En “La doble vida de las cosas” la música compuesta para la ocasión por Alfonso Adán es un protagonista más. Y la coreografía, claro, expuesta en la justa medida y con eficiencia. La función asombra por su puesta en escena, atrevida, visual, sorprendente en algunas ocasiones. Se nota un gran trabajo de dirección, sobre todo para meter en cintura a la veintena de niños y niñas que participan en el montaje y que se comportaron como grandes actores.
Todos sabemos que los objetos se comportan de una forma extraña, el jabón se escapa de las manos, los botones se abrochan como quieren, las gomas se pierden o los bolis explotan. No es posible que los humanos seamos tan torpes. Raúl (Álvaro David Martínez López) está convencido de que hay algo detrás de todo eso. Su madre, Mayte Grueso, aunque no le hace mucho caso, señala que las agujas son ingobernables. Para su padre, a quien da vida Juan Navarro, los antipáticos son los clavos. Cristal, de quien hace Anabel Corral, no le hace mucho aprecio. Su hermana mayor, Paula Ling Perona, no le hace caso. Tan solo la pequeña (Irene Fuentes) cree a Raúl.
Una extraña mujer, un hada vestida de vagabunda, interpretada por Loli Blanco, hace sospechar al protagonista que es cierta su intuición. Los niños trazan un plan para descubrir el porqué de todo eso y se comprometen a elaborar una lista con los objetos sospechosos.
Pero es su abuelo, a quien da vida un magnífico Carlos Torres, quien lo lleva a conocer un lugar mágico, el sitio donde están los objetos que la gente pierde o tira a la basura. Un sitio que mantienen los abuelos. Un lugar deslumbrante donde hay bolis que han sido cerbatanas, botones que han rodado, clavos cansados de que les den martillazos o un compás que solo ha dibujado circunferencias en dos o tres ocasiones. Y lo más sorprendente, las moscas, que pueden acabar con la paciencia de los humanos. La vagabunda, ahora sí convertida en hada, los objetos y Raúl y el abuelo, bailan antes de abandonar un lugar del que, salvo por una circunstancia, nunca se volverá a acordar. Y, como se sabe y nos dice el hada, “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.
Hicieron de niños, de duendes y de objetos y se merecen que los nombremos, Paula Apio Perona, Imanol Berzosa Perona, Irene Castro Gómez, Jesús Espinosa Castellanos, Irene Fuentes Navarro, Alberto García Moreno, Julián Grande Campos, Antonio González Castillejos, Cristina González Navarro, Héctor Linares López-Ortega, Natalia Madrid Berzosa, Isabel Martínez de La Hoz, Jorge Navarro Perona, Noelia Pérez Tristán, Paula Ling Perona Abad, Miguel Perona Clemente Y Ana María Virian Bartos.
En apenas una hora, “La doble vida de las cosas”, atendiendo al aforismo de Gracián fue dos veces buena. Una obra que, a nuestro juicio, trata a los niños como personas, lo que seguramente hizo que el público más pequeño atendiese a la representación sin aburrirse. Cuando metafóricamente el telón cayó, los actores recibieron una ovación de gala y la directora, ante la insistencia de los aplausos, salió al escenario a saludar.