La vida de una ciudad se mide, entre otras cosas, por el dinamismo de su actividad cultural, tanto a nivel púbico como privado.
Madrid, con alrededor de cuatro millones de vecinos, en absoluto se puede comparar con Ciudad Real, por ejemplo, aunque en nuestra opinión, para no llegar a los ochenta mil habitantes, la capital manchega ha experimentado en los últimos quince años, una notable mejoría en cuanto a esa vida a la que nos referíamos al inicio de este texto.
Uno de los programas más extensos e intensos que pone en marcha cada verano la capital de España es el de los Veranos de la Villa, con actuaciones de todo tipo y ralea, y ayer martes, por curiosidad, lanzadigital quiso vivir una de sus actividades. Fue, concretamente, el concierto del grupo norteamericano Low, una formación con más de veinte años a sus espaldas y once discos de estudio. Ahí es nada.
El evento estaba previsto que tuviese lugar en el quasi idílico de la Quinta Torre Arias, donde los contados asistentes podríamos sentarnos en el césped y dejarnos llevar por los sonidos del trío americano. Sin embargo, ante la previsión de lluvias, el evento fue trasladado al mucho más prosaico emplazamiento de la Caja Mágica, concretamente a la sala 3, donde se dispusieron una serie de alfombras con el fin de “indicar” al público a disfrutar del concierto sentados.
Y ese fue una de, en nuestra opinión, fallos del concierto. Estar sentados sobre el suelo, con el espacio para maniobrar bastante reducido por la presencia de otros espectadores a menos de un metro de ti, puede hacer que algo más de hora y media se haga demasiado tiempo.
En los estrictamente musical Low no decepcionó. El grupo de Minnesota tiene fama de ofrecer conciertos esencialmente intensos, con melodías que comienzan con tonos lentos para, progresivamente, elevar volumen con guitarras penetrantes, a veces preñados de aires de tormenta. Se pasa, por tanto, de la calma, a la tempestad, para volver, de nuevo a la tranquilidad.
Llama la atención como tan solo tres instrumentistas (percusión, bajo y guitarra) pueden crear tales ambientes envolventes plenos de hipnotismo; aunque claro, contar con las voces de Alan Sparhawk (voz y guitarra) y la embriagadora Mimi Parker (voz y percusión) no son aliados en absoluto desdeñables para crear tal ambientación.
Durante los 100 minutos que, aproximadamente, unas mil doscientas personas pudieron disfrutar, sentados o de pie, del concierto de Low, se escucharon un total de diecisiete temas, entre ellos Holy ghost, Lazy, Nothing but heart o Especiially me, para cerrar con el bis When I go deaf, con el que un heterogéneo grupo de personas, de toda edad, apariencia y condición, dejamos la Caja Mágica, después de haber vivido algún momento ídem, aunque fuera con la espalda dolorida.