El proyecto artístico, realizado con material reciclado y orgánico, habla “sobre la sinrazón de la basura y la constante fabricación de objetos innecesarios que nunca se podrán usar ni almacenar”. Estas cuestiones, indica la autora, le provocan inquietud, cuestionándose como artista la necesidad de expresar la preocupación que siento por el medioambiente y la vida. “Todo esto me hace soñar con la utopía de cómo sería un planeta limpio de objetos inútiles”.
Todas estas reflexiones le llevaron a la idea de crear un lenguaje muy personal replicando la acción y los recursos de su niñez. “En mi investigación comencé a crear mundos imaginarios al Igual que cuando era niña. Me entusiasmé pensando en dibujar y maquetar pequeñas historias con todos los objetos que me encontraba, dándoles otra utilidad, una nueva imagen desde el reciclado”.
“En mis paseos por el campo, recogí cartones, plásticos, piedras, maderas… Con esos objetos sin utilidad, me puse al igual que cuando era pequeña a diseñar espacios, paisajes, animales, habitantes. De esta manera los renombré como un pequeño juego. Así las ‘alimalacias’ describen a todos los seres de mis pequeños paraísos: ‘los perraceos’, ‘las culebraceas’, etc. En esas inventadas biosferas lo arbóreo tiene su nombre: ‘las montuosacias’. De esta forma, fui creando a partir del desecho de diferentes materiales, una idealización primitiva e infantil de mundos y parajes limpios de armas, de objetos inútiles y de basuras”, señala.

Alarcón elabora las piezas como si fueran jardines verticales en tres dimensiones. En referencia al color, utiliza una gama tonal y cromática saturada provocando sensaciones dulces, con sabor a caramelo de feria. En el estudio de la composición espacial, busca combinar el equilibrio con el vértigo, “al igual que cuando era niña y jugaba caminando por el filo de una tapia del pueblo”.
Mientras concibió este proyecto, pretendió “sentir de nuevo la ingenuidad de ser niña, recordando cuando miraba tumbada en el suelo y observaba los insectos y cuanto había alrededor. Me parecían pequeños mundos como alejados del mío pero muy limpios”.

‘Magical Paradise Interstellar’ ha sido un proyecto de investigación y retrospección personal de sus emociones actuales mezcladas con la memoria de “los páramos limpios”, los que recuerda cuando fue niña.
Leonora Lesper destaca que la exposición representa, de un modo primitivo e intuitivo, la singularidad del arte metaverso, en el que la artista lleva investigando desde hace una década. A través de esta propuesta, “transporta al espectador a diferentes mundos mágicos que aparecen insertados a modo de ventanas, unas sobre otras, como ocurre en el mundo digital. La colección la creó por medio de objetos reciclados y transformados, a los que da una nueva existencia, consiguiendo singulares paraísos mágicos de otros mundos, que pertenecen al metaverso que experimenta en sus estados de ensimismamiento. Las piezas de la colección están realizadas en materiales simples como madera, plásticos, piedras o cartón, dispuestos en tres dimensiones, utilizando un cromatismo muy propio de la artista, en perfecta armonía”.