Es “un oficio muy bonito”, porque el resultado de las labores es magnífico, calma mucho y, una vez que ya sabes, le puedes dar al palique con las compañeras. “Nos animamos unas con otras y a la que no sepa, se enseña”, apuntó Ruiz, de quien aprendió el carrionero Jesús Rodríguez, uno de los dos encajeros presentes, junto al moraleño Lorenzo Asensio, en el XII Encuentro Nacional de Encaje de Bolillos y Bordados celebrado este domingo en el pabellón del Ifedi.
“Es muy desestresante”, el encaje entretiene, se mantienen activas la mente y las manos y “gusta hacerlo porque la labores que se hacen son muy bonitas”, señaló Rodríguez, una de las quinientas cincuenta personas de la provincia de Ciudad Real, así como de Toledo, Jaén, Córdoba y Madrid, que asistieron a la duodécima edición de este encuentro, de los de mayor arraigo y participación del país, organizado por la Asociación Vecinal y Cultural Santo Tomás de Villanueva, cuyo presidente, Jaime Vélez, agradeció el respaldo del Ayuntamiento, Diputación y Gobierno regional al desarrollo de esta cita que incluyó un desayuno saludable de bienvenida y la demostración de encajes, así como la concesión de tres distinciones y una rifa final de presentes.
Al principio parece difícil, pero se empieza con “muy poquitos bolillos y muestras pequeñitas”, para luego, poco a poco, conforme vas cogiendo habilidad ir avanzando en dificultad y aprender nuevas técnicas, incluso de otras latitudes como Rusia o Centroeuropa, comentó Hortensia Ruperto, de Ballesteros de Calatrava, que ha dado clases de encaje en Miguelturra y que se llevó el premio al mejor trabajo, recogido de manos de la delegada de Igualdad, Manoli Nieto, por un encaje tonder, tradicional de países como Dinamarca, de un lazo de novia con seda natural.
“Mil veces mejor” que el ensimismamiento en táblets y móviles es el encaje de bolillos, con el que se te pasa la tarde con tus compañeras “volando, no te das ni cuenta”, y haces preciosidades, apreció Benita Expósito, de Malagón, que se llevó por un paño para una mesa de salón el reconocimiento al encaje más popular, entregado por la vicepresidenta de la Diputación, Milagros Calahorra.
“De chica” aprendió, pero trabajaba con sus padres, lo tuvo que dejar y con 50 años lo retomó “como si lo estuviera haciendo toda la vida”, indicó Expósito, que aseguró estar con la almohadilla y entre compañeras “en la gloria”.
Por su parte, la distinción a las mejores manos haciendo bolillos fue para Adelina Bravo de Aldea del Rey, reconocimiento que entregó el alcalde de Ciudad Real, Francisco Cañizares, quien felicitó a las participantes en el encuentro por “la bonita afición que practican y por conservar esta tradición tan importante que forma parte de nuestra esencia como pueblo y territorio. Da gusto ver a tanta gente con este arte que tiene fuerza para rato”.
El primer edil aseveró que van a seguir colaborando para que no se pierda, se fomente y se dé el brillo que merece esta labor de dedicación y esmero que refleja las mejores cualidades de esta tierra de esfuerzo, sacrificio y perseverancia.
También la concejal de Festejos y Tradiciones, Fátima de la Flor, destacó la importancia de fomentar y propiciar el relevo generacional para preservar este legado, tan propio del Campo de Calatrava y reconocido como Patrimonio Inmaterial por la Unesco, al igual que la vicepresidenta de la Diputación, Milagros Calahorra, que expresó el apoyo de la institución provincial a la celebración de estos encuentros para impulsar las tradiciones, al tiempo que significó la labor que se realizan a través de las Universidades Populares estimulando la permanencia en el tiempo y difusión del encaje de bolillos.
Calahorra entregó un reconocimiento en nombre de la Diputación a Jaime Vélez, a quien también felicitó la delegada de Igualdad, Manoli Nieto, que subrayó que, desde el Gobierno regional, “vamos a seguir colaborando con las asociaciones de encajeras y estos encuentros”, trabajando en favor de la preservación de “una tradición tan nuestra”.