A. R.
Ciudad Real
El arqueólogo de la Motilla de Azuer, Miguel Torres Mas, pronunció ayer la ponencia ‘De motillas a poblados en altura: el poblamiento de La Mancha occidental en el II milenio a. C.’, comunicación en la que describió los diferentes tipos de asentamientos en la Edad de Bronce en el territorio manchego con arquitecturas “muy singulares”.
Torres Mas habló en su intervención de cómo se combinaron los castellones y las morras en los poblados en altura con, en llanura, enclaves como las motillas, poblados de hoyos y poblaciones en cueva. Los poblados de hoyos son estructuras escarbadas en el suelo con diferentes funcionalidades, entre ellas almacenar productos agropecuarios, y las motillas son fortificaciones que forman elevaciones artificiales en zonas de llano destinadas a proteger bienes y recursos, entre ellos el grano, los animales y, especialmente, el agua.
“El factor hidrológico es muy importante en la Edad del Bronce y, de forma especial, en las motillas a través de sistemas hidráulicos muy complejos como hoy se puede presenciar en la Motilla del Azuer”, expuso Torres Mas, que destacó que “el pozo de la motilla pasa por ser la estructura hidráulica más antigua documentada en la Península, el primer pozo del que se tiene constancia”, y “nos habla de la problemática asociada a la obtención de agua en el II milenio antes de nuestra era”. Aunque hay construcciones que se parecen en el ámbito Mediterráneo, las motillas son singulares y exclusivas de La Mancha en ese período, siendo en La Mancha occidental, la más llana, donde más se han documentado, fundamentalmente en la provincia de Ciudad Real, en concreto en las zonas de Daimiel, Carrión, Alcázar y Argamasilla de Alba, indicó Torres Mas, que resaltó la peculiaridad de las motillas que las “hace únicas”.