Noemí Velasco
Manzanares
Fascinado por las civilizaciones pasadas, “de formas puras y rotundas”, y con una atracción permanente hacia la arquitectura y su confluencia con otras artes, presenta un recorrido escultórico por el norte de África a través de volúmenes y espacios que recuerdan a Grecia, Túnez, Marruecos o Egipto fruto de los viajes que realizó en la década de los noventa desde un prisma propio del romanticismo del siglo XIX pero con un lenguaje moderno de finales del siglo XX. El artista manzanareño Juan Sánchez hace su parada hasta el 1 de mayo en el Museo del Queso Manchego y Colección de Arte con motivo de la donación a los fondos del Ayuntamiento de la localidad de varias de las obras de su colección ‘El viajero’, entre ellas la inspirada en las “ciudades mágicas” de los cuadros de Antonio López de los Mozos, su maestro.
Después de recorrer concursos nacionales y exposiciones en La Coruña, Toledo o Valdepeñas, esta colección elaborada en bronce, excepto dos piezas de cemento policromado, y con unos tonos verdosos fruto de la reacción de diferentes ácidos, ofrece una interesante síntesis o relectura de las formas arquitectónicas del Mediterráneo, que recuerdan a la Plaza de San Marcos en Venecia, que sugieren formas propias de las mezquitas en Túnez o que evocan yacimientos y ruinas de Eqipto, todos ellos espacios que impresionaron en su momento al autor. Juan Sánchez comenta que “la obra contiene un matiz bastante personal, pues no son reproducciones exactas, cada pieza es una mezcla de diferentes elementos”; a la vez que comenta que la utilización del bronce responde a su interés por “utilizar un material noble, definitivo, que no se destruye con facilidad”, en sintonía con esos retazos de lo antiguo que “trascienden”, esas ruinas “exóticas” del presente que interpreta y que “sublima”. El artista reconoce que volvería a repetir esos viajes que motivaron la obra, porque “viajar siempre estimula la imaginación”, aunque admite que podría salir una obra muy diferente.
Con la mente puesta en Zurbarán, “el viajero” adelanta que en estos momentos está dedicado a una colección figurativa inspirada en el mundo de este pintor del Siglo de Oro español, “sus vírgenes, santos, cristos”, en la elaboración de “versiones” con su propio lenguaje de los cristos crucificados o de la popular Santa Casilda. Enamorado de Zurbarán, porque “es un pintor muy escultórico, por sus volúmenes y su claroscuro”, el manzanareño pretende exponer de nuevo en la localidad para el próximo otoño esta muestra que surcará diferentes disciplinas con dibujo, escultura y con un grabado lleno de color y texturas que recuerda a la pintura.