En medio de un Corral lleno hasta la bandera (como es habitual), y con una temperatura más que agradable (que no es tan frecuente), pudimos ver ayer –y aplaudir más que nunca- a la compañía local ‘Corrales de Comedias’, que ha ido escalando peldaños en los últimos años de unos meros aficionados, a un compañía profesional con el refuerzo de algunos actores de Madrid, Bolaños y Valdepeñas, además de los habituales de Almagro.
Interesante y divertido Moreto, que es bien familiar en Almagro. Precisamente las 41 Jornadas de Teatro Clásico (2018) estuvieron centradas en ‘El universo cómico de Agustín Moreto”, y sus obras se han visto representadas en el Festival con frecuencia: Nada menos que 18 veces, en los años 80, 86, 90, 91, 94, 96, 99, 2000, 2004, 2006, 2008, 2013, 2014, 207, 2018 y 2019 (2), ya que este año hemos podido verlo en dos obras distintas (‘El desdén…’ y ‘No puede ser…’).
La obra más representada ha sido ‘El lindo don Diego’ (8 veces), seguida de ‘De fuera vendrá…’, ‘El desdén con el desdén’ y ‘No puede ser…’, (3 veces cada una, y ‘El parecido en la corte’ que tan sólo subió al escenario en una ocasión (1999). Cierto es que si el año pasado se conmemoraba el 400 aniversario de su nacimiento, este 2019 se cumplen los 350 años de su fallecimiento en Toledo.
Sin embargo, Agustín Moreto, a pesar de ser uno de nuestros grandes dramaturgos del Siglo de Oro, ha permanecido un tanto olvidado, por la sombra de otras figuras de la época como Calderón de la Barca (de quien fue muy amigo), o Tirso de Molina y Lope de Vega. A pesar de este pseudo olvido, no deja de ser reconocido y valorado por los grandes críticos, que lo alaban por sus ingeniosas tramas, sus textos burlescos, y la forma divertida y cómica con la que crea situaciones que atrapan al espectador.
AGUSTÍN MORETO
Nuestro dramaturgo Agustín Moreto (Madrid 1618-Toledo 1669) era descendiente de una familia de comerciantes. Temprana figura entre los poetas de la corte de Felipe IV, se acredita con la composición de diversas “Fiestas teatrales”. Dotado de una gran inteligencia y talento, accede muy joven a la corte, si bien esa precocidad ha sido a veces exagerada por sus críticos, algunos de los cuales le han atribuido comedias a la edad de 14 años.
Ordenado sacerdote, es adscrito a la iglesia de Santa Magdalena, en la diócesis de Toledo, sin abandonar por ello sus sólidas relaciones con la vida madrileña. En 1649 ya pertenecía a la Academia castellana, y en 1662 entra al servicio del arzobispo de Toledo, quien le confía la administración de la Cofradía de san Pedro.
Desde luego, Moreto es recordado especialmente por sus comedias, algunas de ellas muy de juventud, como ‘Los engaños de un engaño y confusión de papel’, que se le supone escrita a los veintidós años, o como ‘Sin honra no hay valentía’. Pero tiene igualmente varias comedias de tema histórico… Además de algunas de enredo como ‘Las travesuras de Pantoja’, ‘El desdén con el desdén’, ‘El lindo don Diego’, o ésta de ‘No puede ser el guardar a la mujer’, recurriendo a una conocida frase del refranero de entonces.
A pesar de que se ha dicho que casi todas sus comedias son refundiciones, posee un estilo inconfundible y un diálogo fluido, donde el juego de la ilusión sirve de equilibrio entre lo cómico y lo sentimental. Su principal mérito es que supo dar relieve a la figura del ‘gracioso’, que pasa a ser (como el ‘Polilla’ en ‘El desdén…’ y ‘Tarugo’ en ‘No puede ser…’) la figura principal. Resulta preciso recordar aquí y ahora, que junto con Rojas Zorrilla es uno de los dramaturgos más imitados por los franceses, y su fama llegó a sobrevivir a la reacción negativa del clasicismo del x. XVIII.
NO PUEDE SER…
En efecto, la obra viene a mostrar que ‘No puede ser el guardar una mujer’… si ella no lo decide, naturalmente. Su trama corre a ritmo vertiginoso y de forma divertida, y en ella los personajes femeninos son de vital importancia, por estar llenos de fuerza y ser muy transgresores y adelantados a su tiempo. Lo cual no resulta nada extraño, si analizamos el carácter pasional de las mujeres en el Teatro del Siglo de Oro. Muchos de los diálogos que escribe Moreto para las mujeres de esta obra, no sólo están cargados de razón… Además, posicionan a la mujer como intelectualmente por encima de los personajes masculinos.
Como hemos dicho, Agustín Moreto fue creador de grandes comedias, tales como ‘El Lindo Don Diego’ o ‘El desdén con el desdén’, y se posicionó en su tiempo como uno de los escritores más críticos con la sociedad, no dudando para nada en plasmar esas reflexiones, en su teatro popular. Cierto es que sus comedias fueron grandemente aplaudidas en cada estreno, y algunas de ellas (‘El desdén con el desdén’, 1652) sirvieron como base para otros éxitos europeos, que el propio Molière, quien hizo suyo en ‘La Princesa de Helide’.
‘No puede ser el guardar una mujer’ es una comedia brillante, de ritmo vertiginoso y gran destreza teatral. Su hilo argumental, ágil, conciso y directo, su elaborada estructura, el equilibrio y la coherencia de sus actos, y la construcción de sus personajes (que sin ser complejos gozan de un magistral desarrollo), la convierten en una de las mejores piezas de Moreto y en una de las comedias más interesantes de nuestro Siglo de Oro.
FUNCIÓN REDONDA
Sepamos la trama. En la academia de doña Ana, tiene lugar la disputa entre don Pedro, su prometido, y don Félix. Se trata de concluir si un hombre puede o no, tener guardada a una mujer. Doña Ana se posiciona al lado de don Félix, defendiendo que no puede ser. Pero don Pedro se parapeta en su posición, y para demostrarlo se aplica en guardar a su hermana Inés. Un empeño del que saldrá derrotado y burlado.
La acción se volverá trepidante con la presencia de los graciosos ‘Tarugo’ y ‘Manuela’ que inventarán todo tipo de situaciones disparatadas. Alberto, el mayordomo de don Pedro y encargado por velar por seguridad de la casa será burlado, y don Diego, personaje afectado y amigo de don Pedro, acabará en el cuarto de Doña Inés, que más tarde será entregada a don Félix por su mismo hermano, sin saberlo.
‘No puede ser el guardar una mujer’ se ha representado lamentablemente un solo día (15/07) en el prestigioso escenario del Corral de Comedias, y la compañía la ha incluido en el repertorio que hace los fines de semana, así como en su campaña de estudiantes. Entre las virtudes de la obra, destacaremos la importancia de sus protagonistas femeninos.
Nada que ver con esas damas presuntuosas y casi ridículas que pueblan los textos barrocos, en los que se satiriza la pretensión de la mujer de saber tanto o más que el hombre, y su deseo de rebelarse contra la condición de ser marginado por una sociedad machista.
Frente a un concepto magnificado y equívoco sobre el honor de un hombre (hermano en este caso), se instrumentan toda una serie de patrañas tendentes a burlar el honor de quien se considera blindado… Es notable la agudeza y cantidad de ‘industrias’ que el cómico ‘Tarugo’ urde para lograr algo tan simple como el amor de un hombre y una mujer… y precisamente en la misma casa, de quien con toda suerte de impedimentos trata de evitarlo. Lo hemos dicho, se trata de unos personajes femeninos transgresores, llenos de fuerza y cargados de razón, que aúnan la pasión y la condición intelectual dando cuerpo y voz al ideal moretiano. Y lo hacen frente a la terquedad, el engreimiento, la necedad y el machismo.
Magnífica función de ‘Corrales de Comedias’, la compañía almagreña que dirige Antonio León. Buenos recursos para distintas escenas con unas simples cortinas, y excelente música barroca entre escenas. Desde luego, el auténtico protagonista de la obra es ‘Tarugo’, interpretado magistralmente por el madrileño Félix Espinosa en un difícil y vistoso papel, simpático y variado en registros, junto a la cómica criada Manuela (Covadonga Calderón). Notables también Rocío Sobrino (doña Inés), Elena Alcaide (doña Ana), Juande López (Alberto), Vicente Nové (don Pedro) y Daniel Moncada (don Félix). Antonio León estuvo acertado en su breve papel de don Diego.
