“Sincero, coherente y consecuente con lo que dice y escribe”. Así define a José Hierro su amigo y también poeta, Manuel López Azorín, que participó ayer en el recital de homenaje organizado por el Grupo Literario Guadiana y la Diputación, con motivo del décimo aniversario del fallecimiento del autor de Con las piedras, con el viento y Cuaderno de Nueva York.
Tanto en su poesía de reportaje como en la de alucinación, que a veces mezcla, Hierro trata siempre en esa obra “tan íntima y personal de desnudarse sin que los demás noten que se desnuda demasiado”. En la de alucinación, crea una especie de vaguedad, umbría y niebla y lo hace para que “no se note que está ahí desplomándose, desnudándose, llorando y sufriendo en el poema, apreció López Azorín, que indicó que, aunque en la poesía de reportaje es más narrativo, seco y sin emplear florituras verbales, también utiliza un lenguaje absolutamente sincero y verdadero, siendo su creación de testimonio de vida en un sentido más social.
López Azorín, que contó anécdotas de su amistad con Hierro y que recitó El rey Lear en los claustros ya que la hija del poeta homenajeado, Marian, es la protagonista de este poema, resaltó que se trata de un autor que, pese a que vivió la dureza de la postguerra y del paso por la cárcel siendo muy joven, siempre apuesta por salir de las dificultades “a base de optimismo, esperanza y ganas de vivir”.
“Aunque su poesía sea a veces dura y triste, siempre tiene un fondo de intento de esperanza y alegría”, comentó sobre la creación de “un grandísimo poeta” cuya obra “no sólo no se olvida diez años después de su muerte sino que cada vez se estudia más en todas partes”.
En cuanto a lo personal, Hierro, a quien le gustaba mucho dibujar -afición de la que echaba mano para “entretenerse y abstraerse” cuando había mucha gente en actos públicos y porque también era “tímido”, era un hombre “aparentemente rudo, parecía un soldado siempre corriendo de un lado para otro, incluso en algunos aspectos parecía iracundo y, sin embargo, en el plano más íntimo, familiar y cercano era un hombre tierno, absolutamente encantador y buenísima persona”.