‘Madre’ de las lenguas románicas como el español, el italiano, el portugués o el francés, y también de las peninsulares -castellano, catalán, gallego o asturiano, incluso de algunos términos del euskera-, base de la cultura humanística, vehículo del derecho romano y origen de costumbres y hábitos del Mediterráneo, el latín es un patrimonio “de todos” que necesariamente hay que preservar.
Más allá de su consideración como lengua muerta, en la actualidad sigue tan vivo como en sus principios, y totalmente presente en la vida y en la sociedad, tal y como ha sostenido el profesor Emilio del Río esta tarde en Ciudad Real al presentar su libro ‘Latin lovers’ (Espasa).
El popular colaborador de ‘No es un día cualquiera’, el programa que dirige Pepa Fernández en Radio Nacional de España (RNE) los fines de semana, ha demostrado en una amena exposición que “seguimos hablando latín” aunque haya poca conciencia de su uso, “sin saberlo”.
A través de divertidos y sonoros ejemplos, el doctor en Filología Clásica ha expuesto la relación entre expresiones comunes y culturales con su etimología latina, al igual que recoge el propio libro y las intervenciones que comenta desde hace siete años en el espacio radiofónico, que lleva por título la primera parte de la locución ‘Verba volant, scripta manent’ (Las palabras vuelan, lo escrito queda).
‘Latin lovers’ se estructura en 53 capítulos cortos llenos de “humor y sorpresa”, que se pueden leer de manera independiente y que en conjunto están pensados “para los que no tienen idea del latín, para quienes lo recuerdan con pavor y se quieren reconciliar, y para los que lo aman”.
“¿Y qué han hecho los romanos por nosotros?”, ha dicho al evocar y proyectar la escena en que esta cuestión es pronunciada en la película ‘La vida de Brian’.
Pues casi todo.
Aparte de la rica herencia lingüística en distintas manifestaciones, los romanos elaboraron el derecho como concepto de ciudadanía y el sistema jurídico como título de igualdad ante la ley, además de concebir “la forma de relacionarnos, la manera de entender el mundo, incluso de alimentarnos, y hasta el humor”.
Todo este legado verbalizado en el latín “merece la pena que le demos una mirada actual”, ha dicho el profesor ante medio centenar de personas, muchas de ellas escuchantes del programa divulgativo.
Vía láctea
El latinista tuitero, como se le conoce en las ondas, ha empezado por hablar de la vía láctea (camino de la leche), el espacio del cosmos que envuelve la tierra, como ejemplo de la proyección del latín, en este caso uno de los conceptos más primigenios que se ha conservado vigente y con el mismo significado tras 3.000 años de uso.
Pero no sólo esta denominación latina de dos palabras (una designación que introdujo el naturalista sueco Linneo en el siglo XVIII) ha sido resistente al paso de los siglos, sino otros términos como ‘campeones’, que vienen del campo de Marte, donde descansaban las tropas del ejército “que ganaban algo en el campo”, y que tras perder el sentido militar sigue significando “el que gana algo en competición”.