Jesús Rivilla (Puertollano, 1978), el reconocido preparador físico de los ‘Hispanos’, los flamantes campeones de Europa de Balonmano, y profesor de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid, es mucho más que un deportista al estilo clásico. Como defiende, nada más comenzar una entrevista realizada en medio del confinamiento al que nos ha sometido el coronavirus, él aspira a perfeccionar los distintos roles del conocimiento, la “polimatia”, porque “me llenan y me parecen complementarios”, asegura, al tiempo que rechaza la tendencia a la catalogación sencilla de cada uno de nosotros, a través de las “etiquetas” a las que somos tan proclives los humanos.
Rivilla, que está pasando el estado de alarma en su casa de Puertollano, mientras mantiene la actividad docente y la supervisión de la forma física de sus jugadores, a la espera de retomar los entrenamientos en Sierra Nevada, en el mes de septiembre, comparte con Lanza su certeza sobre que el ser humano “es poliédrico”. En su caso, reconoce que le da mucha importancia al cuerpo, aunque por otro lado es muy reflexivo, de modo que apuesta de manera firme por su desarrollo cognitivo. Una pequeña muestra de su particular equilibrio es que adora el rap y la música clásica y no quiere renunciar a sus gustos contradictorios.
“Somos animales complejos y simplificarnos para meternos en un cajón cognitivo nos hace tener una visión más limitada que no está acorde con la naturaleza real del ser humano”, afirma.
Desde esa perspectiva distanciada y de equilibrio, el deportista tiene claras las ideas que no va a olvidar de esta pandemia y que recordará durante años, “y las escribo, las reflexiono y las transmito siempre que puedo”, subraya.
De entre las notas tomadas en estas semanas, rescata, en primer lugar, la certeza de que “la vida puede cambiar de un momento para otro, algo que nos muestra la fragilidad del ser humano” y que aunque es cierto que hay muchas situaciones que nos recuerdan ese carácter efímero de los días, la pandemia “nos lo ha puesto de frente de manera muy contundente”.
“El ser humano prefiere no mirar los escenarios más negativos y elige pensar que no le va a tocar”
“La segunda reflexión, y la que me parece más trascendente, es que el ser humano prefiere no mirar los escenarios más negativos y elige pensar que no le va a tocar. Eso nos convierte en peores personas, porque no nos prepara para los peores futuros”.
Jesús Rivilla cree que si bien es cierto “que muchos de nosotros, en esta situación, hemos pensado que no nos tocaría y hemos hecho pocas cosas”, esto cambia cuando hablamos de personas que tienen responsabilidades sobre equipos o instituciones. Como afirma, “este principio debería ser prioritario para quienes lideran, porque cuando tomas decisiones que afectan a decenas o miles de personas debes estar pensando en todos los posibles futuros, tanto en los optimistas como en los más pesimistas. Y pensar en ello te hará protegerte mejor, de modo que cuando llegue alguno de esos futuros pensemos que lo hicimos lo mejor que pudimos”.
El deportista puertollanero cree que “esta lección no se nos debería olvidar jamás” y que la deberíamos aplicar tanto como individuos como si somos líderes de empresa, grupos “o, en su caso, políticos y sus gobiernos”.
Se muestra seguro de que esta pandemia estará vinculada en el recuerdo “al pesar y al luto por todas las miles personas que nos han dejado; también a la lucha, el agradecimiento y reconocimiento a quienes se dejan el pellejo y se juegan la vida por salvar a otros, y también a la reflexión”. En este punto, se refiere “a quienes hemos tenido mucho tiempo para pasar en casa, pues hemos podido pensar en qué punto estamos de la vida y cuál es nuestra relación con el mundo, además de valorar si hemos tomado decisiones al respecto a la persona que queremos ser”.
Una autoridad de la formación deportiva y la reflexión en redes sociales
Muy reconocido en su campo como entrenador y formador deportivo y con más de 6.000 seguidores en Instagram, casi 1.500 en Facebook y rozando los 7.000 en Twitter, reconoce que hay una parte de las redes sociales que le ha beneficiado “y que me siento muy agradecido por ello, pues he podido conocer a mucha gente a la que admiro y aprender con ellos, y también llegar a gente con la que no podría haber contactado de otra manera, pero trato de ser consciente de los perjuicios que tiene el mal uso de las redes y me gusta hablar de ello”.
Se queja de la tiranía que supone querer conservar el momento que vives, a toda costa. “Yo mismo he consultado el móvil en situaciones que debería haber exprimido al máximo: en medio de una conversación o de algo significativo”, reconoce. En este sentido, aunque es consciente de que es posible sacar partido a las redes y hacer que en algunos sentidos tu vida sea mejor, “ni las conversaciones, ni una clase ni un mensaje genuino llega igual en persona que online: la vida digital jamás podrá sustituir la real y deberíamos ser consecuentes de la medida en que la vida digital contamina la vida auténtica y eso es algo que deberíamos reflexionar de manera recurrente”.
Desde esa doble vertiente de persona influyente en redes y padre de dos pequeñas, como progenitor señala que lo primero que siente es miedo, “pero lo miro a la cara” y trata siempre de que sus hijas las usen de manera adecuada. En este punto acude a unas palabras del filósofo y ensayista Antonio Escohotado sobre que, en este momento, “tenemos acceso a la biblioteca de Babilonia multiplicada por un millón, lo que supone tener acceso al conocimiento ilimitado”.
De manera concreta, cuenta a Lanza que la primera medida que toma con sus hijas es hablar de las redes, “pero no de forma abstracta, sino que reviso sus historiales y los comento y les pregunto si han escuchado la letra de una canción y qué creen que transmite quien canta; si les parece correcto que actúen de la manera que explican con su pareja, etc”.
Con todo ello busca que se hagan preguntas para que tomen decisiones basadas en buenos principios.
También se muestra partidario de hablar de las perversiones de algunas cuentas en las distintas redes y la necesidad de likes y también de que no existe ninguna relación directa entre el número de seguidores que tenga alguien y la calidad del contenido que comparte.
En este punto, cree fundamental explicar que “no merece la pena invertir tiempo en crear contenido para que te validen digitalmente personas que no te conocen” e invita a analizar cómo se siente alguien si no obtiene esa validación. “Estas conversaciones son indispensables para quienes educamos a niños y adolescentes, tanto en casa como en clase: no podemos hablar en abstracto, si no que debe ser un tema que, de forma frecuente, los niños escuchen para generar un pensamiento crítico que les sirva en su propia vida, el día de mañana”.
“La Cultura mejora la vida”
Una parte desconocida de su vida es su amor por la Cultura, con mayúsculas, una pasión que despertó en él muy joven. “Empecé a leer, con cierta frecuencia, de adolescente, libros de autoayuda o novelas de Stephen King, como ‘La larga marcha'”. Como reconoce, le gustó adentrarse “en ese mundo futurista bastante cruel”, en un retrato de la sociedad que disfruta con el sufrimiento con las desgracias ajenas. “Me pareció muy digno para reflexionar”.
Otras lecturas importantes para él fueron ‘El Conde de Montecristo’, donde tomó nota de “la lealtad, la venganza y el amor por enseñar y la capacidad de transmitir”, además de descubrir ese perfil de “alumno que es capaz de dar valor a qué le están enseñando. Me parece una lectura absolutamente obligada”.
En la actualidad, acude a lecturas clásicas como Bertrand Russell, Séneca, Arthur Shopenhauer, Marco Aurelio o Epícteto. “Se alejan de la autoayuda actual y los recomiendo mucho: nos ayudan a reflexionar sobre quiénes somos y a potenciar nuestras virtudes”.
Para el entrevistado lo importante de estos libros es que “no nos venden que la vida sea fácil y se alejan de los superventas actuales, de esos que nos vienen decir que basta con sonreír cuando no te apetece y pensar en positivo o repetir frases que no tienen ningún sentido, cuando, en realidad, eres consciente de la complejidad del mundo y del ser humano en general”.
Por todo ello, para momentos como los que estamos viviendo, se muestra convencido de que “la literatura puede aportar valor de manera significativa estés en el momento de la vida que estés”. Precisamente, señala que “quienes están en primera línea necesitan renovar su energía para seguir batallando y cuando estoy en situaciones complicadas y debo perseverar en el esfuerzo, me nutro con textos y poemas, como ‘Lanzar los dados’, de Charles Bukowski, ‘Camino a Ítaca’, de Konstantino Kavafis o ‘No te rindas’ de Mario Benedetti. “Esas lecturas me aportan muchísimo”.
Para quienes tienen la oportunidad de parar y reflexionar acerca de si dirigen su esfuerzo, de manera real, hacia quienes quieren ser y buscan definir su propio concepto de “éxito”, recomienda dos libros: ‘El hombre en busca de sentido’, de Víktor Frankle, “que me parece excelente para reflexionar sobre estas cosas o ‘Meditaciones’ de Marco Aurelio, que nos dan pie a reconocernos y a buscar inspiración para nuestra vida”.
Y para aquellos que aseguran no tener tiempo, aún en tiempos como estos, y “que dicen que no encuentran el momento para hacer algo que, en teoría, les apetecería hacer, como leer, ejercitarse o pasar con sus seres queridos más tiempo, les diría que el día a día consiste en gestionar prioridades y necesidades y cuando lo dicen es porque no son conscientes de cómo usan el tiempo o también puede ser que no tengan claras sus prioridades o que son otras, aunque de boquilla digan que harían algunas cosas”. Para él, esto se demuestra de manera clara en esta cuarentena, “cuando con el tiempo libre que tienen no están leyendo y lo invierten en ver redes sociales o en ver series, etc”.
“Nuestra vida la vivimos nosotros y es mejor responder a nuestras expectativas y no a las de otros: eso no es responsabilidad de nadie, sino nuestra, al no tomar decisiones, a pesar del peaje que puedan suponer”.
Rivilla cree que la Cultura mejora la vida. “La cultura nos aporta lucidez y no siempre la lucidez aporta felicidad; aparte, nos puede aportar amargura y mala leche frente al mundo, porque nos hace más consciente de los peligros y riesgos que hay en él y de la propia fragilidad humana y, en mi caso, te deja más solo respecto al mundo”. Pese a ello, también cree que es “el único antídoto para ser independiente y tener fortaleza mental frente a la manipulación: sin cultura es imposible no ser marionetas en manos de otros y es la cultura, la inteligencia, la lucidez y la mirada profunda la que nos protege de la manipulación consciente”.
“Me considero plenamente reconocido en mi tierra”
En este momento de su vida, con el triunfo de los ‘Hispanos’ aún muy reciente, el puertollanero se considera plenamente reconocido en su tierra, “más, incluso, de lo que creo que merezco”, aunque también destaca que hace años que no piensa en ello y esto es porque en ese reconocimiento “no se ancla mi felicidad ni mi sensación de mi plenitud: me importa el reconocimiento de mi núcleo, de la gente que son referencia para mí, de mis compañeros de viaje y, sobre todo, de mi propia autoevaluación, cuando soy exigente y me pongo expectativas objetivas y ambiciosas”. En este caso, “cuando no respondo de manera tan satisfactoria lucho por tener ese punto de reconocimiento que es muy importante para uno mismo”.
Y es justo en estas semanas de un 2020 tan extraño cuando “mirando hacia atrás te das cuenta de momentos y decisiones que han sido importantes en tu vida, porque cuando estás en ellas no te das cuenta”.
Es ahora cuando recuerda el momento en el que decidió dedicarse profesionalmente al deporte, algo que tuvo claro desde niño, pero que pasó por varias fases. “Cuando lo decidí no fue fácil porque mis notas me dirigían a una carrera de ciencias y mis profesores me invitaban a ello. Sin embargo, esa decisión me ha marcado profunda y positivamente y por eso probablemente estemos hablando aquí, ahora”.
Un segundo momento de su vida que quiere destacar lo vivió en quinto de carrera, cuando era entrenador del equipo infantil del colegio Maravillas de Madrid. “Grabé a fuego, entonces, una lección que yo ya había visto en películas y leído, aunque no había experimentado, que es que puedes perder y sentirte un ganador con mayúsculas”.
En aquella ocasión, tras perder la final del Campeonato de la Comunidad de Madrid, “me di cuenta de que juntos habíamos aprendido muchas cosas y que ellos habían forjado su carácter. Los componentes de mi equipo se habían nutrido de mí y yo de ellos y desde entonces he tenido la oportunidad de vivir proyectos, años y momentos maravillosas en el Balonmano Ciudad Real; en el Balonmano Puertollano, donde tuve vivencias y lecciones de vida, y en la propia Selección Española, con experiencias fantásticas de victorias y trofeos y viviendo un día a día junto a jugadores que merecen mucho la pena y tienen principios que te pueden llega marcar, al igual que el staff técnico, con su saber estar, profesionalidad y competencias”.
Rivilla, que reconoce su conexión intensa con la vida, disfruta en estas semanas, pese a todo, de las sorpresas que le están dando algunos alumnos, durante su ininterrumpida actividad docente online. “Las circunstancias fáciles casi nunca sacan lo mejor de nosotros”, afirma. De hecho, “muchas personas superan sus límites y llegan más lejos en momentos complejos que en circunstancias normales”, por lo que se muestra feliz al comprobar que algunos de sus alumnos, nuestro futuro, han rozado la excelencia en sus trabajos de estos tiempos, de manera que los guardará como ejemplo de hasta dónde se puede llegar pese a tener tanto en contra.
El puertollanero saca lecciones de vida en cualquier circunstancia. Cada día.
