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29 marzo 2024
ACTUALIZADO 07:40
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      Imagen de archivo del juego de 'Las caras' de Calzada de Calatrava / Vox
      Ricardo Chamorro, Milagros Calahorra y Emilia Martín, hermano mayor de la Flagelación
      • Cofrades y fieles en el templo / J. M. B.
      • LA Virgen del Mayor Dolor / J. M. B.
      • El Cristo estaba preparado /J. M. B.
      • Se realizó el Viacucis en el templo / J. M. B.
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      El presidente de la Diputación -c- con la Hermandad del Ecce Homo (Pilatos)
      Hermanos y fieles lamentan la suspensión / Antonio López
      Armaos en la Ruta de la Pasión Calatrava en Aldea del Rey / Elena Rosa
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      Los fieles acudieron a orar al Nazareno / Elena Rosa
      El Guardapasos se llenó de fieles este Jueves Santo / Elena Rosa
      La Hermandad de la flagelación tampoco pudo salir en procesión / Elena Rosa
      Hermanas del Silencio que iban a acompañar a la Virgen / J.M. Beldad
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Pedro Garrido y Agustín Márquez: “El texto manda, con independencia del género”

Navaja Suiza
Pedro Garrido y Agustín Márquez son dos de los editores de La Navaja Suiza / Sonia Muñoz
César Muñoz Guerrero / MADRID
La piedra de Rosetta de La Navaja Suiza es un manifiesto hermoso e incendiario. Por lo menos un tercio de sus títulos son reediciones de obras olvidadas

Antes de lo demás, La Navaja Suiza fue la editorial que en 2016 puso de nuevo en el mercado En el corazón del corazón del país, del autor estadounidense William Gass, libro que la periodista Rosa Montero definió como un conjunto de “cuentos maravillosos sobre gente gris de vida gris”. Detrás de esa ocurrencia estaban, y ahí siguen, Pedro Garrido, Agustín Márquez y Bárbara Pérez de Espinosa.

Su piedra de Rosetta es un manifiesto hermoso e incendiario, La literatura es una actividad elitista. Su veneración por este arte es visible: por lo menos un tercio de sus títulos son reediciones de obras olvidadas. La nobleza de un proyecto de estas características es el ancla de barco que impide avanzar si no se sabe dónde se está pisando. En la entrevista hablan de los inicios, de sus cartas de navegación para leer y editar y de la atracción que ejerce sobre ellos el reto de situar la marca La Navaja Suiza en un panorama sometido al dictado de la actualidad.

PREGUNTA. ¿Cómo surge una editorial en la era del consumismo?

RESPUESTA. La Navaja Suiza nace como consecuencia natural del blog que escribíamos Pedro y Agustín, Libros e instrucciones de uso, en el cual, entre otras cosas, hacíamos entrevistas. Los directores de las editoriales nos preguntaban por qué no montábamos la nuestra propia y decíamos que no, pero nos lo repitieron una y otra vez muchas personas diferentes y nos planteamos crearla. Contactamos con Bárbara, que tenía otro blog con lecturas similares a las nuestras, y que también había querido desde siempre montar una editorial, y la invitamos a participar. Ese fue el empujón que nos faltaba para constituirla.

P. Como lectores, ¿qué autores prefieren?

R. Aunque cada uno tiene su orientación, coincidimos en un 75% de lecturas. A uno le gusta más el realismo sucio (Bukowski, Carver), a otro lo experimental (Gaddis, Perec)… Bárbara valora mucho el estilo y la forma de los textos y es quien acaba poniendo el equilibrio para que no haya un exceso de experimentación. William Gass era uno de los autores en los que coincidíamos. Tuvimos claro que En el corazón del corazón del país sería una carta de presentación que nos definiría bien. Hay que saber hasta dónde apostar lo literario, pero con compensaciones, porque si no no llegaremos muy largo.

P. ¿Tienen, o han tenido, una editorial favorita?

R. En nuestra generación, muchos lectores han sido incondicionales de Anagrama, por ejemplo; pero el montaje de la editorial va aparte de eso. Igual que el blog nos servía para compartir lecturas, como en una charla con amigos en un bar, la editorial nos permitirá ampliar la difusión de las lecturas que queremos compartir. No la creamos por decepción con el panorama, sino porque nos atraía esa experiencia. No somos filántropos, no podemos permitirnos perder mucho dinero, pero sí queremos poner en circulación obras que no están ahí y que, como lectores, desearíamos que estuvieran. Estamos dispuestos a invertir dinero para ponerlos en el mercado.

P. Entiendo que su línea literaria tiene la pretensión de evitar la fiebre de los superventas.

R. A la larga algunos de nosotros pretendemos poder vivir de la edición, pero por ahora el dinero que recuperemos lo reinvertiremos en nuevos libros. No tenemos prisa y por eso, aunque vaya a haber de todo, para nosotros el texto es lo que manda, con independencia del género. Hay que recuperar algunos que andan por ahí, que se publicaron en su día y que no tuvieron la atención que merecieron. Gass es uno de esos autores a los que creemos que hay que reivindicar y reeditar porque merece la pena que estén disponibles para el lector. El problema es que en la vorágine actual en que se mueve la industria hay publicaciones de las que nadie se da cuenta y que terminan descatalogadas.

P. ¿Han sido los primeros en dar una oportunidad en España a los autores de su catálogo?

R. A Danielle Collobert sí. Murió en 1978, ni siquiera se la había traducido aquí hasta la antología poética de Kriller71, donde se publicaron solo unos fragmentos. Y Morte d’Urban, Premio Nacional del Libro estadounidense en 1963, había sido publicado hace 50 años. Nuestro último título, La entreplanta, de Nicholson Baker, también tenía muchos lectores fieles que pedían una nueva edición tras su publicación en 1990. Es considerado por muchos una obra de culto, injustamente olvidada.

P. ¿Reeditarán o publicarán algunos textos que no tengan cabida en la competencia?

R. Tenemos que estar pendiente de lo que se dejan las grandes editoriales. Algunas publican autores muy buenos, pero no tienen interés en Gass, porque no puede vender 5000 ejemplares. Aun así, mantienen a David Foster Wallace o a Roberto Bolaño. Estas grandes empresas debían de saber que autores como Collobert, Rosario Ferré o Baker estaban ahí, pero buscan grandes cifras de ventas. No les ven salida, no les resultan comerciales. A esos autores nos tenemos que lanzar las pequeñas, que componemos nuestros catálogos a partir de ellos. Tenemos que apostar por la calidad.

P. ¿Quieren descubrir nuevos valores en el campo de la traducción?

R. Ese mundillo es cerrado y se mueve por recomendación. Fernando Peña Merino, editor de Underwood, nos presentó a Cecilio Santiago y congeniamos. Queremos intentar conservar a los traductores, que hagan carrera con nosotros y crezcan a medida que lo haga la editorial. Sobre la incorporación de gente novel, es complicado, pero ¿por qué no? Sin ir más lejos, la apuesta por Santiago fue, en parte, un riesgo. Conocíamos parte de su trabajo, pero no era alguien salido de la universidad. En La Navaja Suiza ha hecho una labor excelente con Gass, J. F. Powers o Baker. Se movía fuera del circuito y ahora lo hace en varias editoriales.

P. En su blog hay un manifiesto que afirma que la literatura no es un asunto de masas.

R. En una entrevista, Agustín dijo que estos libros no son para leerlos en el metro sino en el sofá. De alguna manera, llevaba toda la razón del mundo. Se le tiraron a la yugular. No somos una editorial de masas y, al ser minoritaria, sabemos que nuestro público será reducido. Realmente somos muy pocos, porque es difícil encontrar quien comparta nuestros gustos como lectores. No es que busquemos un nicho muy pequeño para sobrevivir y quitarnos del gran mercado. Simplemente coincide con nuestro gusto y tenemos consciencia de eso. Lo hemos vivido desde el otro lado.

P. Siendo así, asumen conscientemente los riesgos de la aventura…

R. No tiene sentido que un editor lamente que no gana dinero si no fundó la editorial pensando en crear lectores. Nosotros intentaremos atraer a unos cuantos dentro de los pocos que ya hay. Lo tenemos claro y no pasa nada por decirlo. En el siglo XIX ya había autores que se quejaban de que no se leía, y en el XX igual. Ahora, con los móviles y la gran oferta que hay, cada uno elige lo que quiere. Si no vendemos será porque no planteemos bien el modelo de negocio, no acertemos con los títulos u otra cosa. Lo atribuiremos a nuestro criterio, no al mercado.

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