirineo, y se llenan las funciones. En ‘Antón Retaco’ presentamos un héroe español, castellano, un niño enano cuya familia va de pueblo en pueblo haciendo circo. Está formada por sus padres, el caballo Cascabillo, la mona Carantoñas y los perritos sabios Can-Can y Tuso… El espectáculo constituye un canto a la vida libre, despierta valores porque es casi un antihéroe, y tiene una mirada muy poética y dulce que resuelve las situaciones dándoles la vuelta. Es una buena forma de compensar la culturalización del cine y la televisión. Soy abuelo y he sido educador y a lo largo de los 40 años en la compañía he visto cómo los títeres compensan en parte esa cultura, que es más espectáculo y objetivo de consumo. El teatro es un viejo rito en el que contamos lo que nos pasa, y a la vez participa el público y lo hace estar vivo. Creo que es necesario la compensación entre los héroes de cada cultura.
P.- ¿Usted cuatro décadas trabajando con títeres, se considera un bufón?
R.- Sí, me gusta la palabra bufón, juglar, titiritero, payaso,… no tanto por buscar la risa, como por provocar al público a la reflexión.
P.- Pues habría que reivindicar más titiriteros para el actual escenario político, ¿no cree?
R.- Sí, pero no cómo se suele utilizar cuando un partido reprocha a otro que está haciendo ‘comedieta’ o ‘teatrillo’,… A mí me molesta mucho porque se utilizan de manera despectiva muchas palabras y diminutivos relacionados con este oficio.
P.- Ha hablado de los valores de ‘Antón Retaco’, ¿pero dónde está la clave de su éxito, tras medio siglo desde que su autora lo concibió?
R.- Se plantea un cierto acoso al niño porque es enano, es el diferente. Y creo que esto reconcilia a los que se sienten de alguna forma diferentes de los demás porque además tiene el sentido de la bondad y otros valores educativos a través de cosas muy simples.
P.- ‘Los Titiriteros de Binéfar’ tiene en cartel cerca de 18 espectáculos, algunos tan llamativos como ‘No nos moverán’, ‘Jolgorio del bueno’ o ‘El hombre cigüeña’, ¿Qué mensajes o enseñanzas tienen?
R.- En la compañía trabajamos doce personas y tenemos bastantes colaboradores. Tienen en común que son espectáculos con ideas, en los que tratamos de transmitir el cuidado por la naturaleza, la solidaridad, o la tolerancia. E incluyen títeres y otros elementos como pelotones, grandes muñecos, de percha, o peleles, además de música en vivo. También hemos hecho nueve discos de música tradicional, como ‘Jauja, el último, todo dentro de nuestra militancia por el viejo rito de teatro en la calle o el de los antiguos corrales, como la joya que hay en Almagro. Es un acto en el que participamos todos, y nos transformamos juntos, y queremos que siga vivo. De hecho, llevamos 40 años trabajando, ahora venimos del Festival de Literatura Infantil y Juvenil de Naturaleza de Valladolid, y salimos de gira a Brasil y Grecia, así como tenemos previstas varias funciones en el puente de las ánimas.
P.- Su compañía es una de las organizadoras del Festival de Títeres e Imagen en Movimiento, Imaginaria, que se celebra en Binéfar. ¿Cómo surgió y qué promueve?
R.- Surgió precisamente cuando nos dieron el Premio Nacional de Teatro para la Infancia y Juventud en 2009, fuimos la primera compañía que lo recibió y nos planteamos junto al Ayuntamiento hacer algún evento. Entonces decidimos conectar el títere con las nuevas tecnologías, y le dimos otra identidad. Nos permitió concebir espectáculos con la imagen como protagonista, manteniendo el títere, con una nueva narrativa y dramaturgia. Estamos abiertos no solo a los títeres y teatro de actor, sino a la imagen, y pretendemos que sea seña de identidad y que los ciudadanos del pueblo lo hagan suyo.
P.- Habla de un museo de títeres, ¿de qué se trata?
R.- Es la Casa de los Títeres y está en Abizanda, una pequeña población que estuvo a punto de despoblarse. Rehabilitamos una casa e impulsamos un centro para hacer teatro y luego el museo y la casa de los artistas. El público va al museo, a ver un espectáculo y puede mantener encuentros con los artistas o interactuar con juegos y otros elementos como cabezudos o máscaras.
P.- ¿Habían trabajado en Almagro, ciudad emblema del teatro?
R.- Hicimos un pasacalles en el Festival Internacional de Teatro Clásico en 1999 y en 2010 fuimos con Dragoncio, uno de los espectáculos más clásicos de nuestra compañía.
P.- ¿Qué espera de su participación en el Festival Iberoamericano?
R.- Nos hace mucha ilusión por varias razones, una porque nosotros tenemos vocación latina, hemos recorrido toda América Latina, yo dirigí a una compañía colombiana, Teatro Comunidad, y dirijo otra en Brasil. Además, tratamos que en nuestra Casa de los Títeres haya grupos latinoamericanos. Y Almagro es un símbolo, un referente del teatro, y más ahora con el tema de lo rural y de la cultura como seña de identidad de los pueblos pequeños y también por la obra que llevamos. Tiene mucha calidad literaria y es hora de retomar y redescubrir a la escritora, que da un mensaje del arte y de la libertad, con claves actuales. Es una joya que hay que difundir.