Los primeros espadas de la música alternativa espejan con más fidelidad lo que la juventud curiosa busca en un artista. Marwan quería impartir educación física a alumnos de instituto y terminó encontrando una educación sentimental para sí mismo. Calcinó influencias como Ismael Serrano y Gloria Fuertes y las regeneró luego en códigos de onda corta. El perfeccionamiento le hizo descatalogar su obra anterior a 2008. No hay nada como montar Fort Apache contra sí mismo y salir airoso. Una trayectoria ascendente, un futuro que ya no es prometedor sino real, sold out como una letanía en las taquillas de nuestra Pachamama.
PREGUNTA. Gracias a la poesía, ¿hay ahora menos cosas que no puede responder?
RESPUESTA. Sí, en cierto modo. Las marañas de sentimientos se asientan al escribir, y a través de los versos canalizo esas respuestas. Así me replica la vida: muchas cosas se aclaran al reflejarlas a través de las palabras, que tienen un poder reflexivo del que carece el pensamiento que no se plasma. Estamparlas delimita emociones que antes carecían de un nombre o definición y que se encuentran de repente. Siempre quedan cosas que no puedo responder: la poesía, más que curar, alivia y ordena.
P. Las canciones son el pavimento de su obra.
R. Mi carrera es la de cantante, aunque hay gente que solo conoce mi poesía. Esta responde a una cierta moda: se venden muchos más libros, con independencia de que sean buenos o malos, y eso les pasa a todos mis colegas. Desde luego, mientras no pase la moda nos irá bien; con los años se irá viendo si permanecen o no esos textos. En cambio, en Madrid llevo viviendo de las canciones más de diez años. Uno nunca sabe qué pasará con la poesía: quitando Habitaciones separadas, de Luis García Montero, no hay muchos superventas de este género, y lo de Luis se debe a su calidad, no a las redes sociales como lo nuestro. Mi carrera musical es más sólida, yo era un artista independiente hasta que fiché por Sony. Me iba bien: llené sin promoción la Joy Eslava, el Circo Price o la Riviera, y había vendido más de 30000 ejemplares de mi anterior título, La triste historia de tu cuerpo sobre el mío, a través de mi editorial Noviembre. Estos sellos potencian mi carrera en lo tocante a perfeccionarla: Planeta me facilita vender ejemplares, Sony me ayuda a la hora de tener un productor artístico como Tato Latorre, etc.
P. Apuntes sobre mi paso por el invierno está más escarmentado por las vivencias que Trapecista.
R. Trapecista fue más visceral y alegre, no más feliz. En cambio, en Apuntes me encuentro más reposado y feliz, tomo las cosas con más calma y cavilo los problemas. Esta fue mi obra con menor influencia externa, me basé en mi experiencia. Antes pasaba por las cosas más de puntillas: Apuntes es más reflexivo por el momento vital en que se hizo. Un disco lo compones con 29 años y otro con 35: cambias mucho como persona en el tiempo que los separa. Ese proceso forma parte de la vida.
P. Las discográficas reaccionaron con lentitud a la hora de fichar a solistas, como en su caso. ¿En qué medida la industria puede cambiar una trayectoria personal y profesional?
R. Da igual que las grandes corporaciones se fijen en uno. Lo importante es que haya movimiento y medios para grabar y distribuir: quien quiere algo acaba encontrándolo. Puede que eso suponga dejar un poco el aspecto artístico por la labor de oficina. Cuando saqué Apuntes yo solo, busqué una distribución que posibilitara encontrarlo en todas partes. Mi faena ha sido de pico y pala: aun sintiéndome en un lugar privilegiado por poder vivir de mi creación, sé lo mucho que he trabajado y no soy un fenómeno puntual. Al fichar por Sony sí me planteé como objetivo sonar en emisoras de radio, algo que no he hecho nunca, pero lo cierto es que lo que más quiero es disfrutar. A veces, cuando las cosas van bien, hay más preocupación por mantenerlas que por vivirlas. Te sientes menos libre. Ante todo deseo seguir haciendo conciertos que me emocionen y divertirme recitando mis poemas. La prioridad es disfrutar; si llegan las radios y el éxito, perfecto.
P. Sería una suerte que este estallido mediático coincidiese con uno de inspiración.
R. La verdad que voy un poco a bandazos. Este año, no sé si por el hecho de detener la gira y haber descansado demasiado, me he sentido más bloqueado en el terreno creativo. Han salido muy buenas piezas, no tantas como esperaba; en cambio, para Apuntes y Todos mis futuros no paraba de hacerlas y todas me gustaban. Ahora no he tenido esa fluidez. También han sucedido cosas en mi vida que han marcado ese bloqueo, lo que se ve en todos los sentidos.
P. El apoyo mutuo que muchos de ustedes se prestan sugiere que por competitividad, en la canción de autor, no se mata.
R. En todas las profesiones hay una competitividad, en ocasiones solapada, lo que no es incompatible con que nosotros nos ayudemos. Los músicos independientes no teníamos otra manera de darnos a conocer más allá de las redes sociales o de subir al escenario en el concierto de un colega para acompañarlo en un tema. Los miembros de nuestra generación de cantautores también coincidimos en que estamos más volcados en lo emocional que en lo social. Quitando algunos casos puntuales, casi nadie desarrolla la temática de protesta. Los sentimientos invaden mucho más lo social hoy que antes.
P. Sobre su inspiración ha destacado siempre la trascendencia de Ismael Serrano.
R. Así es. Ismael ha sido una de mis principales autoridades desde que comencé. Sabina, Serrat o Drexler son otros cantautores que me han influido. En lo literario, destacaría a Benedetti, Miguel Hernández, Neruda, Gloria Fuertes, Luis García Montero, Benjamín Prado, la corriente de la experiencia de Vicente Gallego, Carmelo Iribarren o Luis Alberto de Cuenca.
P. ¿Saldrá el próximo álbum en formato libro o vinilo? ¿Qué espera de este próximo paso en su carrera?
R. Más que un libro al uso, quizá añada al disco algunos pensamientos: estoy preparando un nuevo poemario y puede resultar excesivo para un mismo año. No sé si saldré en vinilo: no soy fetichista y depende de la consideración que Sony tenga al respecto. Solo me importa expresarme, da igual que me llamen poeta o cantautor.