Francisco J. Otero
Almagro
Ligeramente, saltando de una cosa a otra, dejando tantos hilos sueltos como remiendos cosidos, el escritor Lorenzo Díaz y el sumiller Alberto Fernández charlaron de vinos y comidas de la mano de Don Quijote. Lo hicieron en Almagro, “un rito iniciático, la Venecia de La Mancha”, como lo definió Díaz, el autor de Solana del Pino, en el marco de los Encuentros con Cervantes, organizados por la Diputación Provincial de Ciudad Real con motivo del IV Centenario de la muerte del más reconocido de nuestros escritores.
“Cervantes le da una cuchara a todo el mundo”, asegura Díaz, cuyo verbo fue de sentencia en “boutade”, de ocurrencia en saber, para decir que el Quijote nos da a conocer no sólo lo que comen los ricos y poderosos, sino también los arrieros y campesinos. Es decir, que la novela es, también, documental, reportaje periodístico, saco sin fondo informativo, aunque antes nos asegurara que “la buena Literatura no permite hacer un análisis objetivo de la realidad, porque presta más atención a los pícaros, a los que no comen, pero en España, entonces, se comía”.
Fernández, tabernero y más enamorado del vino que de sus esnobismos, completó la información de Díaz sobre que de los 126 capítulos sólo en tres no se habla de comidas, con la de que en 43 ocasiones se cita de manera significativa los vinos.
Mientras Lorenzo Díaz se agarraba a su olla podrida, “cocido al fin y al cabo”, Fernández servía, “en porrón o en bota, formatos que hay que recuperar”. tragos de saber vinícola, como, por ejemplo, que los vinos dorados de Medina del Campo de la Corte de Valladolid dieron paso a los Valdepeñas cuando ésta se trasladó a Madrid o que en la época de Cervantes se bebía la nada despreciable cantidad de entre 200 y 300 litros de vino por persona y año, si bien algo aguado, por los apenas 18 de la actualidad.
Maridaron Díaz y Fernández vinos con platos, a pesar de que el segundo advirtió que la palabra le parecía una cursilada, porque los vinos pegan y no maridan, y el primero puso sobre la mesa “platos manchegos que no se comían durante la época de Cervantes, como el pisto, pues no se consumía el tomate por entonces”. Después de un desvío por la historia de la patata, Santa Teresa y un rey Luis, se aconsejó tomar el morteruelo con un Manchuela, las gachas con airén, el atascaburras con un Manzaneque, las migas con garnacha y el pisto… con lo que quieran. En cuanto al tiznao, habrá que esperar a que lo pruebe Fernández, a ver con qué pega.
Todo esto ocurrió entre las idas y venidas de un sinfín de personajes. Por el Centro de Recepción de Visitantes de Almagro, invocados por las palabras de Díaz y Fernández pasaron Arturo Barea y su forja, Concha García Campoy, el tío Abdón de Díaz y los abuelos Berlamino y Segundino de Fernández, los cazadores furtivos, más resistentes que los maquis, Lucio haciendo huevos en la Cava Baja y Pedro Almodóvar rodando cómo una madre hace pisto en Parla.
Diálogos de Don Quijote y Sancho y el interés del alcalde
La jornada del jueves no terminó con la charla de Lorenzo Díaz y Alberto Fernández, sino que hubo postre. Los actores María José Goyanes, Alejandro Sigüenza y Emilio Gavira volvieron a subirse al escenario para deleitar al público que acudió en buen número al Centro de Recepción de Visitantes con Los diálogos de Don Quijote y Sancho, una lectura dramatizada de algunos textos de la novela seleccionados por Manuel Juliá.
La voz poderosa de Gavira revivió a Sancho en diálogo con un Sigüenza que dibujó un Quijote mesurado y firme, mientras Goyanes se encargaba del narrador. Precisamente la actriz, antes de comenzar el acto, en declaraciones a la prensa, aseguró que es un placer y un privilegio enfrentarte a uno de los grandes literatos, “en El Quijote está todo, la locura, la ternura, lo lúdico, la imaginación, los sueños”, en definitiva, dijo, “es un compendio de todo lo que hay en el ser humano, una fuente inagotable”, al tiempo que destacó el lado poético y melancólico de la inmortal obra de Cervantes, y también el humor e ingenio del escritor. También reconoció Goyanes que Cervantes exige cierta altura a la hora de encarar la interpretación.
Además de los protagonistas, en estos Encuentros estuvieron presentes bastantes autoridades: el diputado de Cultura, David Triguero; los concejales almagreños de Cultura y Deportes, Pedro Torres y Jesús Santacruz; y el alcalde de Almagro, Daniel Reina. Por cierto, que este último mostró su interés por algunos datos de la charla de Fernández y Díaz, especialmente por el porqué se aguaba el vino en aquella época. “No es que el vino fuera malo, es que el agua era mala”, fue la contestación del sumiller.