La directora del Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha, Araceli Martínez, ha defendido esta tarde en Ciudad Real el feminismo como pensamiento en favor de la igualdad y ha instado a quienes cuestionan los avances de las mujeres “a dejarse de tonterías y a llamar a las cosas por su nombre”.
Así lo ha dicho en la presentación de la novela ‘Fi ‘āl. Montones de tierra’, de Matías Argumánez, en la que ha respaldado la reivindicación del autor para reconocer las capacidades y aportaciones de las mujeres a lo largo de la historia, marginadas de manera constante y acosadas socialmente, incluso hasta ser llevadas al patíbulo por brujas.
También ha planteado la necesidad de construir una sociedad “democráticamente completa”, en la que vayan de la mano los hombres y las mujeres, pues “no somos antihombres”, con el fin de hacer frente al “punto de inflexión que vivimos”, en el que se intentan tambalear las conquistas femeninas.
Igualmente, se ha mostrado en contra de todas las discriminaciones, y ha reclamado una igualdad real y “no discursiva”, en la que “hay que “se llame a las cosas por su nombre, la violencia de género es violencia de género, y la violencia doméstica es otra cosa”.
Esa fuerza conjunta y cómplice entre géneros es vital, a su juicio, para romper con el pensamiento circular, en el que la mujer ha estado enmarañada y atrapada durante siglos, y en el que el patriarcado ha ejercido su poder en cuestiones tan importantes como la educación, la cultura y las relaciones sociales.
Referente de las nuevas masculinidades
Precisamente, todos estas líneas de pensamiento y las herramientas para conjurar contra ellas se contemplan en el nuevo trabajo del escritor, que Martínez ha apoyado, tanto por “el ensalzamiento de la figura de las capacidades femeninas invisibilizadas y sus aportaciones a la historia de la humanidad”, como por “el absoluto referente de las nuevas masculinidades” que representa el propio autor, “necesarias para seguir avanzando en igualdad”.
No en vano, el posicionamiento vital de Argumánez, es “coincidente y está alineado”, ha asegurado, con los objetivos y políticas del Instituto de la Mujer.
Para Martínez, el autor del libro, cuyo título hace referencia al antiguo juego árabe infantil en el que se levantaban varios montones de tierra donde se había escondido un pequeño objeto que había que encontrar, es “un humanista del siglo XXI” en toda su dimensión.
De la novela, en la que Argumánez propone un desafío a los lectores en materias tan vertebradoras como la guerra, la música, el amor, la religión, la cultura o el sexo, Martínez ha destacado tres términos recurrentes, como el grial, la herejía y la filosofía, que se conjuran para poner un espejo que enseña todas las desigualdades que ha sufrido la mujer por el hecho de serlo.
Eje vertebrador
Sobre el libro, el autor explica que ha escogido a la mujer como eje vertebrador en una novela que “aborda temas intemporales que le son intrínsecos desde el plano social, físico, cultural, artístico y filosófico”.
“La vitalidad de sus protagonistas, principalmente en las mujeres, promoverán la interacción de los lectores, desde la Edad Media en el desarrollo de acontecimientos de marcada actualidad: robo de bebés, abusos a menores, homosexualidad, mercado laboral, impunidad de los poderosos, la violación, el maltrato, la prostitución, la usura, las leyes, el peso de la tradición; en definitiva, consecuencias resultantes del asfixiante patriarcado que las féminas sufren en primera persona”.
En el volumen, de más de 600 páginas, hay superstición, venganza, guerras de poder y luchas de supervivencia.