Y luego, también, estamos en “una sociedad totalmente adultocéntrica, donde el adulto es el centro de la sociedad. Por eso decimos ‘nuestros pequeños, nuestros mayores, nuestros abuelos y no decimos nuestros adultos’”, comentó la antropóloga burgalesa Mari Luz Esteban, que disertó este jueves en la Biblioteca Púbica del Estado en Ciudad Real sobre cuerpo y vejez, en especial de las mujeres.
“Ese adultocentrismo hace que miremos la vejez como un problema porque se identifica con el fin de la vida, con la proximidad a la muerte”, considerando que “ya los viejos no son productivos porque ya no están trabajando mucho, lo cual no es verdad porque luego hay muchas mujeres y hombres mayores que cuidan pero no son productivos en el sentido capitalista del término”. Y entonces se les ve como “algo que ya no sirve, algo negativo”.
“Toda esa visión negativa de la vejez la tenemos constantemente, también la oímos, lo que hace un poco difícil envejecer bien tranquilamente sin contradicciones con respecto a nuestro propio envejecimiento”, comentó la antropóloga feminista y del cuerpo, que cerró el IX Ciclo de Conferencias Antropológicas de Acma.

En su intervención, habló del cuerpo de las mujeres mayores en dos sentidos: “en el de cuerpos que son maltratados e invisibilizados, pero también en el de que pueden ser agentes de cambio, pueden empoderarse, cambiar y denunciar la situación en relación con todo lo que tiene que ver con la vejez en general, de lo que está pasando en nuestra sociedad”.
En torno a cuatro ejes gravitó su conferencia, siendo el primero el de la salud, resaltando aspectos positivos y negativos de lo que sucede en la edad mayor; mientras que el segundo lo dedicó al cuerpo como imagen, exponiendo “la necesidad que tenemos de imágenes alternativas, de mujeres y hombres mayores distintas que puedan ser referentes para cómo queremos envejecer los demás”.
A este respecto, resaltó la importancia de reconocerse y apreciarse en el propio cuerpo, así como que “hay cuerpos distintos y que los cuerpos no hay que mirarlos sólo por la imagen de si tienen arrugas o no, sino también por lo que expresan, lo que hacen, lo que gozan, porque bailan, porque ríen… Los cuerpos hacen cosas y hay que mirar lo que hacen los cuerpos no sólo cómo son”.
En tercer lugar, se refirió a la sexualidad y el erotismo entendidos de una forma amplia como “el placer de tocar y vivir el cuerpo”, subrayando que la sexualidad en la vejez es igual de diversa y múltiple que en otras edades y que “hay que hablar de esta cuestión”, para culminar con su reflexión en torno al “cuerpo político, a su dimensión política, que puede en la calle protestar, reivindicar,…, y los cuerpos de las personas mayores tienen que estar ahí también”.
Precisamente, porque son tan invisibles, los cuerpos femeninos mayores “pueden ser muy subversivos”.

Autora del poemario ‘Manifiesto de las mujeres viejas’, sobre unas personas “apenas contempladas y aún menos escuchadas o nombradas”, leyó precisamente el manifiesto con el que culmina el libro en el que reivindica “la vida y experiencia que tienen”.
A su juicio, “hay que hablar de estos temas, mirar todo lo que se ha escrito que es mucho sobre la vejez de las mujeres mayores, reflexionar, protestar y pensar en alternativas de muchos tipos” en relación con cuestiones como el de la convivencia, la soledad y el acompañamiento en la vejez. “Necesitamos muchas más políticas sociales que reconozcan los problemas de las personas mayores y como sujetos sociales de primera categoría, no sólo como personas a cuidar sino como personas con conocimiento, que han acumulado una experiencia y eso puede ser muy positivo” para muchas cosas.
En cuanto a la población femenina, con una mayor esperanza de vida habiendo más mujeres mayores que viven solas, “si hay una subordinación en general en la sociedad, en el caso de las mayores también”. Suele ocurrir que cuando “un hombre mayor necesita cuidados, al final sale la hermana, la cuñada o la vecina”, mientras que cuando “una mujer mayor necesita cuidados, no siempre tiene a alguien al lado que la cuide. Hay más necesidades en las mujeres mayores”.
Así mismo, destacó que la tercera edad “está más cerca de la muerte, pero es una fase que puede tener cosas nuevas, descubrimientos, no es sin más el final, sino que es una fase de la vida como otra cualquiera en la que pueden pasar cosas e incluso que antes no pensabas que iban a pasar”. La vejez puede ser maravillosa “o no, para eso socialmente hay que cuidarla para que las personas mayores vivan bien”.