“Para el pueblo, ha sido una gozada”, ya que se intentó en varias ocasiones su restauración, no se consiguió, y para muchos, que no lo habían visto nunca completo, ha sido como el estreno de la obra al poder presenciarla por primera vez de manera integral, comenta el párroco, Abel Fuentes Pintado, que resalta cómo los vecinos custodiaban en sus casas como si fueran tesoros de “su iglesia”, así como el propio Ayuntamiento, parte de los baldosines que se habían desprendido –otros estaban tan rotos que no se podían reutilizar-, aportándolos para completar de nuevo el mural.

De las 1.680 piezas que conforman los dos grandes paneles cerámicos verticales situados en los laterales de la entrada de la iglesia de San Francisco de Asís, se habían perdido 293, que se han vuelto a elaborar siguiendo técnicas similares a las originales y colocar para completar de nuevo una significativa obra de arte religioso con un coro angelical y la Virgen en la parte de la izquierda y los apóstoles y Jesús en el flanco derecho.

“Por las fotos que tenemos, a los diez años de poner el mural se cayeron. En los años setenta ya se encontraban caídos”, expone el párroco, que destaca el valor de esta obra, la más emblemática de Pueblonuevo del Bullaque y una de las más relevantes de la comarca de Cabañeros, por tratarse de un artista de la proyección de Arcadio Blasco, el proyecto de estos pueblos de colonización y por lo que representa: “la liturgia en la Jerusalén celestial para recordar a quien acude a la iglesia que donde va a entrar es donde se celebra la liturgia del cielo”.


Tres restauradoras de la empresa Conservatio, dirigida por el ciudarrealeño Javier García, se trasladaron a finales de septiembre a Pueblonuevo del Bullaque, donde residieron durante un trimestre, para llevar a cabo hasta diciembre la restauración de este mural conformado por dos paños de seis metros de alto por uno cuarenta de ancho.

Impulsada esta actuación por la Diputación, a través del Plan de Sostenibilidad Turística del Parque Nacional de Cabañeros con la colaboración de la Secretaría de Estado de Turismo y la Junta de Comunidades, se llevó a cabo un trabajo de documentación gracias a la ayuda de los residentes en el municipio para, a partir de fotografías antiguas, realizar plantillas a tamaño natural del diseño original y trazar el dibujo losa por losa, de diez por diez centímetros cada una, para conseguir las piezas restantes cuya reproducción fue encargada al ceramista madrileño Óscar Arribas.

Con el mismo fondo en negro, se ha dejado en blanco la silueta del dibujo en las nuevas piezas del mural para que sea discernible la intervención de restauración, que incluyó un estudio con microscopio óptico digital para localizar fisuras, el saneamiento de los muros y la elaboración de mortero con la considerada “mejor cal del mundo”, de Morón de la Frontera, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, para consolidar los baldosines presentes en el muro y adherir los desprendidos que se conservaban y los nuevos, además de inyectar resina acrílica en las fisuras.

Dos torres de andamios se alzaron ante esta obra de juventud de Blasco y se utilizó una habitación de la parte posterior de la iglesia como taller para la restauraron de las piezas caídas y testar en una cámara de envejecimiento acelerado los materiales a utilizar sometiéndolos a las temperaturas, acción directa de los rayos del sol y humedades que iban a tener en la fachada principal del templo.


Emocionante
Tres de los hijos de Arcadio Blasco se pasaron por Pueblonuevo del Bullaque durante el proceso de restauración de una de las obras más significativas del creador alicantino, de quien se han localizado obras en veinticinco iglesias de pueblos de colonización distribuidas en Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía.

Sara Blasco, quien no había nacido cuando su padre con 28 años creó estos paneles cerámicos en Pueblonuevo del Bullaque, asegura que fue “muy emocionante” presenciar el proceso de restauración y “ver que algunos vecinos y el párroco habían guardado y conservado azulejos que se iban cayendo” o cómo acudían con fotos, por ejemplo, de bodas en las que aparecía de fondo el mural para dar testimonio de cómo estaba ya que “no encontramos dibujos del croquis que mi padre haría en su momento”.


“Nos alegramos un montón los hijos de que se estén recuperando estas obras” con las que, al igual que los artistas jóvenes de la época, Arcadio Blasco buscó “acercar los conceptos del arte moderno a la iglesia, ritos populares y creencias, que no hubiera esa distancia entre el arte y la vida cotidiana, sino que fuera algo que todo el mundo pudiera disfrutar y entender”.

La intención del artista de transmitir alegría como lugar de recepción, de buena acogida de los fieles, al ser la iglesia un centro de reunión y vida social, aparece en esta obra de Arcadio Blasco, a quien de “jovencito” le envió su padre dos años a estudiar al Seminario de Orihuela, recuerda Sara, quien valora su representación alejada de un Dios opresor, sino más bien un Dios receptor y protector, bienhechor de sus fieles.

Nueve ángeles y nueve apóstoles
Instrumentos de viento y cuerda como guitarra, arpa, flauta y aulós tocan nueve ángeles de grandes alas concentrados y disfrutando de la música en el mural de la izquierda en cuya parte inferior se encuentra la también sonriente imagen de la Virgen y una mata de flores con tulipas junto a la rúbrica de Blasco, siendo una de las pocas obras que firmó el autor alicantino, mientras que en la parte superior aparecen perfiladas arquerías que recuerdan acueductos o que podrían remitir al Coliseo de Roma, capital italiana donde se formó el artista.

Así mismo, son nueve los apóstoles que se hallan en el mural de la derecha, al que le faltaban más piezas desprendidas, con Jesús en primer plano en la parte de abajo junto a un rosal y un baldosín en la esquina inferior izquierda con la leyenda ‘Lo inven/to encer/amica Ar/cadio Bla/sco-1956’, perfilándose en la parte superior del paño un gran número de edificaciones, así como aves volando.

Manos de larguísimos dedos y también las alargadas figuras esquemáticas destacan en esta obra de Blasco, uno de los muralistas en cerámica más innovadores de la segunda mitad del siglo XX y a quien le gustaba experimentar con la mezcla de pigmentos con diferentes técnicas.

“Ha quedado fenomenal, precioso. Estamos muy contentos porque llevábamos muchos años, por lo menos veinte, detrás de que se realizara esta restauración. Estaba todo caído y al final lo hemos conseguido”, indican Rosa y Carmen, residentes en Pueblonuevo del Bullaque, quienes nunca habían visto previamente el mural completo.

“Y la Virgen del Rosario también nos ha quedado muy bonita”, agregan. La estilizada talla de madera de Vicent, situada en el altar, estaba “muy deteriorada” y con los fondos reunidos por los propios feligreses se decidieron a encargar la restauración a Javier García de Conservatio.
Arcadio Blasco
Escultor, alfarero y ceramista nacido en la localidad alicantina de Mutxamel en 1928, Blasco compartió a lo largo de su trayectoria proyectos y experiencias con artistas plásticos como Canogar, Antonio López, Hernández Mompó, Lucio Muñoz y Luis Feito, y arquitectos como José Luis Fernández del Amo, Ignacio Gárate, Luis Cubillo de Arteaga, García Benito, Luis Feduchi, Fernández Alba y Miguel Fisac.

Prolífico autor, entre las obras de Blasco se encuentran las vidrieras de la iglesia de San Fernando en Madrid y la catedral de Tánger y las esculturas Homenaje a la Dama de Elche en la capital ilicitana y Elogio a la Ciudad en Alcorcón.

En sus años de juventud, fue uno de los artistas que contrató el Instituto Nacional de Colonización para los pueblos de repoblación, realizando obras en torno a 1955 y 1956 en el municipio ciudarrealeño de Santa Quiteria, además de Pueblonuevo del Bullaque, donde también se pueden contemplar dentro de la iglesia de San Francisco de Asís un mural de mosaico en la capilla de la pila bautismal que representa el bautismo de Jesús por San Juan, y en el exterior, en el recrecido a modo de espadaña sobre un arco entre el templo y el edificio del Ayuntamiento, otros dos pequeños murales cerámicos de su autoría relacionados con la Sagrada Familia. En uno, aparece San José trabajando en el taller de carpintería mientras la Virgen sentada observa al Niño Jesús que juega con una carretilla de madera, y en el otro San José labra la tierra y la Virgen y el Niño recogen plantas.

Blasco, al igual que otros jóvenes artistas, llevó el arte vanguardista a los nuevos pueblos que impulsó el Instituto Nacional de Colonización, que se convirtieron en lugares donde se experimentó a nivel arquitectónico, urbanístico y artístico, innovadora labor que se puede presenciar actualmente en la exposición ‘Pueblos de colonización. Miradas a un paisaje inventado’ que se exhibe en el Museo ICO de Madrid. Así mismo, Arcadio Blasco fue antifranquista. “La mayoría de los artistas y arquitectos que trabajaron en esos proyectos no estaban de acuerdo ideológicamente con el franquismo. Son contradicciones que supongo se dan en todo régimen, donde por un lado hay una ideología más conservadora y por otro lado se apoyan proyectos de vanguardia”, aprecia Sara Blasco.
Conservatio
Respecto a Conservatio, empresa que ha realizado la restauración de los paneles murales cerámicos de Blasco en la fachada de San Francisco de Asís, fue fundada por Javier García, licenciado en Historia del Arte y diplomado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales por la Escuela Superior de Madrid, además de formarse en la Academia Europea de Florencia y cursar el Máster en Diagnóstico del Estado de Conservación del Patrimonio Histórico en la Universidad Pablo Olavide.

Ha coordinado proyectos internacionales como la restauración y musealización del Palacio Otomano de Ahmed Bey en Argelia y formado parte de diversos equipos como en la restauración de ‘Rutas y Latidos de Concepción’, la pintura mural de mayores dimensiones de Chile, y la sacristía del Monasterio gótico de Batalha en Portugal. Igualmente, ha trabajado en proyectos nacionales como la restauración de la Alcazaba de Almería, las pinturas murales prerrománicas de San Miguel de Lillo en Asturias, la Colegiata mudéjar de Santa María en Calatayud y las sargas del Retablo de San Miguel de Ibdes en Zaragoza, realizadas por Pietro Morone, discípulo de Miguel Ángel.