Ante un público que no sólo se sabe al dedillo sus canciones, sino también sus poemas, Luis Ramiro ofreció un animado recital, a veces descarnado por la profundidad de las emociones y otras entusiasta, hasta eufórico por la pasión de los sentimientos a flor de piel.
De raíces manchegas, el cantautor madrileño cuenta con un amplio número de seguidores que han disfrutado viendo cómo iba creciendo con los años su repertorio de memorables canciones, parte de los cuales han acudido a presenciar sus directos varias veces en Ciudad Real y no desaprovecharon este sábado la oportunidad de la parada en la Tetería Pachamama dentro de su gira Música y poesía.
Sus fans saben que sus letras hablan de amor y desamor, como una tabla a la que agarrarse en el temporal en el medio del mar, como una almohada a la que abrazarse y susurrar temores, desgarros y sueños; recitaron a la par que el artista los poemas de Te odio como nunca quise a nadie y Te quiero como siempre quise odiarte, y tararearon canciones como la sublime Perfecta, la despechada liberación de Romper o la enfebrecida Relocos.
Buena parte de sus grandes éxitos aparecieron a lo largo del concierto, en cuya recta final interpretó Poemas en el tejado, quedó rendido y también dejó prendados con Pandora, se desquitó de la falta de entrega con Ramiro y se bajó del escenario para con las aportaciones de los espectadores —entre ellos, Elisabeth, Pilar, José Luis y Manuel— improvisar divertidas letras con sus apreciaciones, para culminar el directo, con todos los presentes de pie, con la alegre e irrechazable invitación de Mañana nos casamos en Las Vegas.