Como ya habíamos adelantado, desusada enjundia, y desacostumbrada profundidad de ideas en el Discurso de Fernando García-Cano Lizcano. No fue banal su prueba de fuego, que dentro de las dificultades que el proceloso mundo de la filosofía entraña, aprobó cum laude. Su Discurso de Ingreso en el Instituto de Estudios Manchegos, en un emotivo acto celebrado en el Seminario de Ciudad Real, llevaba por título “Reivindicación de la Filosofía desde una razón integradora”. Convirtiéndose en un puro alegato en favor de esta ciencia, “que no pasa por sus mejores horas, sino que se encuentra en plena bajamar, aunque la filosofía demuestra su utilidad por sí misma”.
En la Mesa presidencial de un Salón de Actos que se quedó pequeño, el Presidente del Instituto de Estudios Manchegos, Alfonso Caballero Klink, el Rector del Seminario Diocesano, Manuel Pérez Tendero, y el Director Provincial de Educación, Cultura y Deporte, Francisco José Navarro Haro. Además de la Secretaria en funciones del IEM, Ana Fernández Rivero.
Caballero Klink agradeció al Rector del Seminario la puesta a disposición de sus instalaciones, “ciertamente un escenario emblemático y poco frecuente, pero altamente apreciado y significativo como semillero de cultura”. Acto seguido se procedió a la lectura del Acta de elección como Consejero en la persona de Fernando García-Cano Lizcano, e hizo su entrada en la Sala el recipiendario flanqueado por sus dos padrinos, los Consejeros de Número Vicente Castellanos Gómez y Antonio Ciudad Serrano.
UN DENSO DISCURSO…
El discurso de García-Cano estuvo diseñado bajo un Preámbulo y una Conclusión, enmarcando otros siete puntos clave en el enunciado y desarrollo de su propuesta: “La Fe y la Razón veinte años después de una encíclica”; “Luces y sombras de la filosofía en el sistema educativo español”; “Los excesos de la filosofía concebida como reina de todas las ciencias”; “De la reina destronada al encumbramiento excluyente de la ciencia experimental”, y “Los beneficios para la interdisciplinariedad de la epistemología del siglo XX”. Además de “Un futuro esperanzador para la razón integradora y múltiples retos que sortear, y “La tarea de filosofar desde una razón integradora”.
En su intervención, el consejero electo realizó un extenso recorrido cronológico y temático, que le permitió transitar por el devenir histórico de esta disciplina, y preguntarse de dónde viene la desafección a la Filosofía, “que ha sobrevivido a su muerte varias veces… y por eso estamos ahora en el tiempo de reivindicar una nueva filosofía, que sepa estar a la altura del tiempo presente, en un diálogo crítico con todas las instancias que conforman la cultura, y sobre todo en relación con las ciencias experimentales”.
“Unas ciencias a las que -según el conferenciante- la Filosofía no siempre estuvo muy atenta a lo largo de la historia, con los problemas políticos y sociales imperantes en cada momento”. Preconizó García-Cano una nueva filosofía, “abierta al diálogo con las instancias fruto de la trascendencia humana, como el arte y la poesía”, y dentro de ese tipo de razón que él gusta llamar “integradora, y que se justifica por sí misma”.
El recipiendario espera que “en tiempos tecnológicos, incluso tecnocráticos, todo vuelva a su cauce si se recupera un aprecio a las humanidades”. Un aprecio que sepa encajar en nuestra vida cotidiana “ya que la filosofía no solamente no estorba, sino que es absolutamente necesaria”. Y confía haber aportado modestamente su granito de arena, “en orden a que la Filosofía vuelva a ser socialmente apreciada, porque la razón integradora y la ampliación de sus horizontes es decisiva para la cultura y la sociedad de nuestro siglo XXI”.
…CON INTERROGANTE CONCLUSIÓN
En la Conclusión, el ponente se plantea interrogantes como “¿En qué consiste, pues, el ejercicio de una razón integradora?” o “¿Cuál es el tipo de pensamiento filosófico que genera semejante razón?”. Respondiéndose a sí mismo que “ese tipo de razón integradora es el que han ejercitado los clásicos, entre nosotros Unamuno, Ortega, Morente, Zubiri o el que ejercitan filósofos que tienen ya una trayectoria digna de ser estudiada y que son contemporáneos nuestros”.
Sabiendo -con Trías- que la filosofía debe recuperar el pulso de las grandes cuestiones no nos extrañará comprobar que “las cuestiones siempre son las mismas: las que Kant formuló: ¿Qué podemos conocer? ¿Qué debemos hacer? ¿Qué tenemos derecho a esperar? ¿Qué es lo que somos, qué es el hombre? ¿En qué consiste el misterio por excelencia, el relativo a nuestra propia condición humana? Lo más descorazonador es que las ideas filosóficas que podrían salvarnos del marasmo existen, y han sido pensadas a lo largo del siglo XX”.
“Se impone por tanto, afirmó el conferenciante, la necesidad de discernir esas ideas filosóficas que existen, porque ya han sido pensadas, pero que tal vez esperan una tranquila y sosegada asimilación por nuestra parte…”. Cierto es que “La verdad, aunque hubiera sido pensada y descubierta hace siglos, siempre podrá ser fresca y nueva”. En todo caso, “tenemos por delante la apasionante tarea de colaborar en la fragua de una filosofía que sea auténtico ejercicio de una razón integradora, que posibilite una nueva credibilidad y utilidad social del pensamiento filosófico, que requerirá un lento y progresivo aprendizaje. Y yo espero haber contribuido modestamente a ello, incluso con este Discurso de Ingreso en el Instituto de Estudios Manchegos”.
Finalmente agradeció García-Cano “el aprecio de Vicente Castellanos hacia mi trayectoria y mi persona”, y en medio de nutridos aplausos recibió su medalla y diploma acreditativo de Consejero de Número, pasando a ocupar su lugar en la Mesa presidencial.
APASIONADA LOATIO
El consejero y padrino Vicente Castellanos Gómez pasó a la lectura de la Loatio del homenajeado, afirmando que “La Filosofía con mayúsculas entra hoy a formar parte irrenunciable del Instituto de Estudios Manchegos. Es más, en las palabras de Fernando García-Cano Lizcano, la Filosofía se embellece porque las propias frases, su construcción lógica y su pronunciación exacta forman parte de la belleza que expresa el pensamiento y los anhelos de los hombres”.
Para Castellanos, “Las palabras pudieran parecer inútiles, como la propia Filosofía, pero sin palabras, cuánta belleza, cuánta racionalidad, cuánta esperanza y cuánta lógica perdería este mundo”. Agradeció a García-Cano el discurso bien construido, “de palabras bien sentidas, bien reflexionadas y bien expresadas, y que posibilitan el gozo de escucharlas”.
Continuó Castellanos afirmando que “Pocas veces hemos asistido a una lección magistral que derrumbe tan eficientemente el utilitarismo materialista del Círculo de Viena y la Escuela de Frankfurt, nacidos ambos en el paréntesis de entreguerras del siglo XX, y con honda repercusión en la llamada postmodernidad filosófica de dicha centuria”. García-Cano clama, por el contrario, “por una filosofía abierta a la espiritualidad y la trascendencia, en cuyo contexto la razón está en constante diálogo con la fe, la Filosofía con la Teología, y todas con el Arte”.
Afirmó haber querido entender como mensaje esencial de la disertación “que la razón no divide sino que integra, conexiona las ciencias con las humanidades, y, desde esta perspectiva, es básica en la educación y debiera tenerse en cuenta en cualquier proyecto pedagógico verdaderamente integrador”. Definió a García-Cano como comprometido pastor y sacerdote de la Iglesia Católica, al mismo tiempo que gran pensador y reconocido profesor.
UN PERSONAJE ILUSTRE
Hizo a continuación un amplio recorrido por su ingente formación académica y actividad docente y evangelizadora de “formación rigurosa, prolongada y generosa en esfuerzos”. Su licenciatura en Estudios Eclesiásticos por el Centro Teológico del Seminario Diocesano de Ciudad Real; su licenciatura en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma, y por su doctorado en Filosofía por la Universidad de Navarra, siendo ya profesor de Filosofía de Enseñanza Secundaria, y ocupando el cargo de párroco de la Parroquia del Pilar de Ciudad Real.
Destacó igualmente Vicente Castellanos la dimensión pastoral de Fernando García-Cano Lizcano, “de la que no podemos olvidarnos, pues a buen seguro es la cara más humana y real del nuevo consejero”, en medio de otros innumerables méritos relatados, y que es imposible reproducir. Pero, resaltó especialmente “su encuentro con nuestro Instituto de Estudios Manchegos, que tiene en él una dignísima personalización de la nueva Ilustración filosófica, sin olvidar la producción musical de don Fernando, autor de canciones religiosas de impregnación profundamente cristiana, que hoy se cantan en muchas de nuestras parroquias y que un día tuve el privilegio de arreglar y grabar personalmente”.
Terminó Vicente Castellanos diciendo que “La filosofía entra con letras doradas en nuestra casa, el Instituto de Estudios Manchegos. La razón integradora de Don Fernando García-Cano es la llamada a mantener la llama filosófica en nuestras vidas y, sobre todo, en la educación. Desde aquí le invito a no desfallecer y donarnos durante mucho tiempo su trabajo, a favor de la dignidad personal y la convivencia humana”.
En la clausura, el Director Provincial de Educación, Cultura y Deporte, Francisco Navarro, felicitó al nuevo consejero de número del IEM, y se congratuló de ser amigo personal y profesor, como él, de Filosofía. Felicitó igualmente al IEM por haber apostado también por admitir a la Filosofía entre las disciplinas estudiadas por sus consejeros.
Cerró el acto el profesor de Exégesis y Rector del Seminario Diocesano, Manuel Pérez Tendero, compañero de promoción de García-Cano, y formado en los Jesuitas de Roma. Le felicitó efusivamente, agradeció vivamente la presencia de todos, e invitó a los presentes a un aperitivo ofrecido por la “Asociación Amigos de D. Pedro Pardo”, cuyos miembros, con su presidente Vicente Granados a la cabeza, se esforzaron por conseguir un encuentro agradable y distendido.