Los pormenorizados trabajos de investigación que se que se presentaron en las III Jornadas de Historia sirvieron para poner en valor la riqueza y singularidad de la arquitectura popular que se reparte por el término municipal daimieleño o los ejemplos de influencia modernista que salpican la zona centro del casco urbano.
El primer ejemplo de estos “tesoros ocultos” lo descubría David Cejudo Loro con el exhaustivo censo y catalogación de las llamadas cuevas de quintería, una especie de casillas subterráneas que a través de una rampa descendiente conducían a las típicas estancias de pesebres, cocina y cuartos. Unas auténticas desconocidas que Cejudo se ha preocupado de referenciar en los dos últimos años encontrando más de medio centenar, principalmente en la zona donde limitan los términos de Daimiel y Manzanares.
Esa defensa y reivindicación de la arquitectura popular manchega se prolongó con la ponencia de Óscar Jerez y su investigación sobre la misma asociada al Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel.
Jerez repasó la variada diversidad que componen bombos, casillas, molinos, silos, bodegas o caseríos que como él mismo lamentó, “han sufrido y sufren un abandono que hace peligrar su conservación”.
Por último, Silvia García de la Camacha recondujo la mirada hacía el casco urbano centrándose en los edificios de influencia modernista que todavía se conservan en Daimiel. Tras repasar los principios generales de este movimiento, García de la Camacha detalló las particularidades ornamentales de algunas fachadas de las calles Fontecha, Gregorio Molinero, Cardenal Monescillo, General Espartero o Estación que, planteó, bien podrían integrar una excelente ruta que ofertar al turista como sucede en otras ciudades de la provincia.