Su pasión por los libros le viene de familia, con tradición librera. Siempre ha estado en contacto con los libros y lo sigue estando porque no concibe su vida y su día a día sin un libro entre sus manos. Luis Pizarro cuenta en su biblioteca personal y familiar con grandes volúmenes con más de un siglo de vida, de ésos que sus páginas se tornan de color sepia con el paso del tiempo, que sus pastas son reconocidas como muy antiguos y que han visto pasar el tiempo entre manos y manos y con pausas en los estantes de una gran librería. Todo un orgullo para este puertollanero que hace ya algunas décadas nació en el seno de una familia que regentaba una papelería y librería muy famosa en Puertollano, “Casa Pizarro”.
Luis Pizarro afirma que siempre ha sido un apasionado de los libros y en su biblioteca personal la historia ocupa un lugar muy destacado, “por gusto y por obligación”, ya que es profesor de Historia y actualmente se encuentra cursando su tesis doctoral.
“Me gusta el libro en general y un buen libro me da igual sea el que sea, en ellos encuentras la sabiduría, el enseñar, el aprender de la vida, ojalá y la mayoría de la gente amara los libros porque seguramente la violencia se reduciría en el mundo muchísimo” y aconseja “que no solo se dediquen a estudiar, sino a leer, que es fundamental, sabríamos mucho de la vida y probablemente eliminaríamos mucha violencia en el mundo”, explica rodeado de sus libros, con esa paz que transmite una biblioteca a tu lado.
Pizarro siempre afirma que es “una suerte haber sido hijo de un librero porque eso prendió la mecha desde un primer momento, crecí entre libros y lapiceros y papel y eso te marca definitivamente, afortunadamente esa mecha la hemos continuado y seguramente nuestro padre se sentiría orgulloso de nosotros”, explica.
Reconoce que le gusta leer todo tipo de libro, “entre las últimas que he leído está una de Francisco García Pavón “El reinado de Witiza”, la variedad me encanta, pero antes había leído una historia de Carlo Ginzburg y ahora había pasado por las célebres historias de Santiago Posteguillo ambientadas en la Roma imperial, la lectura en general es lo que me gusta, no obstante ahora también me veo en la obligación de leer muchos libros de historia, sobre todo de la época cronológica que estoy estudiando que es el Primer Franquismo”.
Por todos los amantes de la lectura es bien sabido que quien ama tanto los libros solo tiene un problema, “necesitarías varias vidas para leer todo lo que tienes, si además alguno tienes que volver a releerlo, entonces el problema se agravaría”, dice jocosamente, “yo sinceramente los leo, tomo notas que me permite conservar aquellos párrafos que me interesan, pero sinceramente no me da tiempo a releerlo porque mi afán es leer cuanto más pueda y si lo hiciera dos veces me quedaría aún mucho por leer”.
Volúmenes como un Don Quijote de la Mancha del año 1905 de Ediciones Calleja y otra de 1920 de Ediciones Luis Tasso que forman parte de su pequeña colección de ediciones del Quijote forman parte de esta maravillosa biblioteca, pero más antiguo aún es un libro del año 1850 dedicado a la Gran Guerra bajo el título “Teoría de la Gran Guerra aplicada a las campañas de los rusos en Polonia en 1831”, de un escritor prusiano u otro libro de 1873 bajo el título de “Geografía universal y particular de la Monarquía Española” editada en La Habana para las escuelas públicas y privadas de la isla, así reza en el volumen.
Pero sin duda, el ejemplar más antiguo que Luis Pizarro conserva aún data del año 1843 y es una “Colección selecta de moral y elocuencia en prosa y verso”.
Otros libros del primer cuarto del siglo XX son volúmenes heredados de su abuelo materno sobre el tema de la construcción, el metal y la metalurgia, construcciones civiles propios de la profesión de su antepasado, delineante. A todo esto le acompaña otra joya literaria del año 1925 del célebre método francés Perrier para aprender la lengua francesa, “estoy super orgulloso de todos, lo mismo me da la biografía de Charles Chaplin como los libros de Almudena Grandes o libros que sean antiguos, para mí el libro siempre que tenga algo te permite aprender o enriquecerte, ese es el mayor tesoro”, justifica. En los estantes de su biblioteca un prontuario de ferrocarriles del año 1952, una historia de la religión de las Escuelas del Ave María del año 1928, ocupan también su lugar privilegiado junto a otros muchos ejemplares de diferente temática, algunos heredados de su abuelo materno y otros por parte paterna, todos tienen su gran valor sentimental.
Luis Pizarro recuerda con especial cariño, por ser de su época más infantil, “Las aventuras de Tarzán” o las aventuras del Oeste de Karl May así como otros de Disney, “aquellos libros son los que a mí me engancharon, en que leer era una cosa maravillosa y ese es el recuerdo de haber tenido en mis manos como primera ocasión y hoy todavía lo sigo teniendo”. Si tiene que elegir, Miguel Delibes es su pasión, así lo califica Pizarro y va más lejos afirmando que si hay siete maravillas en el mundo “yo añadiría que los libros son la octava, si es que son la octava y no ocupan un puesto más destacado aún, y Miguel Delibes es espectacular”.
Entre cientos y cientos de libros también ocupan un lugar destacado en su gran biblioteca personal los libros que él mismo firma junto a otros de temática local, un entramado de volúmenes sobre Puertollano y su historia de la que, por todos es conocido, también es un gran amante.
Amor y sabiduría unidos en cientos de volúmenes, una buena mezcla que ocupa gran parte de la vida, también de la vida de Luis Pizarro quien ha otorgado a sus libros un papel principal.