Todo esto no ocurre en la literatura de Rosa Ribas, autora de una amplísima trayectoria y de las primeras en perfilar investigadores con sus familias. “Tienen padres, hermanos, primos, abuelos, no son champiñones que salen así porque sí, lo que les da profundidad, más capas, los hace mucho más interesantes”.
“Cuando conoces a la familia de alguien conoces mucho también de esa persona”, destacó en Mancha Negra Ribas, para quien, “en un momento dado, tenía sentido el tópico del héroe solitario que vivía al margen de todo, de la sociedad y, por lo tanto, no tenía una familia”.
“Era un héroe de su tiempo, pero actualmente nos interesan los personajes en un entorno más complejo y la familia es parte de ese complicado entorno de todas las personas”.
Pero si ya en su exitosa serie de la comisaria alemana-gallega Cornelia Weber Tejedor, la protagonista tenía padres, hermanos y marido, en su última saga es toda una familia, los Hernández, la que se dedica a resolver casos.
Interrogada en las V Jornadas Literarias Mancha Negra, que se celebran en el Espacio Serendipia, por dos especialistas del género policial como Charo González y David Knutson, la escritora catalana admitió que, a menudo, se enamora tanto de sus personajes que lo que iba a ser una novela solitaria termina convirtiéndose en una serie. Le ha pasado “ya tres veces”: primero con Cornelia, después con la periodista Ana Martí retratando los oscuros años cincuenta en España y ahora con los Hernández. “En teoría, iba a escribir sólo una novela sobre una familia de detectives, luego dije ‘venga va, haré una trilogía’ y ahora estoy escribiendo la cuarta”.

Son personajes que “tienen muchos misterios, puedes hacer tanto con ellos que piensas ‘no los voy a abandonar todavía’. Tienen recorrido, no están cansados”, diagnosticó Ribas, que en la saga de los Hernández iniciada con ‘Un asunto demasiado familiar’ y cuya última entrega es la reciente ‘Nuestros muertos’, une a Mateo Hernández, hijo de inmigrantes de Almería que tras vivir en una barraca levantan su vida, y Lola Obiols, de una familia de indianos catalanes venida a menos. “Los dos mundos se juntan y tienes lo que es la Cataluña real, la mezcla de estos mundos. Y de ahí tienen hijos, pero también primos, abuelos, todo lo que tiene una familia, todas sus complicaciones”.
“Los casos y los que ellos viven son un reflejo el uno del otro, lo que hace que tengas muchos más conflictos”, algo, no obstante, bueno para una novela que “vive de que pasen cosas, de que éstas se compliquen”. La madre, Lola, que tiene un trastorno mental, es la más inteligente de todos ellos y por eso “quizás se ha roto”, es la que suele resolver los enigmas en una familia en la que los personajes, al principio, pueden parecer extravagantes, pero luego te das cuenta que puedes reconocer en ellos a muchos familiares propios, estimó Ribas.
Preguntada por González sobre cuál es el personaje favorito de sus libros, citó a Irene Ricart, de ‘La detective miope’, “por lo que representó escribir esa novela. Me lo pasé muy bien escribiéndola, fue muy bonito y además tiene una forma de pensar y asociar las cosas que va conmigo. Me siento bastante identificada con ella”.

En su encuentro con los lectores en Ciudad Real, Ribas indicó que le animó a escribir novela policíaca, haberla leído mucho. “La tienes como metida, conoces cómo funciona, los parámetros, sabes cómo va y cuando te pones a buscar una historia casi te sale de manera natural”.
A su juicio, atrae tanto el género negro porque “nos gustan las historias oscuras a todos, pero son controladas, están en una narración, no es tan oscuro como lo que a veces pasa ahí fuera que no entendemos. En la ficción, alguien te lo cuenta y ordena y a la vez te permite mirar cosas que no querrías tener cerca. Lees historias tremendas y te metes en lo más feo de la gente, pero estás en tu casa, en un lugar seguro y si quieres que acabe no tienes más que cerrar el libro.
“Si en tu barrio pasa algo, va un tío pegando tiros y asomas la cabeza, igual te pega un tiro a ti. Pero ahí no, está en el libro, te va a hacer pensar, emocionar, vas a pasar miedo, pero cuando cierras el libro estás en tu camita y no pasa nada”.
En su último libro, ‘Peces abisales’, más autobiográfico, comparte, a partir de experiencias propias, reflexiones sobre la escritura y la lectura, de cómo se fue haciendo escritora y de lo que ha sido para ella, quien residió en Alemania treinta años, vivir en el extranjero y vivir en tres lenguas.

“Una de las experiencias más importantes de mi vida ha sido vivir en el extranjero, tener esta experiencia de no ser del sitio, tener que moverme en un contexto difícil, aprender y defenderme en esa nueva lengua y observar desde esa lengua el país en el que vivo y el país del que vengo, con lo que te vuelves una persona más observadora, más crítica, no aceptas las cosas de que son así porque son así, porque ves que hay otras realidades y otros mundos”.
“La experiencia de la extranjeridad ha sido clave y quizás por la que estoy escribiendo porque me ha dado una mirada de ver el mundo propia”.
“Recomiendo a todo el mundo que se vaya no de turisteo sino a vivir realmente. Si has vivido como extranjero y te has enfrentado a lo difícil que es, entiendes mejor a la gente y a ti mismo. Eres más tolerante y te conoces mejor a ti porque ves hasta donde puedes llegar, cómo solventas problemas o te enfrentas a la frustración porque, por ejemplo, es muy frustrante que no hables bien un idioma, tú que tienes tanto que decir, y de pronto apenas puedes decir tu nombre”.
“Esta experiencia te hace más comprensivo y te muestra tus límites. He sido profesora y veía, por ejemplo, que mis alumnos se iban como chavalines seis meses a España y volvían hechos”.

David Knutson, hispanista y profesor de la Xavier University de Cincinnati, en Ohio, resaltó que Ribas es “toda una referencia para los que investigamos novela negra y cada nueva novela suya es un regalo”.
Knutson indicó que en EEUU, país muy grande y diverso, cuentan con muchos seguidores el estilo clásico, duro, rural,…, pero no se puede destacar una tendencia en solitario de novela negra y en España “va siendo igual. Inicialmente en los años setenta y ochenta la novela negra se basaba en Barcelona, mientras que en los últimos años los escritores se han repartido por todo el país, cada región y ciudad tiene un novelista. Casi es una guía de viajes. Esa ampliación es una tendencia actual, cada lugar tiene su novelista e historia y vale la pena que se cuente. Se ha diversificado”.