Más largo que un día sin pan, fino como el alambre, con una elasticidad que ni los chicles Boomer y unas enormes manos que son “sacudidores de mantas”, de manera que da un guantazo y la bofetada alcanza “a tres”.
El ciudarrealeño Javier Botet tiene un físico tan singular como formidable para encarnar a escalofriantes criaturas y peculiares personajes y ya está entre los españoles que ha participado en más producciones hollywoodenses, teniendo en cuenta que “esto sigue” con lo que, aunque ahora no sea el que más, confía en que lo será, asegura con buen humor este actor manchego que disfruta con “todos los géneros” del cine y en los que se siente más a gusto como intérprete son, por una parte, en el terror y la ciencia ficción y, por otra, en la comedia.
En su última película, ‘Malasaña 32’ del realizador Albert Pintó, hace gala de ambas facetas, dando vida al espectro que aterroriza a la familia protagonista y, sin capas de látex, se suma al elenco humano con una participación que tiene “casi un punto cómico”. Estrenada hace un par de semanas, Botet recomienda disfrutar de este título de “ritmo trepidante, que no para en ningún momento, no te suelta” y que parte de una historia familiar con sus problemas personales y de adaptación a una nueva ciudad que ya de por sí “te mantiene entretenido”, a lo que se suman el suspense y “los sustos que van haciendo que aumente el interés”.
Se trata de una película hecha “con mucho cariño” de terror español que “pensábamos que iba ser más fructífero en los últimos quince años después de aquella ola que hubo con Amenábar, Bayona, Balagueró y Plaza, y que luego ha sido un poco más escasa de lo que quisiéramos pero que vamos a ver si la retomamos otra vez”, comenta este actor, director de cine e ilustrador, de padre ciudarrealeño y madre natural de Porzuna.
A Ciudad Real capital, donde viven sus tíos y primos, y Porzuna, de donde es su abuela materna, viene habitualmente Javier Botet que, con cinco años, se mudó con sus padres a Cuenca, luego a Almería y Granada, para más tarde irse a estudiar a Madrid Bellas Artes. Fue en Madrid, al apuntarse a un curso de efectos especiales para aprender técnicas con material protésico que quería aplicar en su cuerpo para un cortometraje propio, cuando asumió que era “una opción real” aprovechar sus características físicas para poner alma, carne y hueso a una y mil sorprendentes criaturas. La hiperlaxitud que va asociada al síndrome de Marfan que le diagnosticaron siendo niño, le proporciona una gran flexibilidad corporal a Botet, quien, con unos dedos extremadamente largos, mide dos metros y pesa 57 kilos, lo mismo ahora que tiene 42 años que cuando tenía 17. De siempre, le ha encantado “comer de todo y además gozándolo”, de “jovencillo como una lima” y ahora moderándose porque se ha dado cuenta de que coma mucho o poco su peso tan sólo oscila en 400 gramos arriba o abajo.
Aunque no se corresponda con “la belleza clásica”, siempre consideró estéticamente su cuerpo “muy guay”, afirma Botet, que estima que, pese a los problemas del síndrome de Marfan que ha sufrido y “seguramente” le siga “produciendo molestias”, ha tenido “muchísima suerte” porque disfruta del placer de comer sin tener que preocuparse nunca por ello y porque le ha permitido “hacerse un nombre” en la industria del cine y “vivir la experiencia” de trabajar en lo que adora. “Si me dicen ahora de volver a nacer y tener un cuerpo normal sin estas condiciones, digo ‘por favor, no’”.
“Me siento una de las personas más afortunadas que conozco. Me ha salido un póker”, sostiene el actor, para quien le “está saliendo todo a pedir de boca”, no sólo en el género de terror, donde está disfrutando mucho, sino también en la comedia donde cada vez le están dando más oportunidades al conocer “a mucha gente que aprecia esta faceta”. El thriller con comedia ‘Ventajas de viajar en tren’, estrenado en 2019, es uno de los últimos films en los que ha trabajado y colabora con los también manchegos de Muchachada Nui, con los que ha grabado cuatro episodios de la serie ‘Capítulo 0’ y participa en el programa ‘Cero en historia’ de Joaquín Reyes. “Somos amiguetes ya” y “coincidimos en el humor manchego que al final es el que triunfa en España de toda la vida”, puede que porque se agudiza el ingenio ya que “como no hay ná, tenemos que entretenernos con la tontería”.
De la trayectoria de este actor cuyos personajes han acompañado a innumerables personas a la cama para meterse en sus pesadillas, Botet guarda especial cariño por dos. Uno de ellos, es la Niña Medeiros, de ‘Rec’, porque fue “la primera gran experiencia de éxito”, el reconocimiento que obtuvo el film y “lo bonito que quedó ese trabajo”, y el segundo es la espeluznante recreación de ‘Mamá’ porque fue “la primera gran producción” que hizo fuera de España, producida por Guillermo del Toro con dirección de Andy Muschietti y grandes actores como Nicolaj Coster-Waldau y Jessica Chastain. Fue “una experiencia súper intensa y dura, pero muy bonita” y le abrió el camino a la llegada de nuevos trabajos a nivel internacional.
Con un cuerpo que es “perfecto” como estructura para componer criaturas, el personaje que le resultó más difícil fue el alienígena de ‘Devil’s Gate’ ya que “tenía los ojos cerrados, debía practicar y marcar posiciones antes de ponerme el maquillaje y me tiraba todo el día ciego, oía muy poco y en algunas secuencias me tapaban con una membrana la boca con lo que tenía que hacer la acción y luego me la abrían para poder respirar. Fue lo más claustrofóbico del mundo”.
Respecto con el que se siente más identificado, cita a Frankenstein que encarnó en teatro, una obra en la que aparecen “el nacimiento de la criatura y esa confrontación con su aspecto y la sociedad que lo rechaza y cómo él acaba demostrando y creciendo personalmente hasta superar a su propio padre y siendo más merecedor de la humanidad que el propio ser humano. Fue muy intenso preparar el montaje y había muchos paralelismos con mi vida personal, mi padre y el mundo”, expone el actor, que resalta que ahora se está trabajando más el tema del bullying pero de siempre “ha sido complicado ser un poquito diferente. Desde el gordito hasta el que tiene orejas de soplillo”, el niño sólo quiere ser igual que los demás y la situación conlleva un camino de desarrollo personal en el que “acabas haciéndote fuerte o cayéndote, muriendo en el intento”.
Botet, que asegura que la segunda cosa que más le gusta de su cuerpo son sus manos, con unas larguísimos dedos que le permiten una gran expresividad gestual, mientras que se reserva hablar de la primera, tiene como “antojo personal” hacer una película de Nosferatu y desea que llegue a buen puerto el anunciado spin-off de Crooked Man, al que intepreta en ‘The Conjuring’. “Hay un guión y un proyecto planteado desde hace años pero no ha terminado de salir y estamos esperando que suceda porque es un personaje precioso”.
Otro de sus sueños es participar en la saga de Star Wars, porque influyó decisivamente en su amor por la ciencia ficción, y le gustaría trabajar con realizadores como Robert Egges y Lars von Trier, así como con Tim Burton, con el que estuvo a punto de actuar para el film ‘Dumbo’, y Ari Aster. También le encantaría convertirse en un “chico Almodóvar” y del cine surcorenao de autores como Kim Ji-woon, Bong Joon-ho, Na Hong Jin y Kim Ki-duk se declara un apasionado. Su cine en los últimos diez o quince años ha sido “una revolución para mí y vivo esperando las películas de estos directores”.
Humanoide en su película de debut ‘Bajo aguas tranquilas’, de Brian Yuzna; Luismi en ‘Las brujas de Zugarramurdi’, de Álex de la Iglesia; fantasma en ‘La cumbre escarlata’, de Guillermo del Toro; xenomorfo en ‘Alien: Covenant’, de Ridley Scott; el hombre torcido en ‘The Conjuring 2’, de James Wan; leproso en ‘It’, de Andy Muschietti; Key Face en ‘Insidious’, de Adam Robitel, y el hombre delgado en ‘Slender man’, de Sylvain White, éstos son algunos de los personajes que ha interpretado un actor cuya imagen más difundida en la gran pantalla suele ser terrorífica, y que en la vida real se reconoce como “muy payaso, estoy todo el rato con el chiste fácil; muy sádico, me gusta hacer de rabiar a mis amigos; fiel; muy creativo, me gusta estar inventando constantemente desde niño; y, para rematar, guapo y sexy”.