A todos ellos los ha interpretado el madrileño Mario de la Rosa, que estima que “en el mundo de la ficción literaria es igual. Hay mucho detective de policía atormentado que hemos heredado de siglo pasado, pero ahora ya va evolucionando y dentro de esos policías ya hay personas por encima de los personajes”, indicó el actor y novelista, que compartió este viernes en Mancha Negra mesa de impresiones sobre ‘Policías de ficción versus realidad’ con el también escritor Víctor del Árbol, quien ejerció durante dos décadas como mosso d’esquadra.
Para interpretar, y mucho más para escribir, De la Rosa aseguró preocuparse mucho de documentarse, dar los matices que requiere cada personaje y hacer historias tangibles tanto respecto al sistema policial como en cuanto a la psicología del ser humano “porque al fin y al cabo no es lo mismo estar al final del turno que al principio, que hayas dormido esa noche o que tu bebé recién nacido te haya despertado cuarenta veces o que te expongas a una situación de peligro siendo más joven o más mayor, trayendo unos problemas u otros. De todo este compendio, entre la realidad y la ficción, surge la construcción del personaje policial”.

“Por tamaño, perfil y voz” le ha tocado ser en bastantes ocasiones agente de la autoridad, aunque también, de todo lo contrario, de villano. “Llegó un momento en mi carrera que cada vez que me llamaba el representante le preguntaba si era espada o pistola, de bueno o malo, pero, bueno, ya últimamente voy diciendo también ‘te quiero’ y teniendo hijos en la ficción, lo que se agradece”.
Víctor del Árbol le ha visto en ‘La Casa de Papel’ y cree que es “muy convincente. Es el tipo jefe cabroncete que le pillarías gato”.
El escritor barcelonés admite como “inevitable” que su experiencia como mosso d’esquadra se cuele en sus novelas. “Cuando has dedicado veinte años de tu vida a ello y además a una edad muy joven, es algo que te marca y claro que tiras de recursos, de algunos personajes y casos que luego ficcionas”. De estar en los dos lados de la acción, en la calle y en la de los libros, considera “mucho más divertida la de los libros porque tú controlas todo, cuando estás en la calle no controlas nada”.

No obstante, hay cosas que sí echa “de menos en el sentido del contacto con la realidad, de estar siempre en la calle, de ver las cosas como son, pero también, después de tantos años, creo que hay que dejarle paso a la gente joven que tenga energía y ganas, ya que cuando un trabajo así se convierte en una rutina es mejor dejarlo”.
Sobre cómo se recrea el mundo policial, Del Árbol expuso que, a veces, “hay modelos que responden más a estereotipos de las películas y series americanas que a la realidad. El trabajo de policía en España no tiene nada que ver con el mundo anglosajón y luego hay una parte que no cabe en las novelas que sí cabe en la vida real que es la rutina, es decir, el oficio, el procedimiento, toda la técnica que se necesita en una investigación”. Así mismo, “en España, por suerte, se mata poco en comparación con EEUU o en otros países y no se suele matar a distancia, con armas de fuego, sino que se mata de cerca en la mayoría de las ocasiones, lo cual cambia las cosas. Es una perspectiva diferente”.
Del Árbol, autor de exitosos títulos como la ganadora del Premio Nadal ‘La víspera de casi todo’ y su última novela ‘Nadie en esta tierra’, comparte con De la Rosa, quien debutó precisamente con la policíaca ‘Perros con placa’ y acaba de sacar el thriller ‘Que arda esta casa con nosotros dentro’, la pasión por la poesía, con un poemario en el haber de cada uno.

Esta otra vertiente dio paso a una velada poético-negra criminal para la que Del Árbol eligió varios poemas de su reciente primer poemario, ‘Mientras el mundo dice no’, dividido en dos partes: ‘Tierra adentro’ sobre recuerdos de la infancia y ‘Desde la orilla’ sobre cómo ve esos anhelos de adulto y cómo ha cambiado. Entre otros, recitó el poema ‘Te quiero’ que escribió con quince años y ha remodelado y otro inspirado en una fotografía de su madre cuando estaba embarazada de él, así como uno dedicado a su hermano en el que “habla de cómo eran los barrios obreros de la periferia de Barcelona en los años setenta en una familia muy modesta, de cómo construíamos nuestros sueños a base de heavy metal, desengaños, caerte y levantarte, y cómo a muchos de nosotros nos tocó lidiar con la tragedia de la droga en los años ochenta”.
Por su parte, De la Rosa contó cómo se inició escribiendo canciones de rap con catorce y quince años para luego, influenciado por figuras como Jim Morrison, cuando descubrió que “detrás había un poeta tan bueno o mejor que el cantante”, empezar un cuaderno de bitácora, un diario de textos no para repear sino para ser recitados en los que “expresar todos mis sentimientos de una manera muy personal y certera pero al mismo tiempo de una manera abstracta porque la poesía te deja esconder un poco la autoría pero sí plasmar el sentimiento”.
Tras publicar su primera novela, sacó el poemario ‘Hemorragias’, en el que habla del amor pero sobre todo del desamor desde el desgarro, libro del que interpretó de memoria varios poemas.
Además de sus universos poéticos, en el recital se pudo disfrutar de la producción de la escritora mexicana Brenda Michelle, así como de la acidez, crudeza, reivindicación e ironía del argentino Carlos Salem.