Unas quinientas personas, entre chicos y grandes, asistieron a este montaje que nos dice que los niños deben seguir siendo niños y jugar algo que, desgraciadamente, entre unos y otros hacemos que cada vez sea más difícil.
Es la historia de una pandilla de amigos que entre actividades, problemas familiares y otras gaitas dejan de comportarse como niños. Mientras jugaban en el parque —en uno de los pocos momentos que tenían libres— sus peluches desaparecieron y la pandilla inicio la apasionante aventura de encontrar al ladrón de peluches. Una sombra gigante les guio hasta la misma cueva del monstruo.
Los pequeños disfrutaron de este montaje, divertido y a los mayores nos hizo pensar sobre lo que estamos haciendo con nuestro hijos, les estamos robando la niñez a golpe de actividades extraescolares y problemas de todo tipo.