Tiene 22 años, aún no llegan a tres años los que lleva trabajando profesionalmente en ND Studio y suma ya tres nominaciones a los Premios Goya: la pasada edición por ‘Mientras dure la guerra’, trabajo por el que su equipo logró la estatuilla, y ‘La trinchera infinita’, y en la actual por ‘Orígenes secretos’, un thriller sobre un asesino en serie obsesionado con los cómics de superhéroes.
El argamasillero Jesús García Ruiz muestra su entusiasmo por este reconocimiento, recomienda no perderse ‘Orígenes secretos’, reconoce que acertó dedicándose a esta profesión y asegura que el mayor miedo que tienen los caracterizadores es que se note el borde de una prótesis.
PREGUNTA.- ¿Cómo te has sentido con esta nueva nominación a los Goya?
RESPUESTA.- Muy bien porque es el segundo año consecutivo y que valoren tu trabajo siempre es motivo de alegría. Formamos un equipo de entre ocho y diez personas dirigido por Nacho Díaz, en el que a veces tienes que hacer de todo pero cada uno está especializado en una cosa. Yo soy de los que toca todo, pero habitualmente hago moldes en plastilina que luego se transforman en prótesis de silicona y me encargo de hacer fundas dentales y dentaduras.
P.- ¿Para ‘Orígenes secretos’ que hiciste?
R.- Varias dentaduras y mucho molde para hacer los cuerpos de las víctimas de un asesino obsesionado con que se han perdido los superhéroes y mata a gente como si lo fueran imitando cómics antiguos. Para recrear a Hulk inyecta hormonas a una persona hasta que le revientan los músculos, luego hicimos un quemado con respecto a la Antorcha Humana y cómo a una persona le arrancan el corazón en relación con Iron Man con un agujero en el pecho.
P.- Es curioso que se ruede una película sobre superhéroes en España
R.- Al principio dudábamos que una película así pudiera tener éxito en España, pero ha tenido muy buena acogida. Está muy bien hecha, tiene muy buen guión, la iluminación es espléndida y el trabajo de todo el equipo es muy bueno. La recomiendo sin duda.
P.- ¿El trabajo más complicado en esta película cuál ha sido?
R.- El personaje de Hulk fue el que más trabajo nos llevó porque tuvimos que hacer un molde a un culturista real y luego lo exageramos con plastilina. Modelamos los músculos muy exagerados tal y como que pedía el director, con las venas muy marcadas y las muñecas rotas por las pesas. Fue un trabajo de molde bastante complicado.
P.- Es una labor muy meticulosa
R.- De mucha, mucha paciencia. Son procesos bastante largos, primero se modela, luego se hace un molde, tienes que esperar que la silicona tire por completo, se ponga dura y se pueda trabajar el siguiente paso… En hacer un cuerpo como el del personaje de Hulk se puede tardar casi un mes.
P.- ¿Entre lo más complicado que has hecho en tu trayectoria…?
R.- Que sea largo de proceso, por ejemplo, hicimos una publicidad para Reino Unido de una marca de té en la que había que convertir a dos chicas en monas. Fue muy laborioso y tuvimos que meter animatrónica con cables y servos para que movieran la cara como un mono.
P.- ¿Has trabajado con el actor ciudarrealeño Javier Botet al que suelen caracterizar de personajes muy diversos, muchos de ellos de películas de terror?
R.- Sí, era muy fan de Javier Botet y tuve la suerte de conocerle justo el primer año que empecé a trabajar. Fue para la serie de Capítulo Cero, de Movistar Plus, con Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes, y le maquillé como un alienígena.
P.- El trabajo de maquillaje y caracterización es duro, son muchas horas de trabajo
R.- Sí, al final, cuando eres perfeccionista, dedicas mucho tiempo a pulir todos los detalles y en ocasiones se convierte en frustrante porque no consigues lo que quieres. Muchas veces te propones hacer una arruga de una prótesis que quieres que quede súper real y por más cosas que haces no te sale y te frustras. Pero luego es muy satisfactorio cuando llegas al rodaje, aplicas esa prótesis y ves que todo ha salido bien y que esa arruga insignificante con maquillaje gana por mil, te llenas de orgullo y dices ‘está muy bien mi trabajo’. Pasas un poquito por todos los estados de ánimo, es como una montaña rusa.
P.- ¿Crees que se aprecia, que la gente se da cuenta de la importancia de este trabajo?
R.- Lo aprecia siempre y cuando le digas lo que hay y lo ven. Por ejemplo, en ‘Mientras dure la guerra’, que eran tres caracterizaciones de los personajes de Miguel de Unamuno, Franco y Millán-Astray, si a ti no te comentan que llevan prótesis no las ves. Dices ‘qué bien lo han grabado, qué buena iluminación’, pero no ves las prótesis, muchas veces no sabes el trabajo que ha habido detrás. En concreto, con Karra Elejalde que lleva toda la cara llena de prótesis para encarnar a Unamuno, lo explicas y la gente dice ‘guá, qué bien hecho, está súper bien’. Pero, si tú no lo dices, hay personas que no son conscientes de ese trabajo que hay de prótesis y maquillaje y se creen que es así el actor directamente.
P.- ¿Qué es lo que te motivó hacia este trabajo especializado?
R.- Todo empezó en la Escuela de Arte Antonio López de Tomelloso, donde una profesora me vio modelar y me dijo que podría hacer prótesis que servirían para maquillaje. Ahí empecé a investigar, llegó Halloween, luego ves una película de terror y dices ‘guá, yo quiero hacer estas prótesis’, y así te picas y llegas a buscar escuelas en las que quieres estudiar maquillaje y caracterización y dedicarte al mundo del cine.
P.- ¿Crees que has acertado con esta vocación?
R.- La verdad es que sí, no me arrepiento de nada y estoy muy orgulloso de donde estoy.
P.- ¿Cuáles de tus trabajos son tu ojito derecho?
R.- Uno de ellos es el de una película que todavía no se ha estrenado por el tema del Covid y que entró como favorita a los Goya pero no fue nominada finalmente, se llama ‘Todas las lunas’ y le tengo especial cariño porque es en la que más he podido desarrollarme dentro de la empresa ND Studio. Se me confió bastante ese proyecto en el que trabajé prótesis, quemaduras y efectos que el director pedía en concreto. Le tengo un especial cariño porque hay un poquito más de mí que en el resto.
Pero también ‘Mientras dure la guerra’ es especial por todo. Fue para mí, aunque estábamos en Madrid, como trabajar en Hollywood, con un despliegue de medios que no había visto nunca y que en el cine español es complicado de ver. No obstante, de todos los trabajos que he realizado he sacado siempre algo bueno, por la relación de aprendizaje con los propios compañeros y la aplicación de nuevas técnicas.
P.- ¿Referentes para tu trabajo?
R.- Referentes hay muchos empezando por Rick Baker, y en España, Nacho Díaz que es mi jefe, así como mi profesor Óscar del Monte, que hizo la película ‘Pieles’, de Eduardo Casanova, y del que aprendí muchísimo. Sobre todo me transmitió la pasión por los efectos, que me gustara lo que hacía, que nunca dejara de soñar y siempre quisiera crear. Para mí es un gran referente como profesor, persona y profesional.
P.- ¿Reto que te gustaría hacer?
R.- Retos siempre hay muchos, esto está en constante evolución, los efectos nunca paran. Eso sí, de los tres años que llevo trabajando no he hecho nada de terror y me gustaría hacer algo sangriento, con zombies.
P.- Para realizar tu trabajo tienes que ser muy observador y a la vez documentarte mucho. Conlleva saber de medicina, anatomía,…
Sí, trabajamos al final imitando muchas cosas, por ejemplo un parto por cesárea, una autopsia, parálisis faciales, son cosas de medicina y tenemos que estar siempre en contacto con profesionales que sepan como médicos, ats y enfermeros, además de zambullirte en internet y consultar muchos libros de medicina y anatomía para saber, por ejemplo, cómo afecta cualquier enfermedad o simplemente cómo cae una arruga en un envejecimiento.
P.- ¿En qué te fijas e inspiras?
R.- Cuando tienes que hacer, por ejemplo, una parálisis facial buscas primero referencias naturales pero lo segundo otros maquilladores que ya la hayan hecho para ver cómo lo puedes orientar. Siempre aprendemos todos de todos, esto no es una competición o por lo menos yo lo veo así, todos nos tenemos que aportar muchas cosas y siempre viendo trabajos de otros compañeros aprendes muchísimo y puedes dar toques a tu trabajo.
P.- Es la parte más real o al menos la más material de los efectos especiales respecto a lo que se crea por computadora
R.- Esto es un proceso muy artesanal, coger un trozo de plastilina y darle formas para que se parezca a una parálisis, un envejecimiento, una herida o un corte. Y todo con un trozo de plastilina.
No tiene nada que ver a cuando lo haces en un ordenador. Queda mucho más real y, sobre todo, el actor si se ve ese corte lo siente mucho más que si se le dice ‘imagínatelo que luego ya en postproducción te lo pongo yo’. Los actores son muy buenos y saben empatizar con un corte pero, si lo ven, empatizan mucho más.
P.- Tiene una labor muy importante en la propia interpretación
R.- Claro. Por ejemplo Karra Elejalde en ‘Mientras dure la guerra’ decía que el sesenta por ciento de su personaje era maquillaje, el resto lo ponía él, la voz, puesto que se miraba al espejo y veía a Miguel de Unamuno lo que le facilitaba la tarea de interpretar a ese personaje.
Si te dicen tienes que ser Franco y te caracterizan como él, te miras al espejo y de inmediato dejas de ser, yo por ejemplo, Jesús para ser Franco. Si me veo me será mucho más fácil que si veo a Jesús en el espejo.
P.- Es como el Carnaval, el disfraz se apodera de la personalidad
R.- Sí, algo así.
P.- Es muy poético lo de que tienes que saber hasta cómo cae una arruga.
R.- Y es verdad porque no a todo el mundo le cae igual, la gravedad que hace que la piel se descuelgue afecta a cada uno de una manera y es un trabajo muy grande el de hacer envejecimientos. Pero también tienes que saber cómo se funde la piel en una quemadura, cómo le afecta el calor a cada tipo de piel al quemarse porque la de la cara es más finita y la de las manos quema de otra manera.
P.- Lo del envejecimiento lo hicisteis en ‘La trinchera infinita’
R.- Fueron dos envejecimientos para Belén Cuesta y Antonio de la Torre y teníamos que estudiar cómo iba a caer esa piel, cómo se iba a descolgar y además era el envejecimiento por fases porque el director quería ver la evolución cuando tenían cincuenta, sesenta y sesenta y cinco.
P.- ¿Qué trabajos te han impactado por su caracterización?
R.- Cuando me interesé por esto lo hice por las películas de REC en las que había zombies, una infección y esos zombies me llamaban mucho la atención, eran muy bestias, muy bruscos, a los que se les deformaba muchísimo la cara. Con esas películas empecé a interesarme por los efectos y luego hay grandes artistas como Tristan, de Londres, un creador muy bueno que hace muy buenas esculturas de heridas y envejecimiento. De hecho el envejecimiento de Belén Cuesta en ‘La trinchera infinita’ lo modeló él.
P.- ¿Cuándo notas que algo está bien hecho o no?
R.- Para nosotros el mayor miedo cuando vemos una película es encontrar el borde de una prótesis, que se vea nuestro truco, porque al final escondemos prótesis en mitad de una cara. Es nuestro mayor miedo. Siempre buscamos que se funda con la piel y no se vea ese borde y que quede todo perfecto. Buscamos la mayor naturalidad posible, aunque sea un cuello cortado, por mucha sangre que lleve, tiene que ser un cuello perfecto.