Aforo completo en los claustros del Convento de Santo Domingo, de Villanueva de los Infantes, en la noche del pasado martes, para ver y escuchar al músico y filósofo local Ramiro González Coppari en su ponencia “Filosofía y Flamenco”, dentro de las Jornadas Literarias de la Asociación Luciérnaga.
El joven profesor de filosofía, que ha mostrado sus inquietudes artísticas en campos como la poesía, el relato, la performance, el teatro y, especialmente, la música, ofreció una clase magistral sobre el flamenco y los vínculos filosóficos con los “defensores” del esencialismo.
Con profusión de fragmentos de video, acompañados por algún que otro toque con su guitarra, Ramiro recorrió los propios orígenes del flamenco, desde la trasmisión oral del s. XVIII, hasta nuestros días. Se refirió a las distintas teorías barajadas sobre la ascendencia del flamenco: oriental (pakistaní), gitano, magrebí y andaluz, decantándose por esta última posibilidad por la mezcolanza que se produjo en Andalucía, proveniente de estas y otras culturas y pueblos que aportaron esa amalgama representativa del flamenco.

“Los palos no son algo estanco, sino que juegan entre sí, incluso creando palos nuevos”. Así describía el ponente, con varios ejemplos audiovisuales, la riqueza de los palos libres y palos con compás que conforman fandangos, tarantas, soleás, alegrías, bulerías, cantes de ida y vuelta, etc.
La disyuntiva en la propia definición del flamenco la ponen los autodenominados «puristas», centinelas empecinados en constreñir las aportaciones de ilustrísimos artistas como Camarón o Enrique Morente. Últimamente la propia Rosalía ha hecho estremecerse a los esencialistas.
La riqueza de la mezcla es la riqueza del flamenco. Derribemos las barreras esencialistas…