Fueron muchas las disciplinas y los matices con los que el talento y la imaginación de Miguel de Cervantes enriquecieron la narrativa,el humanismo y La Mancha, es decir, las letras, la música, la navegación, la filosofía, el amor, la gastronomía… Los conocimientos recibidos de su azarosa vida, de sus lecturas y de su maestro Juan Lopez de Hoyos no fueron aportados sólo al Quijote, sino también al resto de su obra. Miguel de Cervantes no sólo conoció a las gentes y las fiestas de aquel tiempo, sino que las narró con admirable rigor y amenidad: entre ellas, las Novelas Ejemplares y, especialmente, La gitanilla… Leemos en su primera página: “Antes de ser aguda era tan honesta, que en su presencia no osaba alguna gitana,vieja, moza, cantar cantares lascivos ni decir palabras no buenas”…
Miguel de Cervantes fue lo que siempre hemos entendido como un hombre sin doblez. Cuando se vio obligado a abandonar España se empleó al servicio del cardenal Acquaviva y luego se jugó la vida en la Batalla de Lepanto, en “la más alta ocasión que vieron los siglos”, como él mismo relató. Los turcos hicieron todo lo posible, sin lograrlo, para el triunfo del Islam. Luego estuvo preso en Argel y sufrió el escarnio de la esclavitud, pero nunca negó sus sentimientos cristianos. Se le hicieron ofertas tentadoras, pero siguió firme en su fe. Aunque también confirmó sus creencias en su obra, principalmente en el Quijote, donde al menos en nueve veces, se menciona la celebración litúrgica del nacimiento del niño Jesús.
Por otra parte, la poesía suele tenerse por un género en el que Cervantes no alcanzó su plenitud literaria. Él mismo se lamentaba, “la gracia que no quiso darme el cielo”, pero su vida y su obra contradicen esas palabras. Ya desde el principio. El propio Luís Astrana Marín nos recordaba en su prólogo a una de las ediciones del Quijote , aquella donde se incluyen los magistrales comentarios de Diego Clemencín, que tanto el humanismo como el patriotismo de Miguel de Cervantes se vio rodeado de muchas grandes adversidades, pero siempre tuvo como santo y seña de su pasión por la poesía, y fue su maestro Juan López de Hoyos quien le invitó a colaborar en las honras fúnebres en honor de Isabel de Valois, esposa de Felipe II, y López de Hoyos conocía bien el talento y la cultura de su discípulo. López de Hoyos fue todo un personaje de aquel tiempo.
Miguel de Cervantes fue amigo y compañero, aunque algunos no lo merecieron, de los más grandes poetas de nuestro siglo de oro, como lo manifiestó en su Viaje del parnaso. de Lope de Vega ensalzó siempre su villancico, “Si tanto nos alegramos/ cuando nace uno de nos/ ¿qué será naciendo Dios?”, y no menos admiró a Luís de Góngora en otra de sus piezas sublimes: “Caído se ha un clavel/ hoy a la aurora del seno,/ oh que gozoso está el heno,/ porque ha caído sobre él”. Gran poeta también fue Miguel de Cervantes, aunque su don Quijote dejó deslumbrados no sólo a los españoles, sino al mundo entero. Sobre todo a la cultura inglesa y francesa, que tanto han colaborado en la universalidad cervantina. Y nada digamos de los países iberoamericanos, sobre todo México y la celebración de sus Posadas navideñas.
También Cervantes influyó de manera evidente en los poetas castellano manchegos del pasado siglo: Juan Alcalde, Ángel Crespo, Federico Muelas, Eladio Cabañero… Y la mayor parte de ellos volvió a engrandecer los ya famosos villancicos. Me refiero sólo a los poetas que ya fallecieron. Juan Alcalde nos recordará que “Por eso “DON QUIJOTE” es Don Quijote,/ y es Sancho, y es Aldonza…/ La polvareda lírica va a flote/ del alma que se hiere y que se tronza”. Fue un tiempo de reencontrarnos a nosotros mismos, de reconocer nuestro patrimonio castellano manchego y cervantino. Eladio Cabañero nos dirá en su Villancico por algo, que dedicó a su amigo y paisano Tinete Negrillo: “Al Niño llevan todos/ pan y amor. Hambre santa,/ los pobres siempre dan/ de aquello que les falta”…
Estamos al filo de la Navidad y esto nos lleva a tantos recuerdos entrañables. Las fiestas y las músicas que nos hacen volver a nuestra infancia, la Misa del Gallo, los cánticos, las reuniones. Todo un conjunto de vivencias que nos hacen retornar a un tiempo en que la juventud nos crecía como un regalo de Dios.