De la explosión de color de óleos de insectos en busca del néctar de las flores a claroscuros de fotografía en blanco y negro sobre personajes manchegos y cervantinos, una amplia variedad de propuestas artísticas se despliegan en la muestra inaugurada este viernes en el hall de la Biblioteca Pública del Estado por el artista malagonero Juan Ángel Donaire.
El dinamismo, lo onírico y evocador, así como un halo romántico, son algunos de los ingredientes de buena parte de las obras de esta exposición de pintura y fotografía caracterizada por la diversidad ya que el autor busca en sus muestras que “cada obra sea una ventana que transmita algo diferente al espectador”.
Una selección de 18 instantáneas de diferentes colecciones, muchas de ellas merecedoras de premios en diversos concursos nacionales, y 14 cuadros -también varios de ellos galardonados- de gran, mediano y pequeño formato integran la exposición que se puede presenciar hasta el 28 de febrero.
 El autor malagonero conecta ambas facetas creativas y algunas series de fotografía son el punto de partida para otras de óleo como ocurre con ‘El Viaje’ o ‘Vendimiando al atardecer’. Entre las instantáneas que expone, se encuentran obras de una colección sobre juegos tradicionales como las canicas o la rayuela, así como de ‘juegos con la Luna’ en la que lo lúdico, la fantasía y lo onírico se fusionan con el satélite colándose en la diversión de chavales en columpios o bicicletas. Un original bodegón de una naranja casi del todo pelada cuya monda desciende en un giro como el del tornillo sinfín, labores agrícolas como la que refleja la foto de una aceituna en primer plano insinuándose al fondo el hombre del campo trabajando al pie del olivo, catadores de vino y escenas que describen el abandono de las zonas rurales, se hallan en esta exposición en la que, así mismo, destacan dos grandes óleos sobre natación y ciclismo de una colección dedicada al deporte.
En el de natación, por ejemplo, se aprecia que los nadadores se acaban de lanzar a la competición, que avanzan, mostrando también el movimiento del agua y perdiéndose la definición en los tonos azules de la piscina. El movimiento es una de las claves de la pintura de Donaire, a la que contribuye el color y los entornos difuminados de sus “enfoques de realidad”. Muchas veces es más interesante, “bonito o tiene más fuerza” dejar “algo intuido” que mostrarlo totalmente, indica Donaire, que prefiere que el espectador colabore en completar el cuadro e imagine en las partes no nítidas lo que “puede haber, ser o suceder o hacia dónde puede ir”.
Entre otras sugerentes piezas, en el óleo ‘El Viaje III’, el protagonista de esta serie deja atrás un paraguas de color rojo que contrasta con el blanco y negro de toda la obra que conduce la mirada a la luz hacia la que se dirige el caminante; y en ‘Ultima estación’ tan sólo deja ver la locomotora y los primeros vagones de un tren que se proyecta veloz hacia la abstracción.