Con un karaoke de la canción ‘Al calor del amor en un bar’, de Gabinete Caligari, comenzó este lunes por la tarde su intervención Carlos González, profesor de la Escuela de Informática de Ciudad Real, sobre ‘Inteligencia artificial + Bio-Hacking para cibernícolas’, conferencia inaugural de las jornadas de divulgación científica en espacios de ocio ‘Pint of Science’ que se desarrollan hasta el miércoles 16 de mayo en Living Room.
González, que recordó películas como ‘Blade Runner’, ‘Inteligencia artificial’ e incluso proyectó secuencias de ‘Estoy hecho un chaval’ con Paco Martínez Soria y un jovencísimo Enrique San Francisco, habló del relevante papel de la escritura y educación en la transmisión del conocimiento y cómo, si en la segunda y tercera revoluciones industriales desaparecieron empleos al crearse robots capaces de hacer trabajos repetitivos mejor que los humanos relacionados con la fuerza y precisión, en la actual cuarta revolución se van a ver afectados “empleos de corbata” con los intelectos sintéticos. Sobre la era de la tecnología de la información de los años 80 y 90, en los que se acudía a los cibercafés; la era digital iniciada en 2002 con más del 50 por ciento de la información ya digital -actualmente es del 99 por ciento-; y “el cambio exponencial” de la cuarta revolución industrial desde el año 2010 que tiene que ver con intelectos sintéticos, es decir, ordenadores que realizan actividades de inteligencia mejor que los humanos, disertó González, que resaltó que ya estamos en la era post-PC con más ordenadores móviles que de sobremesa y citó la Ley de Moore que indica que cada dos años se duplica la potencia de los procesadores.
El móvil, por ejemplo, ha propiciado un cambio radical en nuestra forma de comunicarnos y no sólo de los chavales, sino de los adultos, ya que vas a un restaurante y ves a todos los comensales de una mesa llena con sus dispositivos. “Estamos cambiando mucho y seguro que vamos a seguir cambiando más en los próximos cinco años”, apreció González, que citó también como ejemplo que los vehículos autónomos van a transformar el mercado de la automoción. Será un transporte más seguro, se reducirán atascos y puede que la gente no tenga la necesidad de tener un vehículo en propiedad, comentó el profesor, que también resaltó el relevante papel de la inteligencia artificial en medicina con ordenadores que detectarán enfermedades en base a la imagen médica y el cambio que va a propiciar su uso en el desempeño de profesiones como las de abogados o profesores.
En la segunda parte de su intervención, González se refirió a los cyborgs con implantes cibernéticos para mejorar funciones humanas como la antena para detectar colores que se incorporó Neil Harbisson, el primer cyborg de la historia. Otras soluciones son los flash tattoos para identificación y conexión con dispositivos y las pastillas que llevan un microchip que permiten al médico hacer un seguimiento de la medicación que toma el paciente y sus constantes vitales.
En relación con el potencial de la inteligencia artificial, rememoró que Deep Blue ganó en el 97 a Kaspárov, el ordenador Watson en 2011 a dos campeones humanos del juego Jeopardi! y AlphaGo venció en 2017 en el milenario juego del go; y en cuanto a la capacidad de comunicación citó la existencia de programas que han ganado concursos literarios, los artículos completos escritos con inteligencia artificial que publica el Washington Post y el perfeccionamiento alcanzado por programas de reconocimiento, transcripción y reproducción del habla, síntesis de rostros y traducción simultánea.
González abogó por convivir con la simbiosis tecnológica desde un humanismo digital, utilizar el móvil como una extensión del cerebro y aprovechar los avances en favor de la comunicación.
Ciencia e ignorancia
Por su parte, José Ramón Muñoz, investigador del Hospital General Universitario de Ciudad Real, ofreció la conferencia ‘Ignorancia, el eclipse de la razón’, una charla divulgativa en la que expuso que “todos nacemos ignorantes y cómo la sociedad, a través de una serie de sesgos, nos va manteniendo en esa ignorancia”.
“No elegimos ser ignorantes, pero podemos elegir dejar de serlo” a través de la ciencia, subrayó Muñoz, que indicó que determinan los tipos de sesgos aspectos como el lugar donde creces, las escuelas y colegios a los que acudes y los libros que lees, lo que se suma a la avalancha de noticias llamativas que generan miedo, sobre temas que ocurren con muy poca frecuencia o sobre situaciones a las que nunca vamos a estar sometidos. Todo ello hace que la intuición busque salidas rápidas para lograr un “falso sentimiento de seguridad”.
La pobre popularización de la ciencia es aprovechada por la pseudociencia, en la que se pasa de la hipótesis a la ley sin experimentación y sin contar con un método científico detrás, señaló Muñoz, que indicó que “una cosa es el efecto placebo y otra lucrarse engañando”. La ciencia reporta la libertad de dejar de ser ignorantes y se encuentra entre el escepticismo y la credulidad.
Piloto automático
El encuentro contó, así mismo, con la conferencia ‘Desmontando mitos y montando hitos: Piloto automático’, impartida por Jennifer Mayordomo, investigadora sobre Envejecimiento Saludable en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que habló sobre el sesgo de género en la ciencia como lo indican datos que señalan que las niñas a partir de los 6 años creen que son menos inteligentes o cómo las mujeres en carreras de ciencia y tecnología tienen menos posibilidades de ser contratadas independientemente de si la persona contratante es un hombre o una mujer.
Así mismo, biológicamente diferentes el hombre y la mujer, “a veces se olvida a la población femenina en los ensayos clínicos de los medicamentos”. En cuanto al cerebro, el entorno de la persona y la educación es lo que determinan su desarrollo, independientemente del género, expuso Mayordomo, que resaltó que si sólo se visibiliza lo que aporta el hombre al conocimiento, se deja fuera a la mitad de la población.
Sobre cómo de enraizado está el sesgo de género en la ciencia, que actúa como un piloto automático, realizó una performance o prueba práctica con espectadores que tuvieron que montar en un patinete con el funcionamiento cambiado del manillar, de manera que, pese a que tenían claro que debían manejarlo de otra manera, la automatizada forma de conducirlo les dificultaba a priori hacerlo correctamente. En este sentido, Mayordomo abogó por apagar el piloto automático, hacer un esfuerzo y cambiar de forma consciente lo que limita la presencia de la mujer en la ciencia.