Los ojos claros de Inés Ibáñez Braña desprenden una vitalidad que hacen increíbles sus 95 primaveras. Con una humildad sincera asegura que no se siente merecedora del gran reconocimiento que recibirá el próximo 31 de mayo: su nombramiento como Hija Predilecta de Castilla-La Mancha. Y es que, argumenta, “sólo me he limitado a dedicarme con pasión a lo que más me gusta: la música”.
“Para mí la música ha sido todo, la he necesitado como el comer y el respirar”. Inés, que sigue en plena actividad dirigiendo ensayos y conciertos, considera que la música es como una medicina. “A veces tengo algún dolor y cuando estoy en el ensayo se me olvida completamente”.
Inés habla con alegría y sólo se le tuerce ligeramente el gesto cuando piensa en el momento en el que su cuerpo le impida continuar con su actividad musical. “Ya tengo muchos años, pero sobre todo tengo que dar gracias a Dios por haber podido disfrutar de la música todos este tiempo”.
Pero mientras llega ese momento de la retirada, en Inés no cesa su espíritu de superación y reconoce que sigue siendo muy exigente consigo misma y con su grupo: la Agrupación Coral Maestro Ibáñez, que tomó el nombre de su padre en 1978. En este sentido asegura que los éxitos que hayan podido sucederse han sido gracias a todas las personas que han pasado por el coro y que le han ayudado. “Si no tienes ayuda no puedes hacer lo que quieres y gracias a Dios me he visto ayudada y eso me obligaba a hacerlo cada vez mejor”.
El amor de su ciudad natal
Sobre el reconocimiento en el Día de Castilla-La Mancha, asegura Inés con su armoniosa voz que todavía no se lo cree y con honestidad afirma que ya cuenta el mejor reconocimiento que podría tener: el sentirse amada por sus paisanos y su ciudad natal, Valdepeñas. “¿Qué más puedo pedir?”.
Durante toda su vida se ha dedicado a fomentar la música en Valdepeñas y, aunque ella no lo consideraba necesario, el pueblo le ha agradecido esta dedicación con innumerables reconocimientos. Hermandades y asociaciones la han premiado, así como este periódico con sus premios Vino Blanco y Vino Tinto, y el Ayuntamiento como hija predilecta, la Medalla de Oro del municipio y una calle.
Cuando habla de Valdepeñas se emociona. Recuerda que acompañó a su marido en su nuevo destino en Guadalajara y no aguantó más de un mes sin su gente y su tierra natal que tan bien la ha tratado a ella y a toda su familia. “Valdepeñas es mi vida, donde he sido muy feliz”.
Desde 1942
Comenzó en la música muy joven, con veinte años, cuando ayudada a su padre, al reconocido y virtuoso Luis Ibáñez, en la Coral de Voces Blancas de la Sección Femenina creada en 1942, de la que se haría cargo definitivamente en 1961, tras su fallecimiento. Con el paso de los años, en 1978, tomaría el nombre de su padre en la reconocida Agrupación Coral Maestro Ibáñez. Durante décadas la Coral ha cosechado numerosos premios en certámenes de carácter provincial, regional, nacional e incluso internacional, como su segundo premio en 1949 en el Concurso Internacional de Canciones y Danzas.
Para Inés este premio fue de un mérito increíble, ya se partía de una época en la que había pocas personas contaban con conocimientos musicales. “Ahora hay más formación y medios, pero entonces mi padre comenzó casi de cero”, relata la próxima Hija Predilecta de Castilla-La Mancha, que apunta que poco a poco veía como crecía la pasión y el conocimiento de la música desde su labor como profesora de Música en el Instituto Bernardo de Balbuena, donde trabajo 44 años hasta su jubilación en 1987.
De esta labor Inés Ibáñez ve con orgullo como muchos de sus alumnos emprendieron y llenaron Valdepeñas y otros puntos de la región y el mundo de proyectos musicales, reflejándose todos ellos en uno de los actos que más le han emocionado, un encuentro homenaje en 2012 en el que participaron todos los componentes de la coral y numeroso público que ha mantenido trato con Inés a lo largo de sus más de setenta años dedicados a la música.
La belleza de la música
Recuerda de su niñez que en su casa se respiraba la música. Su padre quería que sus hijos tuvieran conocimientos musicales y, sobre todo, que apreciaran su belleza. Sin embargo Inés relata que su padre no quería que se dedicase a la música, una disciplina que en aquella época era poco valorada. “Entonces sólo tenían acceso a la música la gente pudiente y se veía como un adorno”, rememora Inés, que recuerda como su padre iba tras la comida a “tocar el café” para las clases bien. A esta actividad sumaba el coro, la rondalla, las clases particulares…
Su padre no disponía de tiempo para poder prepararla, pero Inés se afanó en su estudio y logró las máximas calificaciones cursando por libre la carrera superior de Música en la modalidad de piano. A su haber se suma el hecho de haber sido una de las pocas mujeres directoras de coral durante las décadas 50 y 60. Era algo que la cohibía pero, sin pretenderlo, ponía su granito de arena para romper el estereotipo de que el responsable de la coral debía de ser un hombre.
Inés Ibáñez Braña ha ido construyendo su persona en torno a la música y con sus méritos propios y, en especial, por su gran corazón y dedicación se ha convertido en una de las personas más queridas y respetadas de Valdepeñas. Y desde el próximo jueves su legado y carisma se extenderá por toda Castilla-La Mancha.
