Lleno en el Museo Elisa Cendrero y más de cincuenta personas esperando para entrar en la inauguración este viernes de la muestra pictórica de dos creadores que, por amistad, han decidido exhibir juntos sus últimas producciones.

Abierta hasta el 12 de enero, se trata de una muestra que aúna la maestría de un pintor muy reconocido como Feliciano Moya, de 62 años y natural de Aldea del Rey, con sus paisajes manchegos de fabulosos cielos y coloridos campos, además de patios, jardines y bodegones, y el gran potencial del daimieleño Gómez Cambronero, de 47 años, que acaba de exponer en el Parlamento Europeo una colección de obras sobre los valores del viejo continente.

Diez de los catorce cuadros que exhibió hasta hace una semana en Bruselas forman parte de esta muestra compartida con Moya y que supone su primera exposición en Ciudad Real capital, también integrada por escenas urbanas, de distintos espacios de sus viajes, además de reflejar la atracción, como ingeniero civil, por la maquinaria.

“Yo desde el impresionismo y él en el estilo figurativo, tenemos en común que somos dos pintores que se curran mucho las luces”, comentó Moya en la apertura de la muestra que contó con la participación del concejal de Cultura, Pedro Lozano, y el periodista daimieleño Ismael Terriza.

“A Feliciano le gusta aplicar grandes luces a sus obras y mucho colorido, y mi obra también tiene mucho color saturado y tiene gran importancia la luz. Me gusta jugar con el claroscuro, las luces y sombras. Tenemos ese punto de encuentro”, agregó Gómez Cambronero.

“Se trata de una exposición que nace de la amistad entre dos pintores en un mundo en el que quizás no es eso muy común, la puesta en valor del trabajo del uno y el otro”, indicó Terriza, que resaltó que “Feliciano es un artista contrastado, con más de cuarenta años en la profesión y que ha construido una vida en torno a la pintura no sólo vendiendo sino enseñando como un gran docente”. “Sus cuadros son los cielos y campos de la Mancha, las casillas de campo, la arquitectura popular, el patio, la sombra, la luz, el atardecer y amanecer, con pincelada firme, segura y muy detallista”.

Por su parte, Gómez Cambronero lo mismo realiza una escrupulosa construcción al plasmar un edificio que, “cuando toca ser pintor libre expresivo, de pincel suelto y verter todo lo que piensa, lo es también”, apuntó Terriza, que considera que se trata de “un lujazo” de exposición, “muy completa”.
