A. R.
Ciudad real
El escultor José Antonio González López-Arza inauguró ayer en el Museo López-Villaseñor la exposición ‘Anagnórisis’, integrada por un total de 52 obras y que puede presenciarse hasta finales de mayo.
Cuerpos en posiciones “en tránsito” de máxima elasticidad predominan en una muestra que busca la complicidad del espectador para que recomponga o complete desde su perspectiva las obras.
Al “reconocimiento de lo que hay en uno mismo y el descubrimiento de lo que no se sabe o desconoce” alude el título de la exposición con tres piezas también denominadas ‘Anagnórisis’. Una de ellas, la de mayor tamaño y de resina, se halla suspendida en el aire y está conformada por dos cuerpos, uno tumbado sobre la espalda del otro, con espejos curvos por encima y en el suelo que van cambiando la percepción sobre la obra conforme el espectador se mueve e incluso aportando dobles reflejos que se van mezclando. En otra composición y de escayola, los cuerpos de esta misma obra salen de un bloque geométrico, mientras que en una tercera aparecen contenidos dentro del volumen geométrico. Ya de bronce y en pequeño formato, exhibe una serie de cuatro obras reflejando el paso de una figura humana contorsionada a un cubo interrelacionándose en esa metamorfosis la forma geométrica y figurativa.
En otra amplia serie de esculturas en bronce con pátinas que no son frecuentes empleando tonos dorados, ocres, verdes e incluso rojos, López-Arza representa parcialmente la figura del cuerpo humano, de forma que si se cambia el punto de vista se convierte en una figura conceptual o abstracta, dejando que el espectador la culmine, desfigurando lo conocido para que quien lo presencie lo recomponga a partir de su perspectiva y la expresividad y dinamismo propuestos.
Así mismo, exhibe una decena de relieves de bronce con figuras en dinámicas posiciones, además de tres terracotas que son el punto de origen del resto de la producción expuesta.