Afuera, a más de cuarenta grados, parecía próximo el infierno, pero en el interior del Áurea se estuvo en la gloria, gracias a la climatización y el refrescante folk del cuarteto Mielotxin que propuso este domingo, justo al culminar la mañana, un festivo viaje por toda Navarra, con su diversidad y riqueza cultural, desde las montañas y los valles del norte hasta el sur de Tudela.
A la lozana, fresca y hasta bucólica sonoridad de flautas como la txirula y txistu acompañadas a veces con tamboril, la jaranera expresividad del acordeón encaminada a menudo a lo lúdico, la dulzura de la kalimba y una base rítmica de contrabajo y percusión, a veces rozando lo jazzístico, con multitud de instrumentos como tambor, panderos redondo y cuadrado, cajón, platillos, triángulo, cascabeles y hasta sartén y botella de pacharán, se sumó la fabulosa potencia tímbrica de la madera con dos txalapartaris -Anai Gambra y Mikel Urrutia, de Hutsun Txalaparta-, que dieron aún más brío y energía al recorrido por una amena actualización y difusíón de las raíces culturales navarras a partir de sus canciones y danzas.

Cinco danzaris escenificaron desde bailes procedentes de valles a ambos lados de la frontera con Francia de temáticas expresadas en euskera hasta jotas navarras, como de ronda o de picadillo, con ingeniosas y humorísticas estrofas en castellano.
De puntillas, con los pies trenzándose, chocándose en un ‘eureka’ en el aire o señalando directamente al cielo en icónicos alzamientos de una de las piernas lo más alto posible, los bailarines de Tafalla Danzea Taldea interpretaron una amplia variedad de danzas, incluido un más difícil todavía en torno a un vaso de vino en cuyos bordes se posaron, como una gran ave en un finísima rama de un árbol, para dar después un salto sin derramarlo.

Canciones con danzas a ritmo de choque de espadas, de jovial recolecta popular por las casas, de divertidos juegos de palabras, chispeantes letras populares y festivas celebraciones se sucedieron en un espectáculo de ‘músicas del mundo’ que parte de lo más enraizado, lo etnográfico, con toda su diversidad, para ofrecer un show actual y contemporáneo.
La alboka, recuperado instrumento de reminiscencias árabes que recuerda a la gaita por mantener de manera ininterrumpida el sonido, fue otro de los instrumentos que tocaron los músicos de Mielotxin Folk Taldea, grupo liderado por el cantante y acordeonista Iñigo Aguerri e integrado también por el multinstrumentista Ismael Yagüe, capaz de tocar el txistu o la txirula a la vez que los teclados; el contrabajista Marcelo Scrich y el percusionista Salva Tarazona.

El público, que en su gran mayoría se levantó para aplaudir la propuesta, estuvo en todo momento activo, acompasando con palmas las canciones y hasta coreando los estribillos de los temas en castellano, ganándose un bis de dos canciones para celebrar el paso por el Festival de Almagro de este espectáculo navarro.