En un vídeo sobre los abusos en México, un padre decía que ya sabían que iban a llevarse a las cinco de la tarde a sus hijas, las cuales “regresarían violadas”, y lo único que pedía es que no les golpearan tanto, expone Ricardo Ezquerra, que indica que esta grabación es un ejemplo de cómo hubo un momento en el que se tuvo que decir que no, pero por el miedo se optó por un “podemos aguantar más, podemos aguantar más,…”, hasta que llegó el “ya basta” de los movimientos de autodefensa que corta ese infinito nivel de tolerancia.
Ezquerra forma parte del elenco de la producción ‘Algo en Fuenteovejuna’, que los mexicanos Puño Tierra y Teatro Unam representarán en el Palacio de los Oviedo el viernes 19 y sábado 20 de julio, a las 20 horas, una pieza dirigida por Fernando Bonilla, que califica la obra como “un Frankenstein” con partes fieles a Lope y otras que son dramaturgia suya para conformar un “híbrido del verso salpicado de prosa y del narcolenguaje”. La pieza está inspirada en las autodefensas Michoacán y el devenir de este movimiento, el cual es “paradigmático de lo que sucede ahora en México y los resultados en las últimas elecciones de 2018”.
“Siempre que hay una injustica, uno sabe perfectamente de qué lado está”, comentó Ezquerra, que resaltó que en este caso “estamos hablando de gente con armas, de paramilitares” y, sin embargo, “comparto todas las razones del levantamiento”.
Bonilla habló de la espiral de violencia que azota México desde 2007 y que en 2014 se desbordó con dos acontecimientos muy puntuales como el secuestro y desaparición de 43 estudiantes en el estado de Guerrero por parte de policías municipales que trabajaban para el crimen organizado, y el levantamiento en Michoacán de las autodefensas, es decir, sociedad civil que decide armarse ante “la inoperancia del Estado por ineptitud o complicidad con el crimen”, aparte de la existencia de diversas comunidades “gobernadas directamente por los criminales”.
“Esto es el síntoma de una enfermedad que es el modelo neoliberal que entró en México hace en torno a 70 años generador de una gran desigualdad nutrida de una tremenda corrupción” que hizo que los fundamentos económicos ignoraran “la existencia de millones de personas condenadas al hambre, inmigración o engrosar las filas del crimen”, expuso Bonilla, que citó, como ejemplo, el alto Producto Interior Bruto de México, entre los quince más importantes del mundo, frente al sueldo mínimo que es el mismo que el de Haití, el más pobre del continente. “Esta desigualdad nos tiene metidos en este baño de sangre”, señaló el también responsable de la versión, que avanzó que la obra comienza con un prólogo en el que “criollos” de la Ciudad de México opinan sobre lo que es justo y ético y cómo reaccionar ante la violencia.
En la pieza, hay canciones de Lope adaptadas a los narcocorridos, y un guiño entre el padre de Laurencia, Esteban, con el doctor Migueles, una de las cabezas del movimiento de autodefensa y que fue “encarcelado injustamente”, explicó Bonilla, que resaltó que, a diferencia de la obra de Lope, en la que “al final muerto el perro se acabó la rabia, muerto el comendador se soluciona el problema”, se descubre que no es así, que “el comendador nos parece muy malo pero es el eslabón de una cadena de violencia” y una vez muerto aparecerá otro en su lugar.
El objetivo del montaje es contar “la historia de nuestros días, de nuestro tiempo, para remover conciencias y entre todos imaginar otro país”, agregó Bonilla, que confía en que esta puesta en escena dentro de muy poco quede como un “testimonio” de una etapa sangrienta de la que se haya podido salir.