Anoche, Luis Ramiro y el público de Pachamama dejaron claro por qué la relación que mantienen desde hace más de una década goza de tan buena salud. El cantante empezó con Magia, tema homónimo del último álbum de estudio del madrileño; después, señaló con ironía la dificultad que supone, según él, encontrar motivos alegres en sus canciones. A partir de ahí, el concierto se desarrolló en una dinámica singular, la que corresponde con esa fase intermedia en la que un ciclo finaliza cuando ya existe, de alguna manera, una incursión en el siguiente.
La presentación de Ramiro consistió en una multitud de piezas recientes entre los que se colaron algunas claves para comprender su trayectoria, como Perfecta, Relocos y recuerdos y Mañana nos casamos en Las Vegas. Esta puesta en escena y la interpretación de Delorean o de la inédita 2029 dieron a entender que el cantautor se encuentra en una revisión de su obra, previa a la futura grabación de otro disco, lo que él mismo confirmó al final de la actuación.
Los textos que Ramiro ha venido incluyendo en los cinco libros que ha publicado desde 2014, a razón de uno por año, adquirieron ayer una importancia en el escenario parecida a la que tienen en los recitales. Puestos como introducciones o mezclados con la conversación que el artista mantuvo a lo largo de la velada con los asistentes, le sirvieron para conectar con quienes asistían por primera vez a una función suya.
Esta parte nueva del público aviva una complicidad que ya tienen los asiduos que, desde hace años, han podido contemplar la ligazón que une, especialmente a través de sus lazos familiares y con Pachamama, a Luis Ramiro con la provincia de Ciudad Real.
Luis Ramiro (voz, guitarra). Tetería Pachamama. Ciudad Real, 30 de marzo.