“Lo que veo, procuro sacarlo”, aunque “hay cosas que trato de mejorarlas”, admitió Mompéan sobre su obra pictórica, en la que destacan escenas de pueblos como Campo de Criptana o Almagro, aunque también urbanas como la Gran Vía de Madrid.
El terulense Albarracín, el asturiano Cudillero e incluso la más cercana Poblachuela también aparecen en los óleos de Mompeán, que incluye en la muestra varios cuadros de desnudos femeninos de espaldas y bodegones tanto de uvas y pimientos secos, ajos y cebollas como de artículos que retrotraen a décadas pasadas como, por ejemplo, un calendario del 73, una máquina de coser Sigma, una escoba de ramas atadas, viejas maletas, un transistor, un recogedor metálico, un molinillo de café, una plancha de hierro y una calabaza.
Hasta el 31 de enero se puede presenciar la muestra, en la que, además de realistas cuadros de animales como avejarrucos o de objetos como un pintalabios, se hallan, así mismo, una obra de temática más onírica o fantástica como los temidos Cuatro Jinetes del Apocalipsis batallando contra un ejército y dos cubistas, representando en una de ellas a un Cristo con dos penitentes a los pies y en la otra a unos teckels.
Madrileño de nacimiento e impresor de artes gráficas jubilado, su mujer es de Porzuna y “en el 91 nos vinimos de Madrid a Ciudad Real. Nos gusta esta tierra y tan a gusto”, comentó Mompeán, cuya hija, Margarita, diseñadora gráfica, resaltó que tiene “toda la casa forrada de cuadros”, además de múltiples obras de madera como cantareras, muebles con celosía, puertas e incluso soportes para el papel higiénico.
Toques costumbristas y también algunos ‘naíf’, con colores vivos y mucho contraste, siendo amplia la paleta cromática, se hallan en su pintura, la cual es “muy de corazón”, apreció Margarita, que elogió cómo pinta las luces y las sombras.