Es una exposición ambiciosa que el artista solicitó «con mucha ilusión en el momento que ví como era el museo y su trayectoria». Antonio Rojas obtuvo uno de los galardones del Certamen Cultural Virgen de las Viñas en la edición de 2016 y conoció la pinacoteca en la inauguración de la exposición de los trabajos premiados.
El Museo Infanta Elena cuelga un año de trabajo de Antonio Rojas «mi reto consistía en hacer la exposición con obra nueva». Salvo dos, todas las pinturas expuestas están fechadas entre 2017 y 2018. Rojas se siente satisfecho porque «lo he conseguido». Nos cuenta que este ímprobo trabajo le ha supuesto «una gran oportunidad» ya que al artista le ha permitido «revisar toda mi obra en un lugar como Tomelloso que todavía me permitía hacer este ejercicio de autorreflexión, cual es mi trayectoria y hacía donde quiero ir».
Escapar de la propia trayectoria
El título de “La línea recta y el deseo” es muy significativo, nos cuenta Antonio Rojas, «porque tiene que ver con esa idea de escapar a la propia trayectoria». Y es que, «los artistas, a veces, sin darnos cuenta estamos encasillados, en un callejón sin salida y tenemos que reaccionar y tratar de salir de ahí y librarnos de la esclavitud del estilo para seguir mirando adelante»
En la muestra está la esencia y la presencia del estilo y de toda la trayectoria del artista «pero he querido coger todo eso, ponerlo en orden y revisarlo. Ver cuales son mis raíces, mis orígenes y que posibilidades tengo de ir adelante». Al artista, nos confiesa, siempre le ha preocupado «que mi obra se note que está hecha ahora». Con el ejercicio artístico que ha supuesto “La línea recta y el deseo” «no sé lo que habré conseguido, lo voy a ver cuando acabe la exposición, es la forma de cerrar un capítulo y continuar con otras expectativas».
Antonio Rojas usa óleo y acrílico principalmente y, aunque aparentemente puedan parecer variados, «la pintura está inspirada en el paisaje de origen de mi tierra, en el que viví en mi infancia, Tarifa». A Rojas, nos cuenta, siempre lo han vinculado a la Pintura Metafísica o Neometafísica, así, su ciudad recuerda a la obra de Giorgio de Chirico «todo ese aire ha estado presente en mi obra. Siempre he usado la silueta del espigón del puerto como lugar al que volver una y otra vez con diferentes inspiraciones. Creo que siempre continuaré pintando el puerto».
En la muestra también hay obras «más espontáneas, más inmediatas» donde el autor utiliza estructuras que ya ha utilizado otras veces en su pintura más clásica «pero usan imágenes inminentes». Vamos recorriendo la exposición con Rojas, parándonos cada poco, admirando su obra, atendiendo a las amables explicaciones del artista, «aquí —nos dice ante un cuadro—utilizo elementos que están planteados para que creen interrogantes, cogiendo lo que tengo más cerca, ya sea el estudio o la calle».
En la patria del realismo
Le hacemos ver a Rojas que viene a exponer a la patria del realismo más real «aunque yo no esté en ese camino, creo que se me entiende. El mismo Antonio López ha entendido mi trabajo, me ha premiado alguno en el algún concurso, lo que es un reconocimiento por su parte y una señal de que voy por el buen camino. Aunque mi pintura tenga ese aspecto contemporáneo, siempre hay algo de realismo».
Nos sorprende que a pesar de lo estricto de las líneas rectas el artista haga prácticamente lo que le da la gana con ellas, incluso en anárquico hasta en el formato de los cuadros «aquí hay un cuadro que representa un cruce de caminos y que podría ser perfectamente una escultura».
El cuadro se acaba en la mente del espectador
La obra de Rojas se presta a la libre interpretación del espectador, el artista —aparentemente— no ofrece referentes para la interpretación de la pintura. «El cuadro se termina en la mente del observador, es el que llega a acabarlo. Como cada espectador es un mundo, cada uno lo va a acabar de una manera. Sus vivencias, emociones y recuerdos le van a llevar a un sitio u otro. Lo importante es conectar con mucha gente».
En ese sentido y en el camino de ir hacía una obra más inmediata y actual, el artista se ha preocupado, en una serie de cuadros que hay en la muestra y que son diferentes, de «introducir una comunicación subliminal, que no se explica con palabras ni se entiende y que, dada la cultura de la imagen en la que nos movemos, el espectador entiende automáticamente. Su cerebro recompone las imágenes y el observador dice “¡aquí pasa algo!”». De tal manera que si se explica, se va a comprender enseguida, pero explicando se corre el riesgo de «se acabe el misterio del cuadro».
El artista debe reaccionar y denunciar las injusticias
El artista no explica varios de esos cuadros en los que ha plasmado y denuncia las contradicciones de la sociedad actual, las diferencias, las injusticias, el sufrimiento, los refugiados o el papel de artista «ser Narciso o preocuparse del aspecto social». Un aspecto, el social que «debemos tener en cuenta». Rojas plantea que el artista no puede permanecer ajeno a lo que le rodea, a denunciar las injusticias «ahora más que nunca, el artista debe reaccionar y trabajar en ese sentido».
Antonio Rojas no para, ya está preparando otro proyecto para el Centro de Arte Faro Cabo Mayor de Santander, que será en enero «tengo que ir allí y ver el proyecto que encaja. Podría llevar cuadros de esta exposición pero no quiero hacer eso, pretendo que cada proyecto esté vinculado al lugar donde se va a hacer».
Virgen de las Viñas Bodega Almazara «es un gran ejemplo a seguir en su apuesta por la cultura». El certamen que patrocina, señala, Rojas, «es un apoyo importante para los artistas, sin él no sé qué sería de muchos de nosotros».
