En oficina estaban todas y en servicios como Jardines o Mantenimiento no había ni una. Todos eran hombres, igual que todos los jefes de sección cuando Pilar Cascante logró en el 81 una plaza de auxiliar en Intervención. De ahí, cuando se inauguró el Teatro Quijano en el año 90, salió una oposición como técnico de actividades culturales a la que optó porque vio “una oportunidad de ascenso dentro de la administración en la que estaba” y aprobó, convirtiéndose en la gestora cultural de los espacios municipales de los últimos treinta y cuatro años de Ciudad Real.
Durante los cuarenta y tres años en total que lleva trabajando en el Ayuntamiento de Ciudad Real, el próximo año se jubila, ha sido testigo de la incorporación de la mujer a la administración local. “Ha cambiado muchísimo”, la transformación ha sido “radical”. De no haber ninguna, “en el vértice todos eran hombres”, al actual número muy equilibrado de jefes y jefas de sección, comenta quien está al frente del de Cultura, que considera que ha sido “una conquista continua” de acceso a distintas plazas y servicios del Ayuntamiento.

“Las políticas de conciliación han ayudado a que la mujer pueda progresar dentro de su trabajo. Han sido fundamentales a la hora de tener una proyección profesional”, estima quien fue la primera persona que tuvo un ordenador para trabajar en el Ayuntamiento, en el 85, porque en ese momento era “la más joven”.
La visión de la mujer “aporta mucho. Lo mejor a la hora de resolver un problema es que haya distintos puntos de vista tanto de hombres como de mujeres”, considera Cascante, que elogia las acciones de puesta en valor de mujeres artistas y científicas que habían sido ocultadas y olvidadas históricamente y sostiene que, pese a lo avanzado, todavía hay actualmente “un déficit de mujeres creadoras” en ámbitos como las artes escénicas donde hay más artistas masculinos, en una proporción aproximada de una de tres.
Por eso, “desde la programación de teatro tratamos de integrar de manera transversal la igualdad”, comenta Cascante, diplomada en Profesorado de EGB por Matemáticas que, cuando entró en la administración, vio que “lo más fácil” para ascender era con Derecho porque “te daba acceso a muchísimas plazas” y entonces estudió esa licenciatura ya trabajando, para, posteriormente, cuando sacó la plaza de técnico de Cultura, preguntarse ‘¿qué le va bien a cultura?’, a lo que respondió con la licenciatura de Historia del Arte.
Ese juego de llaves formativo le ha ayudado mucho en una trayectoria profesional como gestora cultural que no se imaginaba cuando era pequeña, de la que está muy satisfecha y que repetiría sin dudar por todas las vivencias, contactos con artistas y conocimientos que le ha permitido adquirir.
Y eso que, como acude a todos los espectáculos para saludar a los artistas, ver que todo vaya bien y fraguar su opinión tanto de la propuesta como de la respuesta del público por si le preguntan otros compañeros gestores a los que ella también acude para programar, es la cara visible a la que van todos los ojos si hay algún problema.
Uno de los últimos, el agua que cayó en un lateral del escenario del Quijano en el concierto de Sinfónica CLM ante una tromba de agua y la obstrucción de una bajante. Se puso “mala: Todo el mundo me miraba a mí y yo decía ‘ya lo he dicho que tenemos goteras’”.
De que le “encanta viajar” no hay titubeo que valga. Su despacho está lleno de fotografías de escapadas, así como con un gran número de artistas que han visitado Ciudad Real como Concha Velasco, Héctor Alterio, Kiti Mánver, Nuria Espert, Miguel Rellán, Gabino Diego, Luis Merlo y Café Quijano.

Ha visto actuar a familias enteras como Ana Belén, Víctor Manuel y sus dos hijos, la actriz Marina y el pianista David; y dar sus primeros pasos, cuando nadie les conocía y ella tenía que convencer a gente a que acudiera a verles, a cantantes hoy de gran éxito como Pablo López o Vanesa Martín, siendo su primera gran sorpresa el lleno que se marcaron Faemino y Cansado en los primeros años noventa, al poco de aterrizar como gestora cultural Cascante, quien pensaba que “a esto no va ir nadie”.
Salvando las distancias con el reciente resquemor que originó la sátira de Ciudad Real que realizó el humorista David Suárez y sobre todo teniendo en cuenta que en aquel momento no había redes sociales y todo era el boca a boca, cierta polémica generó en los años noventa, con Carlos López Camarena como concejal de Cultura, un espectáculo de misa negra en el marco de un Congreso de Parasicología hasta el punto de que su propia madre llegó precisamente de misa, donde se lo habían comentado, y le dijo asustada ‘¿no serás tú la que hace la misa negra?’, cuando en realidad se trataba de “un espectáculo totalmente teatral”, recuerda Cascante, que tampoco olvida “el murmullo general de todo el patio de butacas” ante desnudos sobre el escenario como el que protagonizó Juan Ribó en 2002 en la obra de Nieva ‘El manuscrito encontrado en Zaragoza’.
También han sucedido la caída de un actor al foso, la necesidad de llamar al 112 en el espectáculo ‘The Hole’ porque en la interacción de una actriz con el público “un señor se alteró demasiado” y la concentración de protesta por un sketch con la bandera española de Dani Mateo que precisamente llenó ‘hasta la bandera’ el Quijano.
Ha habido momentos de inquietud como cuando la bailarina Sol Picó se subió al piano del antiguo Casino y se decía a sí misma ‘Ay, ay, que lo va a desafinar’ o cuando se fueron los plomos en el concierto de Manolo García, sin olvidar el nudo en la garganta cuando en la representación de ‘Cavallería rusticana’, no mucho después del incendio en las discotecas de Murcia, comenzó a llegar al patio de butacas del Quijano olor a quemado y todo el mundo se le acercaba para comentárselo hasta que los técnicos la calmaron diciéndole que no se preocupara, que se habían dejado encendido el microondas de los camerinos con una pizza dentro.
En sus inicios, a tocateja y en pesetas se pagaban a los artistas tras la función, mientras que ahora “todo está informatizado y se manda una transferencia” y también antes se atendían requerimientos de lo más variopinto por contrato de los artistas, mientras que ahora es el mánager el que se encarga de sus peticiones.
“Te pedían muchísimas cosas como dos litros de chocolate, dos de café, una determinada marca de whisky o ginebra, sandwichs de tal tipo, avellanas, nueces,…. y luego, a lo mejor, ni lo tocaban”. Por ejemplo, Madre Deus les exigió que los cubiertos para partir la fruta que querían tenían que ser de la Cruz de Malta, lo que llevó a Cascante a descubrir gracias a su madre que se trataba de “una marca muy famosa de cubertería”; un grupo mexicano que “representaba el día de los muertos quería que le pintáramos los camerinos de azul”; al cantante Raúl se le antojaron barritas energéticas; y el pianista Michael Nyman solicitó “un montón de toallas blancas” y la solución que Cascante ideó, “en vez de comprarlas porque para qué luego queríamos tantas, fue pedirlas a una residencia universitaria: él cogió unas cuantas nada más, las llevamos luego al tinte y se las devolvimos a la residencia universitaria”.
En las últimas décadas, el público también ha evolucionado mucho. En la primera mitad de los noventa, había muchos espectáculos en el Quijano que “estábamos en familia, unas cuarenta o cincuenta personas” y cuando empezaron hace casi veinticinco años los Lunes Musicales en el antiguo Casino “había algunas veces más gente en el escenario que abajo”. También el presupuesto ha influido. Al principio, apenas había dotación, se hacían dos o tres obras en el Quijano al mes, mientras que ahora “todas las semanas tienes tres o cuatro cosas mínimo” y, respecto a los Lunes Musicales, después de “insistir lunes, tras lunes, tras lunes”, se ha pasado “de estar diez o doce personas a doscientas e irse gente porque no tiene sitio. Ha crecido exponencialmente”.
No han faltado períodos de ‘vacas flacas’ como el de las crisis de 2009 que afectó a todos los sectores y en especial a la cultura, porque es en lo primero que muchas veces se piensa a la hora de suprimir cuando a su juicio debería ser lo contrario porque es “lo que te abre la mente y te ayuda a pasar dificultades”; o el año del Covid que hubo que anular toda la programación y cuando se reabrieron los espacios con mascarillas la gente era “muy reticente” a regresar, asistencia que “se ha recuperado totalmente e incluso incrementado”, hace balance Cascante, que respecto a datos aporta que en 2012 contaban con un presupuesto de “136.000 euros en solo una partida”, mientras que ahora es “el doble entre diferentes partidas”, sin obviar bajones en dotación como en 2016, año en que lo destinado a actividades culturales descendió a 80.000 euros.

Respecto a un nuevo teatro auditorio, cree que hay que definir bien cuál va a ser su destino, dotándolo de presupuesto económico y personal para llevar a cabo una buena programación. El Quijano está “muy adaptado para las obras de teatro, el público y los actores nos lo dicen, que está genial la complicidad que tienen con los espectadores al tenerlos tan cerca”, pero sí que vendría bien un escenario más amplio para los espectáculos de ópera y ballet y los grandes conciertos.
Miembro de la Asociación de Técnicos de Gestión Cultural de Castilla-La Mancha Artec, resalta que a lo largo de su trayectoria profesional siempre ha buscado “hacer bien” su trabajo independientemente del partido político que estuviera en Cultura y “tratado de satisfacer los gustos, que hay muchos y muy diferentes, de los públicos que asisten a los espectáculos”. Respecto a los ediles con los que ha trabajado, a Carlos López Camarena lo define como “pionero en la cultura y familiar”, a Rafa Romero Cárdenas como “creativo e imaginativo”, a Teresa Aguirre Moreno como “trabajadora incansable, responsable y leal” y de Lydia Reyero Flores destaca su “ilusión, juventud y capacidad comunicadora”.
En cuanto a Santiago Amores le atribuye los calificativos de “compañero y sensato”, a José Luis Herrera Jiménez “dialogante, optimista y político”, a Nacho Sánchez Pascual “innovador, comprometido y resolutivo”, y a Pedro Lozano Crespo “apasionado, empático, incansable, pura energía”.