A menos de una semana para la celebración de las Elecciones al Congreso de los Diputados y al Senado, el 10-N, los representantes políticos de los partidos mayoritarios agitan su presencia en actos públicos y divulgan sus principales mensajes con la mirada puesta en la configuración de la Cámara Baja y de manera más escorda en la Alta.
Pocos saben del alcance que tienen las decisiones del Senado, una institución de naturaleza territorial vista como ‘de segunda’ en la configuración bicameral de las Cortes españolas, pero con un peso específico determinante.
Por ejemplo, sería la encargada de volver a dar vía libre a la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña si hay una mayoría a favor, o tomar otras decisiones económicas como la aprobación o freno del techo de gasto (como ya hizo en diciembre del año pasado) qeu proponga el gobierno de turno.
Pero más allá de que sea una Cámara de segunda lectura, donde las mayorías son decisivas, el político ciudarrealeño Miguel Ángel Rodríguez se ha fijado en las figuras de los militares que encabezaron la institución en su primera etapa de vida: entre 1834, cuando se fundó, y 1923, cuando fue disuelta por la dictadura de Primo de Rivera.
Lo ha recogido en el libro ‘Cuando en el Senado mandaban los sables’, una compilación sobre las trayectorias de los once presidentes oficiales de los 31 que registró la entidad a lo largo de casi 90 años, a caballo entre los siglos XIX y XX.
Rodríguez defiende el “papel protagonista del Senado en la historia de España” desde su creación hace casi dos siglos, coincidiendo con la implantación del estado liberal y las constituciones liberales, y destaca “el servicio a la Patria” de sus miembros, especialmente de dichos generales que se hicieron con la presidencia.
En su estudio, publicado por ‘Glyphos’, analiza la incidencia que tuvo el ejército en la política española del siglo XIX y cómo los militares intentaron influir en la vida pública, a través de unos pronunciamientos que a Rodríguez le parecen livianos. “No eran golpes de Estado porque no buscaban restaurar un poder militar, sino instaurar un poder civil y político”, sostiene.
Para el actual diputado del PP en las Cortes castellano-manchegas, las vidas que ha biografiado fueron “apasionantes”, una vez que conoció más detalles y manejó sus expedientes personales, gracias a los fondos del Instituto de Historia y Cultura Militar del Ministerio de Defensa.
“Es un repaso por casi un siglo de la historia española”, desde la llegada del primer militar presidente de lo que se llamó Estamento de Próceres, el general Castaños, héroe de Bailén, que sólo estuvo en el cargo un año (1834 a 1835), hasta Marcelo de Azcárraga, el último, que ostentó el cargo en siete legislaturas (entre 1900 y 1915), y que lo alternó en dos ocasiones con el de presidente del Consejo de Ministros.
Repasa el Estatuto Real de 1834, las constituciones de 1837, 1845 y 1876, y el resto de figuras militares: Ildefonso Díez de Rivera, Joaquín de Ezpeleta, Manuel Gutiérrez, Francisco Serrano, José Guitérrez, Francisco Javier Arias-Dávila, Arsenio Martínez y José López.
Su elección fue por nombramiento directo, en base “a sus méritos”, una figura de acceso que Rodríguez apuesta por recuperar en el Senado actual para personas ilustres, lejos de que se pueda considerar ‘un cementerio de vacas sagradas’. En concreto, el político está de acuerd en reservar una serie de plazas para ‘notables’, al margen de los miembros de elección directa en las urnas y de los senadores de designación autonómica.
Sería como una especie de cuerpo de sabios e ilustres, en el que tendrían cabida los ex presidentes del Gobierno y otros cargos con una trayectoria “de entrega a España”, como puedan ser los propios militares. Sus consideraciones “tendrían poder de influencia en la capacidad legislativa de esta Cámara”.
En este sentido, defiende la ampliación de competencias para un órgano sometido en muchos casos a las decisiones del Congreso, con el fin de que desarrollara su dimensión para dictar leyes relacionadas con las comunidades autónomas. Sería una modificación de gran calado que “chocaría con la normativa institucional y con los propios partidos”.
Respecto al cuestionamiento de la propia existencia de la institución por formaciones como Ciudadanos y Vox, que en sus programas abogan por una transformación, el político ciudarrealeño respalda la estructura bicameral del parlamentarismo español, al igual que en Alemania, Reino Unido o Francia, y subraya la unidad de España.