Eligió este 15 de octubre por simbolizar Santa Teresa “muchas de las cosas” que tienen que ver con las investigadoras en relación con el afán por “seguir un camino que nos apasiona, no sólo de investigar sino también de dar a conocer”, además de reflejar la tardanza en el reconocimiento de la labor de las mujeres, al cumplirse apenas 54 años del nombramiento de la reformadora de la Orden del Carmelo como la primera Doctora de la Iglesia.
Antonio de Juan y Luis Mansilla, consejeros del Instituto de Estudios Manchegos y a quienes Almarcha dirigió sus tesis, ejercieron de padrinos en un acto en el que la doctora en Historia del Arte y directora del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha trazó un recorrido por la edad contemporánea para hablar de “cómo nos han percibido y cómo nos hemos percibido y transformado en función de esa idea de la provincia de Ciudad Real”.
La investigadora manzanareña comenzó su intervención con una perspectiva caleidoscópica de imágenes históricas que incluyó desde el Gran Teatro de Manzanares, ruinas de Almadén, el santuario de Alarcos y precisamente el salón de baile del antiguo Casino de Ciudad Real a espacios significativos de naturaleza como las Lagunas de Ruidera y la Tabla de la Yedra, pasando por una portada de Blanco y Negro protagonizada por mujeres tomelloseras con pantalones, trabajadoras del campo y terreras artífices de sus famosas bodegas.
No faltaron imágenes de la iconografía del Quijote, con el letrero ‘Un lugar de La Mancha’ recibiendo al visitante en muchos pueblos, como uno de los referentes de cómo se percibía desde el exterior este territorio y disertó sobre su pasión por la literatura de viajes, que comenzó con el libro recomendado por su tía ‘Viaje por España’, de Teófilo Gautier. La visión entre lo real y la ensoñación, a veces marcada por la influencia de las aventuras del ingenioso hidalgo, se encuentra en las estampas de estos viajeros, comentó Almarcha, que proyectó imágenes de cartografía y aludió al viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal de 1668 y 1669, cuyo médico que le acompañaba escribió al llegar a La Mancha ‘estamos en territorio del Quijote’.
La atracción del militar inglés E. H. Locker de visitar El Toboso en sus ‘Paisajes de España’ de 1823 por el peso de los personajes ficticios también apareció en su intervención, así como la influencia de la percepción del territorio con la llegada del ferrocarril y las acuarelas que realizó el ilustrador Urrabieta Vierge, sin olvidar ‘La ruta de Don Quijote’ que describió Azorín en 1905 y el boom de las postales de las primeras décadas del siglo XX con propósito, por un lado, de coleccionismo y, por otro, de dar a conocer el territorio.
Los folletos que saca el Patronato Nacional de Turismo de la provincia, la labor de fotógrafas de la Hispanic Society en la que aparecen artesanías como el encaje de bolillos, la difusión que realizan de Ciudad Real empresas privadas y la imagen de la Puerta de Toledo utilizada en los primeros años de la dictadura como monumento de los caídos se fueron sucediendo en el recorrido visual trazado por Almarcha, que también mostró la recuperación de elementos representativos del patrimonio como los castillos y los molinos y campañas de promoción turística tomando escenas manchegas como reclamo en la España del desarrollismo.
Se empezó a acomodar el territorio al turismo, fusionando realidad y ensoñación en diversas restauraciones patrimoniales, destacó Almarcha, quien, tras recibir la medalla y el diploma del Instituto de Estudios Manchegos, fue felicitada por el concejal de Cultura, Pedro Lozano, tanto por su intervención como por su trabajo docente e investigador transmitiendo la pasión con la que trabaja de forma cotidiana.
También Antonio de Juan, en la laudatio previa, calificó a Almarcha, quien ha dirigido veintiséis tesis doctorales, como una gran investigadora y una de las estudiosas más relevantes del patrimonio de la provincia.