Se trata de un arte “de raíz”, como siempre ha defendido, con una seña de identidad manchega que ha lucido con orgullo por toda España.
En entrevista con Europa Press, considera la folclórica que la música de raíz que defiende es entendida por todo el mundo, y su proyecto “está funcionando bonito en todos los sitios” en forma de “apuesta cultural” que, admite, le da “un subidón especial”. “En todas partes la gente está con bastantes ganas de escuchar”.
En un escenario en el que cada vez más creadores culturales vuelven a fijarse en las raíces, asegura la artista que responde a “cuestiones estructurales y cambios de conciencia”.
“Creo que vivimos en un momento en el que mi generación viene de la idea de salir, de explorar lo desconocido, pero tengo la sensación de que cada vez hay una necesidad más grande de encontrarse y de anclarse a los calores que uno tiene, a su casa, a la pertenencia, a sentir tu pueblo, a sentir que estamos bien, que no hace falta encontrar nada fuera”, abundó.
Una sensación de “amor propio” que corresponde a una generación y que, en todo caso, “es muy bonito de ver” y contemplar cómo los jóvenes se sienten cada vez “más cerca de sus raíces”.
“Cuando haces letras que llegan a emociones, o a sentires, o a valores, o a cuestiones universales, que es lo que hace mi música, la gente conecta por pura intuición”, indica Carmen Toledo.
Paridad
La cantante albaceteña se pronuncia al respecto de la falta de paridad en la programación de los festivales españoles, apuntando que hay proyectos de hombres y mujeres defendidos “en igualdad de condiciones y que están funcionando bien”, pero no logran equipararse también en los carteles.
Por ello, pide un esfuerzo a los programadores “para intentar ser lo más diverso y paritario posible”. “Que en un cartel donde hay 50 bandas no haya representación de mujeres es un poco curioso, llamativo. Hay tendencias que hay que ir revirtiendo”.
Cada promotor tendría que pensar “qué tipo de festival” quiere hacer, qué quiere mostrar y qué está buscando. “Y si lo que busca es ganar pasta, seguramente coja a los cinco de siempre y les pague a tope, mientras que a los otros que vienen con nombre más pequeños les pagas cuatro duros”.
En cambio, sí que valora otro tipo de festivales donde los impulsores “quieren enriquecer la cultura de la zona”, y hay “muchos festivales que están cambiando sus valores”.
Gracias a este tipo de citas “que tienen valores más allá que el de ganar dinero” se está impulsando otro tipo de ofertas culturales, según la albaceteña.
Con todo, considera que el momento actual de la escena provoca “una sensación bonita de que la música está en un momento donde está unida a más cosas, a la convivencia, al entorno y al patrimonio”.
“Se está entendiendo que la música es un hilo de herencia, de legado, y eso es importante. Si no, se contamina por el dinero”.
¿Por qué no un himno a Castilla-La Mancha?
Sobre la posibilidad tras más de 40 años de historia de identidad castellano-manchega sin haber cumplido con la ley que establecía el objetivo de conformar un himno para el territorio, Karmento considera que la música “tiene una capacidad que no tiene otro lenguaje” porque no tiene barreras, “ni políticas ni administrativas, ni a veces económicas”.
Es, dice, “una cuestión de vibración, de sentir”, de modo que “si algo puede conseguir un sentir general en la región, es la música”.
Por eso no descarta que en algún momento “aparezca un temazo con el que vibra mucha gente y que tenga sentido, que identifique a esa gente”, si bien es “un trabajo arduo que habría que empezar a hacer”. “No me parece mal”.
Sobre si como representante de la música de raíz castellano-manchega pudiera recibir un encargo semejante, asegura que buscaría a “todos los compañeros y compañeras” paisanos que están componiendo ahora y “haciendo música, haciendo arte, y hay unos cuantos”.
“Intentaría que fuera un trabajo en equipo, que llegue a la mayor cantidad de gente posible, y probaría para aprender algo sobre mi región, sobre su carácter, sobre la gente que escucha”, algo que tendría que madurar “dos o tres años”. “Y que cale, que no suene a ningún color, que no suene a ninguna tendencia, que suene a algo que todo el mundo sienta”.