A. R.
Ciudad Real
Sus padres no besaban el pan, pero sí sus tres tías-abuelas, que eran “muy poderosas, eran como el sanedrín” de su familia, que le enseñaron de pequeña a besarlo. “En aquella época yo creía que era una cosa folclórica como cuando me decían ‘quita los pies que si te los barro no te casas”. Pero luego, “cuando fui mayor me di cuenta de que no, de que era algo más. Era, por una parte, el reflejo del hambre que habían pasado” en el Madrid de postguerra, y, por otra parte, era “una señal de respeto, celebración y gratitud por tener ahora ese alimento”, destacó ayer Almudena Grandes.
Por eso le pareció que ‘Los besos en el pan’ era un título “muy bueno” para su última novela, en la que cuenta una historia de la crisis “desde la perspectiva de los resistentes, de la gente que, en vez de sentarse en el suelo a llorar, lo que está intentando es es luchar contra esta situación y ser felices con lo que hay”.
A Almudena Grandes, que presentó el libro en un abarrotado salón de actos de la Biblioteca Pública del Estado, le gustaría que ‘Los besos en el pan’ se leyera “no solamente como un retrato de la realidad, sino como una reivindicación de la cultura de la pobreza”, la cual “hemos perdido en los últimos veinte-veinticinco años” cuando nos contaron que “éramos ricos y siempre íbamos a serlo”.
La escritora madrileña dijo que, cuando se planteó escribir la novela sobre la actual crisis, pensó en su abuelo, quien vivió en el mismo barrio que ella y que es el que aparece en el libro -la parte de Malasaña que pega con Chueca-, y llegó a la conclusión de que, después de las dificultades que vivió en la guerra y postguerra, no le parecería tan cruenta la situación. En este sentido, resaltó que “aquella generación tenía una riqueza, una fortaleza que nosotros hemos perdido porque los españoles, aunque a mucha gente le reviente que se lo digan ahora y no le guste recordarlo, siempre hemos sido pobres. Incluso cuando España era rica y el rey de España era el hombre más rico del universo, los españoles eran pobres porque el oro de América nunca se quedó aquí”, expuso Grandes.
“Pero la pobreza se heredaba también con una forma de vivirla con dignidad. La pobreza no era humillante, ni vergonzosa ni culpable. La pobreza era la vida, luchar contra ella era el sentido de la vida, pero esa lucha no excluía la alegría, la esperanza e ilusión y eso es lo que creo que hemos perdido”.
“Hemos perdido los referentes que nos ayudarían a salir de esta crisis, los vínculos con la cultura de nuestros abuelos. Y a mí me gustaría que esta novela se leyera también como una reivindicación de esa cultura”, subrayó.
El germen de ‘Los besos en el pan”, libro que aseguró que fue “un desafío”, se sitúa precisamente en su anterior novela, ‘Las tres bodas de Manolita’, que transcurre en los años 40, los años del hambre, y que, curiosamente, narra cosas muy similares a las que ocurrían en 2014, año en el que apareció publicada como el paro, la corrupción, los desahucios e incluso la okupación, aunque no se utilizara este término cuando a Manolita la desahucian y se va a vivir a un edificio en ruinas, expuso Grandes, que resaltó que también esta novela es fruto de su experiencia en la interpretación de la crisis como columnista, así como del “hecho de que llevo muchos años escribiendo sobre este país y es otra forma” de hacerlo.
Muy coral
Al tratarse de una crisis que “golpea de forma tan masiva a todas las capas de la sociedad probablemente la peripecia de una sola persona no vale para contarla”, por lo que se decidió a optar, por primera vez, por realizar una novela “muy coral”, apreció Grandes, que resaltó que las “dos grandes novelas corales” que leyó en su adolescencia y que le “han acompañado toda la vida” son ‘Manhattan Transfer’, de John Dos Passos, y ‘Berlin Alexanderplatz’, de Alfred Döblin, en las cuales está presente la crisis del 29.
Presentada en el salón de actos de la Biblioteca ante clubs de lectura de diversas localidades de la provincia por la delegada de la Junta, Carmen Olmedo, que aseguró ser “fan” de una escritora que refleja a mujeres “valientes y poderosas”, Grandes expuso que, en ‘Los besos en el pan’, “todos los personajes son víctimas, unas simpáticas, que caen bien, y otras antipáticas y alguna víctima que se pierde para siempre”. Pero no hay malos porque no viven en el barrio, que es “el protagonista y la gente que reside en él”, apuntó Grandes, que indicó que “una” de sus explicaciones de esta crisis es que “la llamamos crisis pero, en realidad, ha sido una guerra de los especuladores financieros contra la soberanía de las democracias y los malos son unos señores que, en un sitio que no sabemos dónde es, dijeron en voz alta que los europeos vivíamos muy bien para el dinero que podían ganar ellos si todos viviéramos peor”.
“El botín de guerra son los derechos, libertades y nivel de vida que hemos perdido y ha sido una guerra particularmente cruel porque los gobernantes no sólo de este país, sino de muchos países, se han aliado con el enemigo en contra de los intereses de los ciudadanos”.