El acto estuvo organizado por María Encarna Cabañas y el grupo de lectura “En notas violetas” con la colaboración de los institutos Eladio Cabañero y García Pavón, la Biblioteca Municipal de Tomelloso, Cruz Roja Española y Salones Mabel. Una velada sencilla y honesta, como el poeta homenajeado, en la que se leyeron sus versos con devoción, en amistad, sin pompa, pero con mucho amor.
Adela Cabañas, Caroline Culubret, Manuel Buendia, Clara López Cantos y María Abad donaron obras pictóricas; Dionisio Cañas aportó ejemplares de sus dos últimos libros para venderlos en el encuentro a beneficio de la labor que Cruz Roja lleva a cabo en Tomelloso. En total se logró recaudar algo más de 500 euros.
María Encarna Cabañas abrió el encuentro cultural “dentro de este mundo reinventado que hoy nos hace un hueco para hablar de poesía”. Recordó la conductora que fue el carnaval la última fiesta que vivimos en Tomelloso. “Hoy recogemos sus versos del otoño de septiembre” y es que, como decía el poeta “siempre es otoño aquí”. Por ello, la velada vendimió en este tiempo de hojas amarillas y olor a mosto “es una tarde de otoño en la que nos han dejado sin besos, pero nunca sin versos”.
Y llegó la música, Marieli Blanco e Irene López, interpretaron “Las hojas muertas”.
Rocío Torres, la directora de la Biblioteca Municipal, hizo una semblanza del Eladio Cabañero “excepcional creador y mejor persona”. Recordó Torres que en diciembre se cumplirán 90 años de su nacimiento y el julio se cumplieron 20 años de su fallecimiento. Ante la ardua tarea de hablar de tan gran figura, Rocío Torres recurrió a quienes le conocieron. Empezó por Pedro A. González Moreno, quien dijo que nadie definió a Eladio como el propio Eladio “que se autoproclamaba, bribón, gandul, zapatones, viejo gruñón, tercuzo o guácharo de Quijote”. Tras recorrer la biografía del poeta, la directora de la Biblioteca Municipal, declaró las palabras del poeta Manuel Alcántara, “olía Eladio a yeso y legalidad”.
El acto se dividió en tres bloques en los que veinte lectores y lectoras pusieron voz a los versos más conocidos de Eladio Cabañero. La música estableció una colorida linde entre los bloques: “La violetera”, “Alfonsina y el mar”, “Y sin embargo te quiero” y la jota de “La rosa del azafrán”. La velada acabó con el baile de Lidia Gorrachategui, el “Fandango” del padre Antonio Soler y la “Sonata” de Albéniz, interpretadas por Irene López y Marieli Blanco.