El talento del fotógrafo madrileño José Manuel Franco ha asomado en varias ocasiones en Tomelloso, la ciudad natal de su mujer en la que se siente muy a gusto por su dinamismo y embrujo cultural. Fueron impactantes los retratos que colgó sobre Siria, antes de la guerra, y los paisajes de Nueva York, antes del atentado de las torres gemelas con lo que muestra cómo cambia la fotografía con el devenir histórico. Sorprendería después con un magnífico trabajo sobre los bombos, en la segunda planta de La Posada de Los Portales, fascinado por “las construcciones más ecológicas que conozco, con un diseño artesanal único en cada uno de ellos” y más tarde nos ofreció unas fotos de paisajes de costa, en la que se centró sobre todo en la composición.
Franco nos deleita ahora, por cuarta vez en El Rinconcito, con una exposición de fotografía estenopeica, en la que no utiliza lentes, simplemente un agujerito por donde pasa la luz, llamado estenopo. “Me he cansado de lo digital y he vuelto hacer fotografía analógica. Probé y quedé muy satisfecho con el resultado, porque aunque las fotos no tengan la nitidez de una lenta, la profundidad de campo es ilimitada”, -explica Franco-.
Curiosa esta técnica, que como explica el fotógrafo, “permite mover el agujero a distintas alturas y corregir la perspectiva como consiguen las cámaras de gran formato. Se pueden hacer fotos desde abajo con las líneas rectas”. Y es que este inquieto creador asegura que “ por lo general, la fotografía de ahora es muy falsa. Yo busco más naturalidad, por eso he dejado las fotos en negativo”. Franco ha inmortalizado lugares comunes, cosas que sean fáciles de reconocer, “pero que al mismo tiempo posean un aspecto extraño”.
Confiesa Franco que con sus fotos “pretende ser operativo, lo del intelecto y el alma se lo dejo a otros. Aquí es artesanía y técnica pura, soy materialista, sin imponer visiones místicas, me interesa una visión más terrestre, luego el que quiera ver espíritus que lo haga tranquila y libremente”. Tampoco se inspira demasiado en otros fotógrafos o corrientes, “aunque indirectamente puede que haya algunas influencias”. El fotógrafo huye también del denominado arte reivindicativo, “una función que puede estar implícita en el arte pero que no debe ser su esencia principal”.
El Rinconcito le parece “un sitio excepcional para ver una obra, enfrente de una barra y siempre con buen ambiente y compañía”. Quizá no pase mucho tiempo para que enseñe algo que lleva deseando mucho tiempo, una exposición de fotos sobre las cuevas de Tomelloso. Esperaremos impacientes a un artista que no deja de sorprendernos.