Mahler, que negó su primera sinfonía el sobrenombre de “Titán”, no alcanzó el reconocimiento debido hasta mucho después de su muerte, pero es una verdadera joya. Sin llegar a romper completamente con la tonalidad, llega a explorar los límites en una incesante búsqueda de los trascendental, es decir, de la expresión de sus ideas más profundas, que sin llegar a ser resueltas, supone un nuevo lenguaje en la música del siglo XX.
Así pues, Miguel Romea con su habitual solvencia, junto a la Orquesta Sinfónica Verum, serán los encargados de exhibir ese poderoso nuevo lenguaje, con los verdaderos matices que requiere tanto la obra como la formación orquestas, ambas de colosales dimensiones