Según Operabase, la web que recopila estadísticas de representaciones a nivel mundial del mundo de la ópera, Madama Butterfly (Giacomo Puccini) es la sexta ópera más representada en el mundo, tras La Traviata, Carmen, La flauta mágica, La Bohème y Tosca. En los puestos 7 al 10, figuran Las noches de Fígaro, El barbero de Sevilla, Rigoletto, y Don Giovanni. Y, para completar la estadística, diremos que de las diez primeras óperas, tres son obra de Mozart y otras tres Puccini; dos son de la autoría de Verdi, y Bizet y Rossini son los compositores de cada una de las otras dos óperas restantes.
Pero centrémonos ya en la ópera que hoy nos ocupa, Madama Butterfly -título italiano y apellido anglosajón- que en la traducción del japonés (Cio-Cio-San) con el mismo significado nos da “Señora mariposa”. Y dentro de esta ópera, Un Bel di Vedremo es el aria más conocida, y tal vez una de las piezas musicales más emocionantes dentro de la literatura operística. Aunque será “una felicidad y un bien anhelado” que nunca llegará al hogar de nuestra desdichada protagonista.

El término aria (del italiano Aria = Aire) es un elemento esencial en la ópera, y en otras formas de teatro musical. Creada para ser interpretada por una voz solista, un aria permite al cantante de ópera mostrar sus habilidades vocales, sin la compañía del coro. Aunque generalmente se acompaña de una orquesta, el protagonismo recae en la voz del solista, que resuena entre todos los asistentes de la sala. Esta estructura musical, nacida en el Renacimiento, ha evolucionado hasta convertirse en uno de los momentos más emocionantes y esperados de cada ópera. Y diremos que el aria en una ópera cumple varias funciones cruciales, que enriquecen tanto la narrativa como la experiencia del espectador.
CONCEPTUALIZANDO EL ‘ARIA’
En primer lugar, permite al personaje expresar sus sentimientos y pensamientos más profundos, proporcionando al público una comprensión más íntima de su estado emocional, y creando una gran intensidad dramática. Además, el aria contribuye al desarrollo del personaje, explorando mediante música y letra, sus pensamientos íntimos, motivaciones y conflictos internos. Igualmente, el aria ofrece al cantante, un espacio para la demostración de su virtuosismo vocal y habilidades interpretativas, añadiendo una mayor dimensión al rendimiento operístico. Por último, el aria actúa como un interludio dramático, creando un momento de pausa en la narrativa, que permite a la audiencia reflexionar sobre la trama y los personajes.

Ciñéndonos a nuestra ópera de hoy, es en el segundo acto de Madama Butterfly, cuando Cio-Cio-San vive y canta uno de los momentos más dramáticos: el momento en el que su marido, el marino militar Pinkerton, regresa de Estados Unidos con su nueva esposa estadounidense. La joven geisha, devastada tras varios años de espera y esperanza con un amor nunca correspondido, le entrega a su propio hijo y se suicida. Unos momentos -la representación dura más de dos horas- donde la tensión es máxima, y la emoción indescriptible.
Emoción elevada al máximo, no sólo por el fondo de la obra, sino, sobre todo, por la forma en que este espectáculo ha sido tratado. En su conjunto es una obra de primer nivel, cuya escenografía, actores y cantantes, bien pueden exhibirse en los mejores escenarios del mundo. Precisamente por eso se ha concebido con tanta minuciosidad. Un magnífico plantel, desde la excelencia de la soprano María Ruiz (Cio-Cio-San), a la singularidad de Eduardo Sandoval (Pinkerton), Mali Corbacho (Suzuki), Manuel Mas (Sharpless), o Ángel Walter (Goro), todos ellos experimentados y consumados artistas… Y no nos olvidamos de mencionar la extraordinaria y afinada sincronización del coro AMAO, de Tomelloso y, desde luego, de la OFMAN, nuestra orquesta que sonó mejor que nunca. Al frente de ellos, Javier Benito y Francisco Antonio Moya respectivamente.

MADE IN JAPAN?
La también dirección escénica de María Ruiz, delató su pericia, su profesionalidad, y su veteranía en las tablas… Nada menos que un centenar de “Madamas” ha representado ya en su vida, y al amparo de muchas banderas y casi todas las fronteras de Occidente. Lo cierto es que en un espectáculo montado al estilo ‘minimalista’ que Japón vive, nada sobraba. Recordaremos que, según el DRAE, “Minimalismo es la Corriente artística contemporánea que juega con elementos limitados”. La tendencia estética e intelectual, busca la expresión de lo esencial eliminando lo superfluo.
Este movimiento artístico, iniciado en 1960, se identifica con un desarrollo del arte occidental posterior a la Segunda Guerra Mundial. Y es claro que el ‘minimalismo’ utiliza elementos mínimos y básicos, como colores puros, formas geométricas simples o tejidos naturales… Pero en el Quijano no sobraba nada… aunque tampoco faltó. Una escenografía “de premio”, con la mayor exactitud en las videoproyecciones, con una iluminación bien estudiada, con voces potentes y aterciopeladas, y con una puesta en escena “absolutamente japonesa” en los desplazamientos y el lenguaje gestual. Hasta nuestra María Ruiz, rubia, joven, bella y alegre, se nos convirtió en una mujer asiática, morena, triste, esperanzada, y profundamente espiritual…
María Ruiz daba como una auténtica japonesa. Hasta en los gestos de una auténtica actriz, no sólo cantante. “Pero la historia es tan real, y lo hemos ensayado tantas veces, que hasta nos emociona cada vez que nos ponemos en escena. A pesar de lo triste de la historia, es todo muy bonito, maravilloso. Esta obra la he interpretado ya un centenar de veces, y me sigue emocionando”. Y, aunque no sabemos bien cómo cantan los japoneses, nuestra soprano segoviana y madrileña cantó como los propios ángeles… cuyo canto desconocemos si será verdaderamente “unisex”.

Magníficos también en sus voces y roles, los otros personajes protagonistas (Pinkerton, el Cónsul americano, el enamorado incondicional de Cio-Cio, el ceremonioso sacerdote japonés, o la grandeza -física y vocal- de la criada Suzuki…). Cuando acaben de rodar con esta Butterfly, acometerán el montaje de la ópera Carmen de Bizet, que podremos ver en Ciudad Real probablemente en el próximo otoño-invierno.
ESCENOGRAFÍA MINIMALISTA
La escena plácida, serena, descansada para la vista, sin colores lesivos ni ruidos estridentes fue toda una agradable sorpresa. Aunque, si se me permite, sorpresa no tanta… Ya la elaboración del Programa y la confección del dossier de prensa era un botón de muestra de lo que después vendría. El mejor dossier que hayamos visto. Confeccionado con una claridad, pulcritud y mimo -en textos y fotos- que ya nos gustaría encontrar en otras producciones.
Y todo ello en una productora de Castilla-La Mancha (“Telón”), cuyo buen hacer ya hemos conocido en Rigoletto, Aida o Nabucco en el mismo Quijano, y en otros montajes presentados en el Festival de Almagro. Felicidades, pues, a los albaceteños de “Telón”, y a un joven profesional de la imagen, Alejandro Contreras residente en Madrid. Que ha “bordado” el ‘antes’, ‘durante’, y ‘después’ del espectáculo… Pero que, además, es un joven cercano, asequible y humano. Que conste en Acta, con permiso de Manolo Portero, el alma de la productora “Telón” que, desde Albacete irradia por tantas latitudes.

También queremos relatar que el hijo de Cio-Cio-San y Pinkerton de la historia, por necesidades del guión se vio aquí protagonizado por una encantadora niña de cuatro años: Isabel González Villalvilla. Hija de uno de los cantantes, Isabel estuvo en todo momento acompañada y asistida por su madre, y sintiendo igualmente el calor cercano de su padre. Su presencia, su papel y su entregada actitud, fueron vivamente reconocidos por el enardecido público que llenó el Quijano.
El GRAN PUCCINI
Giacomo Puccini (Lucca, Gran Ducado de Toscana, 1858-Bruselas, 1924), fallecido a los 65 años, tuvo una intensa actividad, siendo un visionario indiscutible e indiscutido, creador de los conceptos de música que regirían el cine durante el siglo XX (los leiv motiv que identifican obras, lugares y personajes). Para él, el uso de pasajes modales o recursos politonales, y la tonalidad o la atonalidad, eran simplemente ‘cuestiones de efecto que estaban definidas por las necesidades dramáticas de la obra’. Por ejemplo en Tosca, la forma en que reemplaza el texto por pasajes musicales, nos anticipa la acción que está por acontecer, al mejor modo de Alfred Hitchcock en sus películas de suspense.
Tenemos otro claro ejemplo en La bohème: Cuando se escucha el tema de Mimí antes de que ella aparezca en escena, o cuando Rodolfo les dice a sus amigos que va a quedarse en la buhardilla… Fue uno de los pocos compositores de ópera, capaces de usar adecuada y brillantemente las técnicas operísticas alemana e italiana. Se le considera el digno sucesor de Giuseppe Verdi, y algunas de sus melodías, como «O mio babbino caro», de Gianni Schicchi; «Che gelida manina», de La bohème, y «Nessun dorma», de Turandot, forman parte hoy en día de la cultura popular.

Algunas de estas inolvidables melodías, hemos tenido ocasión de escucharlas más de una vez, interpretadas por grandes músicos callejeros, en las avenidas de Madrid, Roma o Viena: el efecto y la emoción son totales. La primera ópera de Puccini fue Le Villi (1884), y su primer triunfo Manon Lescaut (1893). Sin embargo, además de doce óperas, Puccini escribió otras obras notables, como una Misa de Gloria, un Himno a Roma, un capricho sinfónico, dos preludios sinfónicos y tres minués para cuarteto de cuerda.
MADAMA BUTTFERFLY
Estamos ante una ‘Ópera en tres actos’ de Giacomo Puccini, con libreto de L. Illica y G. Giacosa. Una obra basada en parte en un hecho real, narrado por el misionero norteamericano, John Luther Long. La ópera se estrenó en La Scala de Milán el 17 de febrero de 1904, con Rosina Storchio y Giovanni Zenatello, y fue ampliamente protestada. Hasta el punto de que Puccini la retiró y, abreviando algunas escenas, consiguió reestrenarla con gran éxito esta vez, en el Teatro Grande de Brescia el 28 de mayo de 1904, con S. Krusceniska como protagonista.
Desde entonces ha gozado de un enorme éxito universal… Montándose en todos los teatros de ópera del mundo, habiéndose grabado y filmado con profusión, y que continúa exitosamente en el repertorio. El argumento trata de un marino norteamericano, Pinkerton (tenor) se ha casado con Cio-Cio-San (soprano), con la que tiene un hijo. La joven es repudiada por su pueblo y por su gente, y sólo le mantiene viva la esperanza de volver a estar con su amado americano. Espera pacientemente su regreso, con la sola comprensión de su criada Suzuki (mezzosoprano).

Por fin, el reencuentro se produce, pero Pinkerton frustra las esperanzas de Cio-Cio cuando aparece con su nueva esposa americana. Y encima, viene para llevarse con él a su hijo de 4 años… El sueño de Cio-Cio se desvanece… Pero cede a la presión, entrega el hijo amado a su padre, y sola y engañada se siente presa de la desesperación. El dramático final Cio-Cio-San llega con su mortal harakiri. Que pone los corazones en un puño, y que solemniza el leiv motiv de toda la obra. Que también cuenta con retazos del Himno de Estados Unidos, cuando Pinkerton o el cónsul norteamericano entran en escena.
MEMORABLE FUNCIÓN
Así nos atrevemos a calificarla, de memorable. De este Puccini “tocado por el meñique de Dios” (como él mismo decía) para que escribiera sólo para el teatro, nace esta sobrecogedora historia de la joven geisha Cio-Cio-San, que consigue fascinar al público desde la verdad de sus emociones. Un conmovedor viaje por la ilusión y alegría primeras, de su matrimonio con el oficial de marina americano Pinkerton en las colinas de Nagasaki. Aquella ciudad que el 9 de agosto de 1945 recibiera la segunda bomba nuclear de los Estados Unidos de América, y que sería el epílogo de la Segunda Guerra Mundial.
Según la propia María Ruiz, “aquel Pinkerton acaba destruyendo a Cio-Cio-San casi totalmente, pasando por la duda e incertidumbre del abandono y rechazo familiar, bajo el estricto código civil japonés, el Horei, para llegar a un final heroico cual amapola a la que, tras marchitar, sólo le queda perder todo para ser el símbolo de un recuerdo”. Confiesa nuestra soprano, que este personaje de Cio-Cio-San ya tuvo el honor de trabajarlo en una Producción con actores de Hollywood, de Lobezno inmortal, y de X-Men.
En opinión de esta excepcional soprano: “Desde una mirada transgeneracional, abordando los problemas más crudos de la sociedad, pero lleno de orientalismo y melodías de belleza indescriptible, esta ópera hace también que el público ‘salga tocado’ por el dedo de este gran genio de la música llamado Puccini”. Esta Madama Butterfly es la sexta función, desde su estreno el 25 de octubre en el Teatro Circo de Albacete. Después se han hecho funcionesen Castilla La Mancha, Andalucía y la Comunidad Valenciana. También durante todo este año seguirá representándose por España, e incluso en el extranjero.
Pero es importante saber que ésta es una producción de primer nivel mundial, digna de cualquier templo de la ópera. Y que, por fortuna, no sólo se puede ver en los grandes coliseos, sino también en Ciudad Real, y por un precio más que aceptable. Hablamos de 20 euros para las entradas más caras. Producciones Telón y Gardyn Studio lo están haciendo posible.

MARÍA RUIZ, SOPRANO
Nacida en Segovia, en cuyo Conservatorio estudia canto, solfeo y piano, completa sus estudios en la Escuela Superior de Canto de Madrid. Posteriormente se perfecciona con Victoria de los Ángeles, Istvan Cesjan, Wolgang Rieger, Sergio Bertocchi, Teresa Berganza, Edelmiro Arnaltes, Pedro Lavirgen o Renata Scotto. Tras ser finalista en diversos certámenes, gana el prestigioso Concurso Internacional de Canto“Pedro Lavirgen” en 2007. E inicia una intensa carrera profesional, que le lleva a interpretar casi todos los títulos operísticos, a lo largo y ancho de toda Europa.
Pero no sólo en la ópera, María Ruiz ha interpretado los principales papeles de las más celebradas zarzuelas del repertorio español (Los Gavilanes, La del Soto del Parral, El Huésped del Sevillano, La Leyenda del Beso, Katiuska, La del Manojo de Rosas, Pan y Toros, Estreno de un Artista, Maruxa) por toda España, incluido el madrileño Teatro de la Zarzuela. Y ha trabajado, entre otros, con los siguientes directores: José Miguel Pérez-Sierra, Josep Pons, Miquel Ortega, Adreian Leaper, Guerassim Voronkov, Paul Daniel, Ramón Tébar o Massimo Zanetti.
Abundante ha sido su participación en numerosos conciertos y recitales, incluyendo galas con la Orquesta de RTVE, en el Teatro de la Zarzuela junto a Plácido Domingo, o la Gala de la Zarzuela de la Wang Opera Center de Florida, EE.UU. También ha cantado Carmen, y la primera ópera flamenca estrenada a nivel mundial del compositor Óscar de Manuel “Bailando con Carmen”. Entre sus próximos compromisos, volverá a interpretar los roles verdianos de Leonora (Il Trovatore) y debutará con Aida. Pero una cosa es clara: Si existe una ópera o zarzuela escrita por un autor de éxito, María Ruiz puede cantarla. Las ha cantado todas, y seguirá haciéndolo. Al menos, eso esperamos.

ESCENOGRAFÍA DE LUJO
Hablamos finalmente con Alejandro Contreras, el responsable de la escenografía de Madama Butterfly. Que nos recuerda: “Yo me encargo de la escenografía e iluminación, mientras que Ana Ramos ha cuidado el vestuario, que es igualmente importante. Cierto es que en estas producciones tenemos un presupuesto muy ajustado, que nos obliga a realizar auténticas proezas. Aunque también trabajamos en grandes teatros y en el extranjero, donde las limitaciones son otras, con presupuestos mucho más amplios. En este caso, todo ha sido un poco ‘minimalista’ porque Japón en sí mismo en algunos conceptos es así. Suelo incluir vídeoescenas y otros elementos que dan un carácter inmersivo, que puede introducir climas y atmósferas distintos muy rápidamente”.
De esta forma no es necesario abusar de los camiones llenos de escenografía, que resulta muy costosa, y que a veces el público no acaba de entender. “Todo es muy caro, desde los focos que se utilizan, a los decorados que se instalan. Contamos con la premisa de que ‘menos es más’, y no se logran resultados más estéticos llenando el escenario de trastos. Pero es cierto que a veces tenemos que hacer un poco de magia, y hasta de ‘milagros’. Recurriendo también a las proyecciones, que en el caso de Butterfly intentan reflejar los estados de ánimo”.
BUTTERFLY CON LA OFMAN
La Orquesta Filarmónica de la Mancha OFMAN (ya en su decimoséptima temporada), estuvo en el foso dirigida por Francisco Antonio Moya, quien confiesa que para la orquesta “es un verdadero placer volver a este teatro al que tanto cariño tenemos, y que tanta gratitud demuestra ante cada propuesta que se hace desde OFMAN”. Además, considera un privilegio continuar consolidando un ciclo variado de conciertos en el Quijano siempre con gran aceptación. Y mostrando que esta orquesta es ya un elemento fundamental en el tejido cultural de la ciudad, e incluso de la región.
Este concierto se suma a la apretada agenda de la formación manchega, que se desplazaba la pasada semana a la ciudad de Jaén para interpretar una estupenda Gala de Zarzuela en el teatro Darymelia, y que volverá a desplazarse el 8 de marzo hacia tierras jienenses, para interpretar otra gala de zarzuela en Baeza. Pero que se desplazará tan solo un mes después hasta Andorra, para interpretar el apasionante Réquiem de Verdi llevando el nombre de nuestra región al país vecino. Además, la OFMAN volverá al Teatro Quijano de Ciudad Real el próximo día 5 de abril, con su tradicional Gran Gala de Zarzuela que tanto éxito viene teniendo en los últimos años.
Para concluir, diremos que la función de Madama Butterfly fue inigualable, insuperable… e inolvidable. Lo fue para los espectadores que asistieron… Como lo será para la dulce inocencia de Isabelita. Y, por supuesto, lo será igualmente para quien esto escribe.