En el montaje, en el que cinco actores y actrices-cantantes interpretan hasta veintiocho personajes, “Ana Manzini, una cantante de cabaret argentina, viaja a España en 1932 para vivir el varieté madrileño. Actúa todos los viernes en el Cabaret Satán, donde conoce a Marcos, el ebanista utópico”, expone la compañía.
“Se casan al modo anarquista y el 18 de julio de 1936 nace su hija Libertad. Ese mismo día estalla la guerra. La viven en la ciudad sitiada, junto a sus amigos del Satán. En 1940 les conceden una habitación en El Rancho Grande. La vida no es fácil. Después de un mal encuentro con el cura y el encargado del Rancho, detienen a Marcos y lo llevan a Porlier, poco después le condenan a muerte en un juicio sumarísimo”.
“En torno a Marcos y Ana, están los vecinos del Rancho, los presos de Porlier y los artistas del Satán, personajes en muchos casos reales, que conforman un retrato colectivo. La historia de nuestros antepasados”, indica la compañía.
Emilio Goyanes, autor del texto y director del montaje, indica que “en 1983 ya tenía la intención de hacer este espectáculo. Mi padre llevaba años hablándome sobre el Rancho Grande y la Cárcel de Porlier. Esta idea ha estado reclamando su sitio durante cuatro décadas y por fin en 2020, gracias al confinamiento, empezó a tomar forma.
A lo largo de dos años, he vivido rodeado de personajes reales e inventados. Primero sobrevuelan la habitación, luego toman tierra y empiezas a conocerlos a fondo. Sabes que la historia que quieres contar está ahí, tu tarea es descubrirla… y es la historia de tu familia, de muchas familias. Te subes a tu árbol genealógico y cantas como un pájaro. Por más dura que sea la historia la piensas sin rencor. Como decía la Princesa Leia: ‘Tener rencor es como beber veneno y esperar a que se muera el otro’”.
‘Rancho Porlier’ (2022) es “una historia sobre el pasado con una puesta en escena actual” y forma parte de una trilogía junto a ‘Cabaret Caracol’ (2000) y ‘La Barraca del Zurdo’ (2010).
Sobre El Rancho Grande, Goyanes indica que en 1940 había “demasiada gente sin casa en Madrid. El gobierno habilita una zona de talleres, cerca de la Glorieta de Cuatro Caminos: dieciocho naves, con un gran patio y una capilla, y en cada nave un pasillo central, a los lados veintiocho habitaciones de cuatro por cuatro, en el centro dos váteres turcos, dos duchas de agua fría y dos cocinas de carbón. Alojan allí a unas 2.500 personas y los vecinos lo conocen como El Rancho Grande”.

