El artista nos cuenta que comenzó con la fotografía analógica hace poco más de un año y a revelar hace unos meses. La obra de Martínez se centra fundamentalmente en la fotografía de viaje, uniendo sus dos pasiones. La muestra consta de 26 instantáneas, en blanco y negro, fundamentalmente de paisajes urbanos. Imágenes de Birmania, Nueva York, Praga, Budapest, Vietnam, Ucrania, Holanda o Castellón. Dado que viaja mucho, la fotografía le sirve al artista para conectar con la sociedad que visita.
Martínez se aleja de la visión del turista y con su cámara intenta profundizar en los lugares que visita. Huye de la foto de postal y registra “la calle”. Y es que, al final la ciudad y los lugares los hacen las personas, “intento ir a ese retroplano que hay detrás de los monumentos importantes y los lugares más conocidos”.
Nos resulta raro que en una época en la que prima la fotografía digital, técnicamente fácil, haya artistas, jovencísimos en el caso de Nacho Martínez, que opten por el registro analógico de las imágenes, que vuelvan a las ampliadoras y a los fijadores. Nos cuenta que llegó por casualidad, necesitaba un teleobjetivo y sus padres tenían una cámara digital con uno. Al no encajar el objetivo en la digital se llevó la analógica y comenzó a disparar con ella. Primero mandaba los carretes a revelar a laboratorios y ahora lo hace él mismo “el resultado me gusta más, es más personal “. Además, dado que los carretes son finitos “aprendes más de técnica fotográfica”.
Nacho Martínez tiene muchos fotógrafos de referencia. Todos lógicamente creadores de fotografía analógica como Nicholas Nixon, Hiroshi Sugimoto o Edward Weston. Asegura que es un orgullo que haya una fotógrafa española y manchega como es Cristina García Rodero en la Agencia Magnun. Colecciona muchos libros y asiste a muchas exposiciones de fotografía. Nos confiesa que, además de la fotografía de viaje tiene más inquietudes artísticas como el retrato o revelados diferentes.
Considera una suerte la apuesta de El Rinconcito por el arte. Es muy importante que haya un local en Tomelloso que sea capaz de atraer el arte y la cultura como lo hace El Rinconcito de la mano de su propietario, Mario Caballero